Integración latinoamericana y caribeña: Hoy más que nunca
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Monday, January 17, 2022
Foto: Archivo

La decisión del Ban­co Centroamericano de Integración Eco­nómica de otorgar a Cuba un primer tramo de finan­ciamiento por 46,7 millones de euros, para la fabricación de 200 millones de dosis de sus vacunas anti-COVID-19 —dada a cono­cer recientemente— fue recibida con beneplácito y agradecimien­to dentro y fuera de la Mayor de las Antillas, en tanto es uno de los ejemplos concretos de lo que la vo­luntad, la cooperación, la integra­ción verdadera podrían contribuir para enfrentar las urgencias de nuestros pueblos.

Mucho se ha hablado de inte­gración regional, siglos han pa­sado desde que los líderes de la independencia nuestramericana definieran cuánto nos une y cuán­tos desafíos comunes tenemos, ante el imperio voraz que siempre nos ha visto como su traspatio sin otro interés que expoliar nuestras riquezas y aplastar todo lo que pu­diera parecerle un freno a sus in­tereses expansionistas.

Mucho también han sufrido nuestras naciones cuando la desu­nión, la desidia y la ambición han permitido privilegiar a unos po­cos que han llegado al poder, en detrimento de los intereses de las mayorías que Eduardo Galeano denominó los ninguneados.

Los desafíos que se presen­tan hoy para la integración re­gional no son menores, son otros los tiempos, pero las enseñanzas que nos dejaron los retrocesos y desencuentros políticos y so­cioeconómicos de las últimas dé­cadas nos llaman a —como dije­ra el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador— “termi­nar con el letargo y plantear una nueva y vigorosa relación entre los pueblos de América”, más nece­saria que nunca en medio de una crisis económica mundial, una pandemia que ha provocado mi­llones de fallecidos, ha acrecenta­do la desigualdad y paralizado las economías, mostrando sus peores rostros debido a los desiguales ni­veles de inmunización.

Quizás sea este uno de los ma­yores retos que tenga que afron­tar la presidencia pro tempore de Argentina al frente de la Comuni­dad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que apenas comienza, y que tiene como im­portante antecedente el plan de autosuficiencia sanitaria para América Latina y el Caribe apro­bado durante la VI Cumbre de je­fas y jefes de Estado y de Gobierno de la Celac, celebrada en México en el mes de septiembre del 2021.

Presentada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y considera­da una ruta programática para fortalecer la producción y distri­bución de medicamentos en los países de la región, en especial las vacunas, el plan marca un ca­mino común en el que tan solo se dan los primeros pasos, aunque válido seguramente para apli­car a otras áreas o esferas cla­ves como la económica, la social, cultural y la medioambiental, en función de mejorar la calidad de vida de nuestros pueblos en tan­to bebamos de las experiencias de unos y otros y tengamos como bandera la solidaridad.

Para el presidente argentino Alberto Fernández, la Celac es desde su surgimiento un foro a fa­vor de nosotros, que siempre pro­movió el consenso y la pluralidad en un marco de convivencia demo­crática y respetando la diversidad; por eso a América Latina y el Ca­ribe hay que verla como algo más que una expresión geográfica, es preciso verla, asimismo, “como una expresión política, cultural, económica y social”.

Fernández definió el pasado 7 de enero, al asumir la presi­dencia pro tempore de la organi­zación regional, las prioridades de la próxima etapa: entre otras, la profundización de la integra­ción educativa, el fortalecimien­to institucional, la democracia y agenda contra la corrupción, e impulsar la conectividad regio­nal, entre otros temas que mar­can las urgencias ya señaladas por la pandemia y el cambio cli­mático.

Para Cuba —y como tal lo ra­tificó el canciller cubano Bru­no Rodríguez Parrilla— seguirá siendo una máxima la defensa de la Celac como mecanismo in­dispensable, legítimo, unitario y diverso de concertación política e integración, que reúne bajo un mismo propósito a los 33 Estados de Nuestra América.

Continuar consolidando esa unidad y actuar, además, de for­ma conjunta en otros muchos fo­ros multilaterales en defensa de las soberanías de nuestros pue­blos, del derecho a elegir y cons­truir sus propios destinos sobre la base del respeto, la concerta­ción de criterios, la cooperación, la paz; y, a la vez, rechazar los intentos de injerencias extranje­ras en nuestros asuntos, las me­didas coercitivas que frenan el desarrollo, marcará también el camino hacia la verdadera inte­gración, hoy más necesaria que nunca.