La decisión del Banco Centroamericano de Integración Económica de otorgar a Cuba un primer tramo de financiamiento por 46,7 millones de euros, para la fabricación de 200 millones de dosis de sus vacunas anti-COVID-19 —dada a conocer recientemente— fue recibida con beneplácito y agradecimiento dentro y fuera de la Mayor de las Antillas, en tanto es uno de los ejemplos concretos de lo que la voluntad, la cooperación, la integración verdadera podrían contribuir para enfrentar las urgencias de nuestros pueblos.
Mucho se ha hablado de integración regional, siglos han pasado desde que los líderes de la independencia nuestramericana definieran cuánto nos une y cuántos desafíos comunes tenemos, ante el imperio voraz que siempre nos ha visto como su traspatio sin otro interés que expoliar nuestras riquezas y aplastar todo lo que pudiera parecerle un freno a sus intereses expansionistas.
Mucho también han sufrido nuestras naciones cuando la desunión, la desidia y la ambición han permitido privilegiar a unos pocos que han llegado al poder, en detrimento de los intereses de las mayorías que Eduardo Galeano denominó los ninguneados.
Los desafíos que se presentan hoy para la integración regional no son menores, son otros los tiempos, pero las enseñanzas que nos dejaron los retrocesos y desencuentros políticos y socioeconómicos de las últimas décadas nos llaman a —como dijera el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador— “terminar con el letargo y plantear una nueva y vigorosa relación entre los pueblos de América”, más necesaria que nunca en medio de una crisis económica mundial, una pandemia que ha provocado millones de fallecidos, ha acrecentado la desigualdad y paralizado las economías, mostrando sus peores rostros debido a los desiguales niveles de inmunización.
Quizás sea este uno de los mayores retos que tenga que afrontar la presidencia pro tempore de Argentina al frente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que apenas comienza, y que tiene como importante antecedente el plan de autosuficiencia sanitaria para América Latina y el Caribe aprobado durante la VI Cumbre de jefas y jefes de Estado y de Gobierno de la Celac, celebrada en México en el mes de septiembre del 2021.
Presentada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y considerada una ruta programática para fortalecer la producción y distribución de medicamentos en los países de la región, en especial las vacunas, el plan marca un camino común en el que tan solo se dan los primeros pasos, aunque válido seguramente para aplicar a otras áreas o esferas claves como la económica, la social, cultural y la medioambiental, en función de mejorar la calidad de vida de nuestros pueblos en tanto bebamos de las experiencias de unos y otros y tengamos como bandera la solidaridad.
Para el presidente argentino Alberto Fernández, la Celac es desde su surgimiento un foro a favor de nosotros, que siempre promovió el consenso y la pluralidad en un marco de convivencia democrática y respetando la diversidad; por eso a América Latina y el Caribe hay que verla como algo más que una expresión geográfica, es preciso verla, asimismo, “como una expresión política, cultural, económica y social”.
Fernández definió el pasado 7 de enero, al asumir la presidencia pro tempore de la organización regional, las prioridades de la próxima etapa: entre otras, la profundización de la integración educativa, el fortalecimiento institucional, la democracia y agenda contra la corrupción, e impulsar la conectividad regional, entre otros temas que marcan las urgencias ya señaladas por la pandemia y el cambio climático.
Para Cuba —y como tal lo ratificó el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla— seguirá siendo una máxima la defensa de la Celac como mecanismo indispensable, legítimo, unitario y diverso de concertación política e integración, que reúne bajo un mismo propósito a los 33 Estados de Nuestra América.
Continuar consolidando esa unidad y actuar, además, de forma conjunta en otros muchos foros multilaterales en defensa de las soberanías de nuestros pueblos, del derecho a elegir y construir sus propios destinos sobre la base del respeto, la concertación de criterios, la cooperación, la paz; y, a la vez, rechazar los intentos de injerencias extranjeras en nuestros asuntos, las medidas coercitivas que frenan el desarrollo, marcará también el camino hacia la verdadera integración, hoy más necesaria que nunca.