La declaración presentada por la Argentina en la Organización de Estados Americanos (OEA) para reconocer y expresar su “pleno respaldo” al autoproclamado presidente interino de Venezuela Juan Guaidó, no fue probada pese a lograr 16 respaldos, y dejó al descubierto una vez más la grieta que recorre a la región.
El gobierno constitucional venezolano aún cuenta con el respaldo de varios países, entre los que destacan México y Uruguay, que se despegaron del Grupo de Lima y el Mercosur, al optar por pedir “nuevas negociaciones” sin reconocer a Guaidó o deslegitimar a Maduro. La propuesta mexicano-uruguaya fue aceptada por Maduro.
Durante los últimos meses, los servicios de inteligencia y seguridad de (la llamada diplomacia secreta) de EEUU, Israel, Brasil y Argentina, coordinaron las formas de fracturar el gobierno venezolano, a través de un movimiento concertado con el Grupo de Lima, para forzar una transición que estaba paralizada por la ausencia de un líder opositor que pudiera enfrentar al gobierno y erosionar su frente militar.
El plan fue encomendado por Trump a Mauricio Clavier (de origen cubano), miembro del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca. Guaidó era el engranaje que faltaba: hijo de militares, con un discurso articulado, estudios en Washington y perteneciente a un partido (Voluntad Popular) que en 2014 y 2017 demostró tener capacidad para imponer terror callejero y conducir una ofensiva contra Maduro.
Pero el plan estadounidense no se completó, por ahora. Macri reconoció a Guaidó como presidente interino, pero no rompió relaciones con Venezuela, aconsejado por la Cancillería, y por ende sigue reconociendo a Maduro. La estrategia consiste en mantener el statu quo (dos presidentes) y lograr hacia adelante que el frente militar se rompa y que acepte respaldar una transición encabezada por Guaidó y avalada por Trump, Bolsonaro y Macri.
La grieta regional
Dos semanas atrás, una resolución del Consejo Permanente que desconoció a Maduro como presidente legítimo había sido aprobada por 19 países de los 34 estados miembros. Ahora, los gobiernos de Guyana, Santa Lucía y Jamaica optaron por mantenerse al margen de la declaración que presentó la embajadora argentina, Paula Bertol.
Otros países reiteraron su apoyo al gobierno de Maduro (El Salvador; San Vicente y Las Granadinas o Suriname, entre otros), u optaron por ensayar un nuevo llamado al diálogo (Antigua y Barbuda) o sólo por respaldar “firmemente” los esfuerzos para resolver la crisis (Guyana).
El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, fue a la sesión y pidió a todos los estados miembros que respalden a Guadió. “El tiempo para debatir se terminó”, dijo. Pompeo además anunció que Washington está listo para liberar más de 20 millones de dólares en ayuda humanitaria para los venezolanos, vía Guaidó.
La enviada del gobierno venezolano, Asbina Ixchel Marín Sevilla, y los representantes de varios países denunciaron un golpe de estado orquestado por Estados Unidos y sus aliados regionales. A Gustavo Tarre, el representante especial ante la OEA designado por Guaidó y con apoyo de Luis Almagro, se le recomendó no acudir a la sesión y aguardar para hacerlo hasta que la organización avanzara con su designación.
Durante la reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la (OEA), el embajador de México, Jorge Lomónac, solicitó a la secretaría general de la Organización un informe que aclare el estatus jurídico de Juan Guaidó y aclaró que en el caso del gobierno de México, el no pronunciarse sobre el reconocimiento de los gobiernos de otros Estados, es una práctica basada en la experiencia histórica de nuestro y sus principios de política exterior.
“Consideramos que hacer lo contrario, afecta la soberanía de los Estados y propicia un clima de por sí tenso, adverso, a los esfuerzos para resolver la grave situación en Venezuela”, advirtió, tras expresar que el Estado mexicano reconoce el legítimo derecho del pueblo venezolano a elegir su sistema político, económico y social sin injerencias ni presiones de ningún tipo.
Mike Pompeo, señaló que EE UU reconoció con orgullo a Juan Guaidó como presidente interino y sermoneó que “es hora de que la OEA haga lo mismo: todos los Estados firmantes de la Carta Democrática Interamericana deben reconocer al presidente interino de Venezuela”. Argumentó que el gobierno de Venezuela es incompetente, no tiene capacidad para mejorar la situación económica y está en “bancarrota moral”. Aseguró que todas las declaraciones y acciones de Maduro son inválidas.
Pompeo pidió a sus colegas diplomáticos que se realice otra reunión de cancilleres para continuar con la discusión sobre la situación política de Venezuela.
Invisibilizando su caos interno
La autoproclamación del opositor Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela le sirvió a Donald Trump como cortina de humo para invisibilizar el cierre de la administración -que ya cumplió un mes- y dejó sin salarios a más de 800 mil funcionarios (Trump chantajea al Congreso para que le otorgue el financiamiento para su muro con México), y también como excusa para apropiarse del petróleo venezolano
Pero en lo interno, las aguas políticas no están calmas. El senador demócrata Bernie Sanders se diferenció del presidente Donald Trump al reclamarle que "no apoye golpes" o "cambios de régimen" en Latinoamérica. "Debemos aprender de las lecciones del pasado y no participar de cambios de régimen o apoyar golpes, como hemos hecho en Chile, Guatemala, Brasil y República Dominicana", dijo Sanders, quien fue precandidato presidencial en 2016.
Mientras, un grupo de 70 intelectuales, historiadores y expertos en política latinoamericana reclamaron en duros términos al gobierno no interferir en la política interna venezolana y apoyar un diálogo entre las partes.
"Al reconocer al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como el nuevo presidente de Venezuela, algo ilegal bajo la Carta de la OEA, el gobierno de Donald Trump ha acelerado la crisis política de Venezuela con la esperanza de dividir a los militares venezolanos y polarizar aún más a la población, obligándolos a elegir bandos", denunciaron los intelectuales, encabezados por Noam Chomsky y el relator independiente de la ONU Alfred de Zayas.
Estados Unidos siempre vio como algo natural su destino manifiesto de extendernos por todo el continente “que nos ha sido asignado por la providencia”. Y así en 1845 se apropió de más de la mitad del territorio mexicano. La continuación de esa política injerencista en América latina se propala hoy a través de los medios y las redes sociales.
Uno de los arietes en la construcción de subjetividad para justificar la intervención estadounidense en Venezuela es Marco Rubio, senador republicano por Florida (guionista y financista de la oposición radical venezolana), quien con otros dirigentes de su estado se reunió el 22 de enero con Trump, el vicepresidente Mike Pence y el asesor de seguridad John Bolton para trazar la estrategia en la OEA, tras el reconocimiento a Guaidó.
La estrategia llevaba en declarar a Venezuela como un estado terrorista, de forma de aumentar la presión internacional, y a ofrecer “ayuda humanitaria”, lo que debía comprometer a los gobiernos latinoamericanos y caribeños: “el presidente Juan Guaidó ahora ha solicitado formalmente la asistencia de EE.UU para trabajar con nuestros socios y proveer al pueblo de Venezuela la inmediata ayuda humanitaria”, tuiteó.
Mientras, Europa teme por su Unión
Los 28 miembros de la Unión Europea no han seguido los pasos de Trump y de los gobiernos cómplices de América Latina y la sensatez y el perfil negociador han prevalecido hasta ahora con muchas dificultades. La UE está al borde de la explosión debido a los desacuerdos arraigados en torno a Venezuela –y hoy se sienten condicionados por la estrategia de Washington- pero aún no adoptó medidas drásticas contra el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro.
En bloque, la UE mantuvo su respaldo a la Asamblea Nacional presidida por el autoproclamado Guaidó sin llegar no obstante a reconocerlo como el nuevo jefe del Estado, sino que lo promovió como el encargado de liderar el proceso de transición pero no lo legitima para ocupar el sillón presidencial.
“Se trata de uno esos típicos y cínicos ejercicios de equilibrismo de opereta tan corriente en el seno de la UE. No es sí, pero tampoco no. No reconoce a Juan Guaidó como Jefe del Estado al tiempo que tampoco le resta legitimidad y ofrece un respaldo completo a la Asamblea, señala Eduardo Febbro. Lo cierto es que están más preocupados con el Brexit británico, los chalecos amarrillos franceses, y las elecciones del Parlamento Europeo.
“El pueblo de Venezuela pidió masivamente democracia y la posibilidad de determinar libremente su propio destino. Estas voces no pueden ser ignoradas”, dice el comunicado de la UE donde luego exige “un proceso político inmediato que conduzca a elecciones libres y verosímiles”. Según la Unión Europea, los poderes de la Asamblea “deben ser restaurados y respetados”.
La “crisis” de Venezuela desnudó miserias de gobernantes y, sobre todo, de medios de comunicación masiva cartelizados y operadores industriales de las redes sociales (que viralizaron, por ejemplo, fotos de grandes marchas que no se produjeron). Muchos gallitos cerraron sus picos. Resurgió la no injerencia de la mano de México y Uruguay. La realidad virtual cuesta imponerla, en un contexto latinoamericano-caribeño donde pareciera que ya no se escucha solo la voz del amo.
Álvaro Verzi Rangel y Victoria Korn
Analistas venezolanos asociados al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)