La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad expresa su solidaridad con el pueblo y el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, en momentos en que los patrocinadores de la guerra y el terrorismo mediáticos contra Venezuela, Cuba y los países del ALBA, intensifican, renovados, sus afanes injerencistas, desestabilizadores y golpistas como parte de la política imperial de “cambio de régimen” en los países considerados hostiles por la diplomacia de guerra de Washington.
Con las nuevas tecnologías de la información y comunicación, sin que nos demos cuenta, millones de ciudadanos estamos siendo observados, espiados, controlados y fichados por Estados orwellianos que llevan a cabo una vigilancia clandestina masiva, en alianza con aparatos militares de seguridad y las corporaciones gigantes de la web. Pero, además, de manera paralela y complementaria, cuando se abre paso la era de la llamada “post verdad” (o el arte de la mentira flagrante), tiene lugar otra guerra en el espacio simbólico y en los ámbitos cultural e ideológico, que es librada por el cartel de los medios hegemónicos contra los pueblos de Nuestra América.
Ambos procesos son promovidos por Estados Unidos, sus cómplices europeos y el gobierno fascista de Israel, a través de un capitalismo criminal y militarizado. A últimas fechas, Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros países de la región, han sido los principales objetivos de un terrorismo mediático que, para imponer imaginarios colectivos con los contenidos y sentidos afines a la ideología dominante, utiliza además medios cibernéticos, audiovisuales y gráficos para manipular y controlar las conciencias de manera masiva.
Es previsible que las guerras irregulares y asimétricas, cobren nuevos bríos y se profundicen. Como es bien sabido, las guerras actuales se libran también en el campo mediático bajo la forma de conflictos irregulares. El Pentágono da una gran importancia a la lucha ideológica en el campo de la información y al papel de los medios de difusión masiva como arma estratégica y política y, además, como fuente de exorbitantes ganancias para los dueños de los oligopolios. Más allá de lo que ocurra en la realidad, la batalla por la narrativa, como la denominan los militares contrainsurgentes, es clave en la fabricación de una determinada percepción de la población y las audiencias mundiales.
Mientras impulsan una guerra de espectro completo en varios países de América Latina, el Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) intensifican sus acciones abiertas y clandestinas contra gobiernos constitucionales y legítimos. De manera continuada, los libretos del golpe de Estado de factura estadunidense en Venezuela exhiben sucesivas fases de intoxicación, desinformación y distorsión a través de los medios de difusión masiva bajo control monopólico. Esto se combina con medidas de coerción psicológica unilaterales y extraterritoriales y un vasto accionar sedicioso y violento, articuladas con redes digitales (de grandes corporaciones en la web), partidos políticos y dirigentes de la derecha internacional, ONG’s, fundaciones, sectas confesionales, el crimen organizado y paramilitares, poderes fácticos y grupos económicos transnacionales, y la injerencia de organismos regionales como la Organización de Estados Americanos (OEA). En suma: los medios convertidos en armas de guerra ideológica.
La intensificación del belicismo e intervencionismo contra la revolución bolivariana y otros países del ALBA, ahora con el mayor presupuesto militar de la historia, responde a las directivas del Pentágono sobre enemigos asimétricos y guerras no convencionales, irregulares o de cuarta generación, que no se circunscriben a las reglas establecidas por los códigos internacionales y evaden las restricciones fronterizas de los Estados, incluso mediante el uso de grupos paramilitares, escuadrones de la muerte y organizaciones mercenarias que operan bajo la fachada de compañías privadas de seguridad.
La “dominación de espectro completo” abarca una política en la que lo militar, lo económico, lo mediático y lo cultural tienen objetivos comunes. Dado que el espectro es geográfico, espacial, social y cultural, para imponer la dominación se necesita manufacturar el consentimiento; instalar en la llamada sociedad civil determinados símbolos y sentidos “comunes”, que de tanto repetirse se incorporan al imaginario colectivo de manera acrítica e introducen, como única, la visión del mundo del poder hegemónico. Eso implica la formación y manipulación de una “opinión pública” legitimadora del modelo de dominación imperial.
A través de un intenso asedio mediático internacional, en la fabricación del consenso se manejan dobles estándares y se hace una presentación simplista y maniquea de la realidad: se eliminan las causas, el contexto, la memoria y la historia de la lucha del pueblo venezolano por la justicia y la soberanía nacional. Para la manipulación de las emociones de la población resultan clave los significados, las interpretaciones, las imágenes y la narrativa de los medios masivos, con sus mitos, medias verdades, mentiras y tergiversaciones.
A su vez, la construcción social del miedo, a través del terrorismo mediático para el control de la sociedad, descansa sobre un sistema de adoctrinamiento, cuyo fin es colonizar el pensamiento, impuesto con matrices de opinión dirigidas contra un enemigo a estigmatizar y un proceso a desestabilizar y sumir en el caos.
Con base en la distorsión de los parámetros de la ética periodística, mediante la fabricación de “noticias” –haciendo aparecer mentiras como verdades− se logra generar grandes campañas de excitación mediática y un clima de desestabilización psicológica facciosa, a la vez que fomentar un odio clasista y racista, a través de una guerra económica que atiza el enojo de sectores medios de la población con el acaparamiento y la escasez inducida de productos de primera necesidad, en particular, alimentos y medicamentos, y sabotajes contra la electricidad, a los que se adicionan rumores sobre la contaminación del agua.
Las poblaciones de los países del ALBA, y en particular, las de Venezuela, Ecuador y Bolivia han sido el blanco de constantes campañas de intoxicación desinformativa a través de mensajes e imágenes destinadas a despojarlas de todo referente político e ideológico que no responda a la lógica del imperio. A su vez, desde el triunfo de la revolución en 1959, Cuba ha sido el objetivo a desestabilizar por distintos experimentos comunicacionales que incluye desde las manipulaciones de las agencias AP y UPI en la invasión a Playa Girón y radio y televisión Martí en la época de Reagan y Bush padre, hasta la red de comunicación horizontal vía Internet, ilegal y secreta, denominada ZunZuneo, inscrita en los parámetros de la guerra no convencional, en su variable de guerra cibernética.
Como se ha señalado en el marco del XV Encuentro de la Red en Defensa de la Humanidad titulado “Comunicación emancipatoria o patrias colonizadas”, en ese avasallamiento del sentido y de los valores que fundan la cultura de los pueblos de Nuestra América, “el principal objetivo (de Estados Unidos) es aniquilar la esperanza de un camino alternativo a la dictadura del capital y a su consabida destrucción de la vida y del planeta”.
De allí que procesos revolucionarios como el cubano, el venezolano, el boliviano, el ecuatoriano, sean sometidos a encarnizadas e inmorales campañas propagandísticas con apoyo de cadáveres políticos de la derecha, como Felipe Calderón, Álvaro Uribe y Mariana Aylwin, y sus intelectuales orgánicos Mario Vargas Llosa, Jorge G. Castañeda y Enrique Krauze, ahora con apoyo del secretario general de la OEA, Luis Almagro, dirigidas no sólo a desprestigiar los modelos políticos y a sus líderes, sino también a la desestructuración de ambas sociedades y sus bases económicas.
Ante esos embates de la derecha ultra-reaccionaria y sus patrocinadores en Washington, integrantes de la Red en Defensa de la Humanidad nos hemos reunidos, en Caracas, para debatir de manera libre y horizontal acerca de la necesidad de desarrollar nuevos medios creativos, con nuevos contenidos semánticos y renovadas formas para transmitirlos, con la finalidad de romper el cerco mediático desinformativo que intenta asfixiar el espíritu revolucionario y la voluntad de profundizar el cambio radical, contra-hegemónico, que tiene lugar en ambas sociedades.
Nuestra Red promueve la transparencia de los Estados, la protección de los datos personales de los ciudadanos/as y destaca la importancia clave de la soberanía digital. Reconocemos a quienes han revelado los secretos del imperio e informado sobre la magnitud del espionaje global.
La publicación y democratización de la información es determinante para la soberanía de los pueblos por lo que nos pronunciamos por un sistema de protección de informantes y abogamos por la liberación de Julian Assange, director de WikiLeaks, y el cese de la persecución a Edward Snowden.
Condenamos la ocupación del territorio de Haití por la MINUSTAH, silenciada por los medios, como una ofensiva imperialista contra nuestros pueblos. Exigimos que se respete el derecho a la autodeterminación del pueblo haitiano y se inicien procesos adecuados de reparación y justicia; en particular, por el crimen de la introducción del cólera. Asimismo, apoyamos el justo reclamo de reparaciones por el genocidio de la esclavitud en América.
Apoyamos al pueblo de México ante la propuesta de continuar la construcción del muro en la frontera sur y criminalizar a mexicanos y otros migrantes de Nuestra América, como el chivo expiatorio del nuevo gobierno republicano.
Emplazamos al gobierno de Estados Unidos a que desclasifique toda la información de las guerras mediáticas contra gobiernos y procesos revolucionaros de Nuestra América, como la que tiene lugar contra Venezuela. Exigimos la derogación de la Orden Ejecutiva que declara a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de Estados Unidos. Asimismo, rechazamos las infamantes y falsas acusaciones contra el Vce-presidente Ejecutivo de Venezuela Tareck El Aisami.
En suma, se trata de producir una real y participativa comunicación emancipatoria, a partir de una iniciativa que, para que sea fecunda, deberá traducirse en una estrategia local, continental y planetaria, que mediante la suma de esfuerzos, talentos y capacidades creativas haga prevalecer la razón revolucionaria de los pueblos del sur contra la dictadura mediática del capital.
Caracas, República Bolivariana de Venezuela, 7 de marzo de 2017.