Comprender la Comunicación
Ángel González
Thursday, April 5, 2018
Foto: Archivo

Una y otra vez, se pueden leer y escuchar loas e himnos a los mecanismos y nuevas tecnologías de comunicación social. Las redes sociales y sus potencialidades son el centro de atención y celebración de los entusiastas del progreso. Ciertamente, actualmente vivimos el centro de una época revolucionaria en cuanto a la industria tecnológica, no solo en la comunicación, sino en todas las áreas del quehacer humano. Estamos en el auge de la más reciente revolución industrial. Esta situación obliga, por supuesto, el análisis constante y la permanente referencia al movimiento e implicaciones de tal revolución, toda vez que el entendimiento de las condiciones del mundo presente procura el asimiento de la realidad para desarrollar los efectos más provechosos para las personas y las sociedades.

Pero tan indispensable como esto es mantener y alentar así mismo la visión crítica del desarrollo y las consecuencias que sobre la realidad tienen los avances tecnológicos, sobre todo desde el punto de vista de la pregunta por quién controla los beneficios y los productos de la utilización del aparataje industrial que hegemoniza la mediación de las relaciones económicas y culturales. La visión crítica no es más que el establecimiento de criterios de análisis que permitan abarcar todas las implicaciones, casos y consecuencias de la realidad que se estudia o se comenta, sin que se escape alguna dimensión en favor de los interesados en instrumentalizar el progreso tecnológico para fines de dominio social.

La cultura de las redes y tecnologías de información y comunicación ha llevado a algunos a resaltar, de nuevo luego de 50 años, los postulados del filósofo canadiense Marchall McLuhan (1911-1980), autor del famoso libro Understanding Media (Comprender los medios de comunicación, Paidós, 1996). Incluso circulan artículos y notas que lo colocan como "el profeta de la era digital", o "el visionario de la aldea global de la comunicación". De hecho, McLuhan adquirió a pulso su fama de “teórico de los medios”, fue toda una estrella de la intelectualidad de su época y se ganó un puesto en todas las facultades o escuelas de comunicación de nuestras universidades. “El medio es el mensaje”, fue su frase más difundida y repetida. Su tesis llamaba la atención sobre la necesidad de comprender los medios de comunicación ya que estos determinaban no solo el mensaje transmitido, sino que definían los modos de vida y relacionamiento social. Por lo tanto había que comprender los medios de comunicación para poder comprender la sociedad.

Hoy en día, con el auge de las redes sociales y el amplísimo centimetraje periodístico que han acumulado los éxitos de las empresas Google, Facebook, Twitter y similares, así como los relatos que colocan al mundo actual como una especie de “paraíso de la comunicación libre”, parece haberse impuesto la premisa ideológica mcluhaniana que le asigna un poder sobrehumano a los medios técnicos de transmisión de mensajes, convirtiéndolos en objeto de fetiche, idealizándolos al punto de invertir el principio de actividad en el proceso de comunicación para hacer que el elemento dinámico sean las nuevas tecnologías por sí mismas y no el ser humano. Tal encandilamiento conduce a olvidar, o al menos a relegar del centro de atención, el hecho de que siempre, detrás de cualquier aparataje comunicacional, están las personas y los poderes, con sus intereses, sus metas y sus deseos.

 

Pero para cuestionar el planteamiento de MacLuhan es mejor recurrir a un filósofo venezolano, Antonio Pasquali, quien le dedicó un libro entero como respuesta a la obra cumbre del famoso teórico de los medios. El texto se llama Comprender la Comunicación(Monte Ávila Editores, 1980) y fue publicado una década después de la primera impresión de Understanding Media. Allí Pasquali elabora un tratado acerca del proceso de comunicación humana y rebate la tesis del canadiense que coloca a los medios en el centro del proceso. A esta pretensión la acusa de movimiento ideológico, entendiendo el término ideología desde el punto de vista marxista, que lo define como la construcción de discursiva orientada a sustentar las condiciones materiales del sistema capitalista. Dice Pasquali:

"Understanding Media de McLuhan es la obra más profundamente ideológica y conservadora aparecida en escena desde los comienzos del crecimiento exponencial en Comunicaciones. Su propósito fundamental es el de distraer la atención científica de los vitales ingredientes éticos, políticos, sociales e históricos implicados en los procesos de comunicación social, para reducir el discurso a un elegante ‘análisis de los medios’, centrado además en sus menos comprometedores ingredientes: los semánticos, los estéticos y los tecnológicos. La obra tiende, pues, implícitamente a enterrar el siempre más pertinente análisis sociológico-político sobre controles, contenidos y efectos del mensaje difundido por los medios masivos, que tanto sueño está quitando a los amos y contralores de la gran industria cultural".

Actualmente se tiende a celebrar con euforia el supuesto hecho de que existe una “democratización del acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación y la información”. Según esta idea, todos los seres humanos tenemos la “posibilidad” de manejar algo así como un medio de comunicación y ejercer la función de emisores y ya no solo de receptores de mensajes. A esto se adelantaba Pasquali en su libro, no como “visionario” sino como analista de la realidad social de la comunicación. Explicaba cómo los adelantos tecnológicos, más que democratizar la comunicación, lo que hacían era ampliar la brecha entre comunicadores fuertes y débiles. La verdadera relación de comunicación amerita una relación de igualdad entre un emisor y un receptor que cuenta con todas las condiciones para convertirse en un emisor de la misma categoría. La comunicación debe realizar la categoría kantiana de "Relación" no en términos de causalidad, cuando un mensaje de un emisor privilegiado tiene efectos definitivos en el receptor, sino en la forma de la "comunidad", que es cuando se da la completa retroalimentación de la comunicación y esta ya no es más una relación de "información" sino de intercambio entre iguales.

Precisamente hoy en día se proclama que las redes sociales han logrado establecer este esquema, pero no se trata más que de una falacia. Ciertamente cualquiera puede publicar mensajes en las redes, pero no existe una relación de igualdad entre todos los emisores. La hegemonía de los contenidos sigue estando en manos de los grandes poderes, de las grandes cadenas informativas y de los "influencers" o comunicadores privilegiados cuyos mensajes tienen un alcance brutalmente mayor que un usuario promedio de las redes. La mayoría solo consume lo que aparece en las redes, y tiene la "oportunidad" de expresar que "le gusta" tal o cual mensaje o simplemente "repostearlo", lo que lo convierte más que en emisor en canal de reproducción de los mensajes emitidos por otros.

Otra de las ideas que circulan en torno a este tema es la que plantea que el común de los usuarios o consumidores de información ya no reciben pasivamente los mensajes sino que se relacionan de otra manera con ellos, de una manera más crítica. Esto puede ser cierto, aunque solo en parte, en una sociedad altamente politizada como la venezolana, por ejemplo. Y decimos que es en parte puesto que la audiencia crítica se reduce a un sector determinado de la sociedad, que depende de la calidad del acceso a la tecnología y al medio, y de la relación que tengan con el hecho informativo. En realidad, mucha de la actividad en Twitter y Facebook proviene de personas que se desempeñan como comunicadores sociales, periodistas, artistas, así como políticos y militantes de agrupaciones políticas, empresas e instituciones públicas y privadas. Ellos concentran la emisión de mensajes y la gran mayoría sigue estando en una posición receptiva, en una posición de "consumo de información".

MacLuhan pregonaba que "el medio es el mensaje", que dentro de un medio no podía haber sino "otro medio". A partir de esta figura literaria se propuso rebatir con decisión la tesis de que los contenidos de los medios tienen alguna influencia en la formación de las conciencias y en la determinación de la acción social de la gente. En su libro se encuentran frases como estas: "Los contenidos de estos media pueden variar, pero no ejercen ninguna influencia sobre las formas de asociación humana" (…) "En el estudio de los medios es aconsejable abandonar los juicios de valor, porque no es posible aislar sus efectos" (…) "Al propietario en cambio le interesa más el medio en cuanto tal, y para el resto no va más allá de fórmulas vagas como por ejemplo 'lo que el público quiera'. Ellos saben que los media son un poder y que ese poder poco tiene que ver con el 'contenido'". El señor McLuhan con su "teoría de los medios" sirvió para justificar a los dueños del negocio de la información y el entretenimiento, liberándolos de toda responsabilidad en cuanto al contenido ya que este no tendría ninguna influencia en la población. Más aún, los analistas que se dedican a elaborar sobre las dimensiones sociológicas, políticas y éticas de la comunicación, para MacLuhan ocupan "la opaca posición del idiota tecnológico". Como dice Pasquali, no extraña entonces que nuestro amigo fuese alabado desde los grandes centros mediáticos y sus frases sirvieran de epígrafes para los memorandos de los gerentes de las empresas comunicacionales.

En Venezuela tenemos mucha experiencia en cuanto al rol que juegan los medios de comunicación en la realidad social. No estamos para obnubilarnos ante los descubrimientos y desarrollos tecnológicos. Conocemos la importancia del estudio y la valoración de la comunicación en cuanto tal y no solo el estudio y el aprendizaje en torno a cómo manejar los aparatos e instrumentos comunicativos. La comunicación es el espacio de la política, por eso no hay que apartarse de la crítica de los discursos humanos que circulan por las redes ni dejarse encandilar por el fetichismo tecnológico.

- Ángel González, @ÁngelDanielCCS