Esta ola no es fruto de la casualidad sino que ha sido inducida mediante la sistemática inoculación de campañas mediáticas y judiciales que promueven a la corrupción como un fenómeno inherente a los gobiernos progresistas y de izquierda, al aparato estatal, la democracia y la actividad política en general.
La focalización de los medios ligados al poder económico en una agenda de estas características, genera un sentido común en las poblaciones que debilita la aspiración democrática y prepara un campo propicio para la aparición de figuras autoritarias que seducen con promesas de acabar con el problema por vía represiva o a través del achicamiento del Estado, abriendo así la puerta a la privatización social.
Al mismo tiempo, la indudable multiplicación delictiva es amplificada por esos mismos medios, los que, lejos de señalar como causante al sistema económico, las desigualdades, la desocupación y exclusión que genera, incita a la población a creer que la violencia puede resolver el problema.
Dichas campañas -diseñadas en sus contornos más estratégicos por centros de análisis ligados al ultraliberalismo y la internacional de las derechas con centro neurálgico en el ala republicana, el gobierno, agencias y universidades especializadas de los EEUU- tienen como objetivo neutralizar toda posible resistencia popular organizada a su propósito de dominación hemisférica en la batalla por no perder supremacía planetaria.
Un norte fundamental de estos planes es socavar todo progreso en la integración regional autónoma de América Latina y el Caribe. Funcional a ello es bloquear, paralizar o restar capacidad operativa a organismos de concertación y acción común como UNASUR, CELAC, Mercosur, ALBA-TCP y Petrocaribe, suplantándolos con ámbitos controlados desde Washington como la OEA.
Las organizaciones sociales y de comunicación nucleadas en FCINA manifiestan su más absoluto rechazo a esta recolonización continental a través de la emergencia de nuevas dictaduras, ya sean éstas sublegitimadas a través de votaciones condicionadas - en general por la proscripción de candidatos populares – o a través de golpes militares, parlamentarios o judiciales.
La defensa y profundización de la democracia política, junto a la urgente necesidad de democratizar los medios de comunicación y recomponer alianzas que permitan retomar un proceso virtuoso de integración regional, son indispensables para que la región recupere su soberanía.
Para detener la ola fascista, junto a la movilización y organización popular, es imprescindible producir y asegurar la difusión de información veraz, pluralidad de opinión y análisis que aporten al esclarecimiento y al debate sobre los nuevos rumbos a recorrer.
Ésa es nuestra labor.
FORO DE COMUNICACIÓN PARA LA INTEGRACIÓN DE NUESTRAMÉRICA
WWW.INTEGRACION-LAC.INFO/ES
WWW.FACEBOOK.COM/COMUNICACION.PARA.LA.INTEGRACION/
@INTEGRACIONLAC