El ex canciller ecuatoriano reconoce la capacidad y convicción de la dupla presidencial Arauz-Rabascall para generar los acercamientos políticos, sociales y económicos que garanticen el mayor nivel de legitimidad y poder transformador en el escenario de un retorno al poder de la Revolución Ciudadana.
En vísperas de la segunda vuelta electoral en Ecuador, el análisis no se concentra exclusivamente en la posibilidad de un triunfo del candidato presidencial de la Revolución Ciudadana, Andrés Arauz, que aparece como líder en la mayoría de las encuestas, sino también sobre las posibilidades reales de construir un proyecto común que articule una agenda progresista y transformadora para Ecuador y Nuestra América.
Frente a los escenarios de bloqueo económico y político contra Venezuela, de golpe de Estado en Bolivia de 2019 y de judicialización de la política (Brasil, Ecuador, Argentina, entre otros), las fuerzas progresistas de la región requieren de una estrategia que trascienda el necesario apoyo electoral, para abordar la construcción de un bloque histórico, al mejor estilo gramsciano, capaz de liberar y articular las diversas fuerzas transformadoras que habitan Ecuador, sin cuyo concurso una agenda progresista resultaría apenas una quimera.
El ex Canciller y ex ministro de defensa del gobierno de Rafael Correa, Ricardo Patiño, figuraba hace algunos años como un potencial candidato presidencial, posible sucesor de Correa. Su experiencia en la lucha junto a los trabajadores, su trayectoria como militante político y sus logros como Canciller a favor de la unidad de los pueblos del Sur, significaban su mayor aval y, quizás, también su condena. La ausencia de una base social organizada, como él mismo la describe, seguramente dinamitó las posibilidades de su candidatura y abrió paso a la figura de Lenín Moreno, cuyo destino ya es conocido.
Patiño, en cordial entrevista junto al equipo de la Fundación Segundo Paso para Nuestra América y el Foro de Comunicación para la integración de NuestrAmérica, compartió su análisis sobre la dupla Arauz-Rabascall y profundizó sobre los caminos que idealmente debe recorrer un nuevo gobierno de la Revolución Ciudadana para alcanzar la mayor legitimidad y amplia base en su gestión.
“Durar más e ir más lejos”
De las experimentadas palabras de Patiño se puede extraer un claro objetivo para esta incipiente y aún por concretar “segunda ola” de gobiernos de izquierda en la región: “Durar más y llegar más lejos”. Su reflexión transita lo conceptual y lo político sin respetar fronteras, y rápidamente argumenta sobre una de las debilidades del proceso político durante la Revolución Ciudadana: “Nos faltó hacer la construcción de un sujeto histórico”.
Se trata de una afirmación que pasa de la crítica a la propuesta: “Hicimos las políticas públicas por la gente, para la gente, pero no siempre lo hicimos CON la gente. Y este es un cambio fundamental”. Patiño entiende que el ejercicio del poder institucional resulta “insuficiente sin un correlato en la sociedad”, por lo cual se hace necesario incorporar a los pueblos desde el “diseño” mismo de los proyectos. “En Cuba y en Venezuela lo han hecho mejor, y Bolivia también. Lo pensamos pero no nos dedicamos ni buscamos una estrategia para lograrlo”.
Frente a la común crítica que asegura que la participación del pueblo en los proyectos “los demora mucho”, Patiño revela una estrategia mucho más programática que inmediatista: “Sí, pero puede durar más; puedes ir más lejos. Si lo haces con la gente, entonces la gente lo va a defender. Y no se va a sentir beneficiaria de los planes, se va a sentir constructora, protagonista”.
Patiño hace una pausa para buscar el libro Construir poder transformador. Debate latinoamericano, editado recientemente y del cual es uno de sus autores, junto a Andrés Arauz, entre otras reconocidas personas del ámbito político y académico regional. Explica que en él se desarrolla a profundidad la propuesta de un “doble poder transformador: el poder transformador desde la institucionalidad y el poder transformador desde la base social. La unión de estos dos poderes es clave”, afirma tajantemente.
Quizás por esta razón, Patiño insiste tanto en “generar el mayor acercamiento posible y tratar de trabajar especialmente en aquello que nos acerca más”. No deja de reconocer ciertos desencuentros con diversos sectores, incluidos algunos de la izquierda, durante la “década ganada”, sin embargo, reafirma un vínculo de “identidad con la clases trabajadoras, con los campesinos, con los pobres en general”, y al mismo tiempo resalta la “plena coincidencia con las reivindicaciones y las plataformas de lucha de los movimientos indígenas”.
Más allá de aquellas intermitencias en la relación entre la Revolución Ciudadana con sectores que también pertenecen a las fuerzas transformadoras de Ecuador, Patiño se muestra optimista tras el duro y forzoso aprendizaje de los últimos años, tanto en Ecuador como en la región. Describe un Andrés Arauz que tiene la capacidad de avanzar en ese camino de articulación de la diversidad dentro de la unidad: “Arauz está convencido de que eso es necesario: Creemos que es indispensable generar acercamientos porque es fundamental tener el mayor nivel de legimitidad para gobernar”.
Por esta razón, entre deseos y realidades, Patiño comparte su visión del futuro de Ecuador: “Tengo toda mi esperanza en lograr el mayor nivel de integración entre los sectores sociales en el Ecuador. Confío en que el futuro de Ecuador será de amplia unidad”.