Los casos de coronavirus en América Latina subieron el domingo a 2,47 millones, con lo que el total de las infecciones se empinó sobre el de las diagnosticadas en Europa, y colocó a la región como la segunda más afectada por la pandemia, después de América del Norte.
Un aumento de 30.746 casos en Brasil el viernes llevó el total por sobre Europa, que en marzo la Organización Mundial de la Salud consideraba el principal foco del brote, y que ya ha levantado gran parte de las restricciones.
Los casos en la región han aumentado 1 millón en los últimos 18 días por una avance generalizado de los contagios, pero con Brasil como el país más golpeado con más de la mitad de los contagios y de las muertes.
Además, el número de muertos en el mundo por COVID-19 llegó a 500.000 el domingo, según un recuento de Reuters, un hito sombrío en una pandemia que parece resurgir en algunos países, mientras otras regiones todavía lidian con la primera ola de la enfermedad.
El nuevo coronavirus ha sido particularmente letal en los ancianos, aunque personas de menor edad y niños también están entre el medio millón de decesos y los más de 10 millones de casos reportados.
Si bien la tasa general de mortalidad se ha aplanado en las últimas semanas, expertos en salud han expresado su preocupación por un número récord de casos nuevos en países como Estados Unidos, India y Brasil, así como por rebrotes en partes de Asia.
Más de 4.700 personas mueren cada 24 horas debido al COVID-19, según cálculos de Reuters basados en un promedio del 1 al 27 de junio. Eso equivale a 196 personas por hora, o una persona cada 18 segundos.
Alrededor de una cuarta parte de todas las muertes hasta ahora han sido en Estados Unidos, según los datos de Reuters. El aumento reciente en los casos ha sido más pronunciado en un puñado de estados del sur y oeste que reabrieron antes y de manera más agresiva sus actividades comerciales.
El número de casos en Latinoamérica superó el domingo a los diagnosticados en Europa, lo que ubica a la región como la segunda más afectada por la pandemia, después de América del Norte.
La primera muerte registrada por el virus fue el 9 de enero, un hombre de 61 años de la ciudad china de Wuhan que compraba habitual en un mercado que ha sido identificado como la fuente del brote.
En solo cinco meses, el número de muertes de COVID-19 ahora es igual a la cifra de personas que mueren anualmente de malaria, una de las enfermedades infecciosas más mortales.
La tasa de mortalidad promedio es de 78.000 por mes, en comparación con las 64.000 muertes relacionadas con el SIDA y los 36.000 fallecidos por malaria, según cifras de 2018 de la Organización Mundial de la Salud.
MAYORES EN RIESGO
El alto número de muertos ha llevado a cambios en los ritos tradicionales y religiosos en todo el mundo. Las morgues y empresas de servicios fúnebres están mayormente colapsados y los seres queridos frecuentemente no se han podido despedir en persona de sus difuntos.
Especialistas en salud pública están observando sobre cómo la demográfica afecta a las tasas de muerte en diferentes regiones. Algunos países europeos con poblaciones más viejas han reportado mayores tasas de mortalidad, por ejemplo.
Un reporte en abril de parte de los Centros Europeos para el Control y la Prevención de Enfermedades observó a más de 300.000 casos en 20 países y encontró que cerca de un 46 por ciento de todas las muertes estaban por encima de los 80 años.
En Indonesia, se cree que cientos de niños han muerto, un hecho que los funcionarios de salud han atribuído a la desnutrición, la anemia e instalaciones sanitarias inadecuadas.
Expertos en salud advierten que los datos oficiales probablemente no cuentan toda la historia. Muchos creen que tanto el número de casos como de muertes informado por algunos países es inferior a las cifras reales.