En el primer día de la Conferencia Internacional de la Reforma Agraria, que sigue hasta el 17 de abril en el municipio de Marabá, en Pará – Brasil, los 170 participantes discutieron sobre la realidad agraria en el mundo. Themba, representante del Movimiento de los Sin Tierras de África, destacó que el proyecto del capital es controlar todo, no solamente la producción. “No quieren controlar solamente los alimentos, quieren controlar tu mente, quieren controlar todo. 1% de la población del mundo quiere controlar todos los recursos naturales del planeta”.
A través del control de las formas de producción, Themba denuncia el alto valor de los alimentos en el sur de África. “Los campesinos no pueden producir de acuerdo con su modelo, tiene que producir de acuerdo con un modelo impuesto, con transgénicos y otros elementos del capital, como el veneno”.
Otro elemento destacado por el africano fue la represión por parte del Estado y la impunidad de las acciones violentas que él ejecuta. “Hay mucha impunidad, los responsables nunca son punidos por sus acciones. El gobierno envía la policía para garantizar esa política de represión, así es en África y así pasó también aquí en Pará”.
Shalmali, representante de la Focus on the Global South, organización de India aliada de La Vía Campesina, analizó la coyuntura asiática. De la misma manera que Themba, Shalmali destacó que la criminalización y la impunidad son elementos que marcan la realidad agraria en India. Según ella, eso es parte del proyecto de desarrollo presente en toda Asia.
Otro problema para los países de la región son los acuerdos de libre comercio. Las zonas francas, por ejemplo, próximas a las fronteras son áreas muy grandes y con políticas especiales para atraer los inversores, en perjuicio de los derechos de los trabajadores. Muchas familias son expulsadas de esas tierras para que puedan garantizar esos proyectos. Además de las zonas francas, Shalmali destacó también otros mega proyectos que impactan directamente los pueblos del campo. “Esos proyectos de Mega Inversión son programas financiados por empresas y bancos internacionales, donde puedo incluir proyectos hidroeléctricos, referente a minas y otros proyectos que se apropian de enormes cantidades de tierra, expulsando los pueblos de sus territorios”.
La colonización, según ella, está asumiendo grandes espacios en Asia. “Cuando se compra una grande cantidad de tierra en Bangladesh no se sabe quién las está comprando, pues son fondos que están en paraísos fiscales y no conseguimos ver los nombres que están por detrás de ese dinero”.
Y de la misma manera que pasa en otras regiones, la represión y la impunidad marcan las luchas sociales. “Vemos los defensores de los derechos humanos, los trabajadores, los campesinos en sus luchas y ellos no están seguros. Pues quien resiste es considerado terrorista. Estamos acompañando muchas desapariciones, prisiones, asesinatos. Y muchas veces no sabemos quién es policía estatal o privada, pues trabajan coyuntamente. Y la impunidad reina. Ella está apoyada por muchas clases sociales en nuestros países, incluso por el sector de las ONGs. La buena noticia es que la población no está inerte. Hay resistencia, hay lucha en muchas partes de Asia”, concluyó ella.
De la Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas de Palestina, Omar retomó la lucha del pueblo palestino ante las constantes tentativas de expulsión de su territorio originario. Según él “Palestina sufrió con sucesivas ocupaciones, un poco distinto de otros países. Después de salir del Imperio Otomano, entró en un mandato británico en que Inglaterra se alió a Egipto. Años después, la Gran Bretañaentregó todo el territorio a Israel, en 1947. El pueblo palestino se quedó restringido a una pequeña área de la zona de Gaza. Israel sabe que los palestinos son pequeños productores que viven de sus tierras, entonces lo que hacen es expulsar los palestinos de sus tierras, ofreciendo empleos con buenos salarios. De esa manera, cuando salen de sus tierras, los israelitas se las toman. La tentativa, por lo tanto, por parte de los Comités es intentar mantener los palestinos en sus tierras para garantizar que Israel no las tome. Además, Israel controla casi 90% de los fuentes de agua y, por lo tanto, los palestinos no tienen como acceder a agua sin la autorización de Israel”, destacó Omar.
El cultivo principal de Palestina son las aceitunas, oliveros para la producción de aceite. Las aceitunas ocupan casi 70% de las tierras productoras de Palestina. “Producimos pan, aceite de oliva, huevos e importamos la mayor parte de los cereales y otros alimentos que consumimos. E importamos, principalmente, de Israel. 25% de nuestra población trabaja en la agricultura. Como no tenemos industrias, el sector agrícola se torna muy importante para la economía de Palestina”, concluyó.
Miklos Attila, de Rumania, destacó que en Europa la realidad es similar. “El problema, tal cual en Rumania y Ucrania, es que grandes empresas detienen más de 1 millón de hectáreas de tierras. Todos los agricultores producen, pero así mismo compramos productos de Brasil, por ejemplo. Eso es consecuencia del modelo neoliberal. La tierra no está siendo utilizada para producir alimentos para su pueblo”. Federico, de Andalucía en España, también destacó que en el este europeo hay mucha concentración de tierras, de la misma manera que en muchas partes del mundo. “Están reduciendo las tierras públicas y las tierras comunes y aumentando las tierras que están bajo el control de pocas empresas”, concluyó.
La urgencia de la reforma agraria
Perla, de Paraguay, de la misma manera discutió sobre la concentración de las tierras que están sobre el dominio del capital, con destaque para la realidad de las Américas. “Nuestros territorios están concentrando proyectos del capital, que están disputando con los trabajadores y trabajadoras del campo y de la ciudad”. Para ella, “nuestras banderas de lucha por la reforma agraria hoy son todavía más urgentes y necesarias. Pero no es aquella reforma agraria que discutíamos hace 20 años, es un proyecto de reforma agraria integrada y popular, donde volvamos a convivir otra vez con la naturaleza, recuperando nuestros saberes ancestrales. Sin tierra y sin territorios no vamos a poder tener nuestra soberanía alimentaria. Somos muchos, somos muchas! Necesitamos unir nuestra lucha”.
El fraile Sérgio Görgen, del Movimiento de los Pequeños Agricultores de Brasil (MPA), destacó la falacia existente en el discurso del agronegocio sobre ser el responsable por la producción de alimentos en el mundo. ”El grano torna posible que el capital pueda dominar la agricultura, pues es fácil plantar, cosechar, secar y transformar eses granos en commodities. La preocupación no es si hay gente padeciendo de hambre o no, sino si el capital retorna. Su producción, por lo tanto, no es destinada para la alimentación de la población”.
Además, según el fraile, ese modelo de agricultura es un mega productor de carbono. Es un modelo “petrodependiente” del principio hasta el final. Veneno, fertilizante, maquinas, transporte, todo es petróleo. “El monocultivo en sí reduce la biodiversidad, destruye biomas y ecosistemas. Él trabaja con pocos variedades de alimentos, vegetales y animales y con poca diversidad de semillas”, destacó.
De la misma manera se da el impacto de ese modelo de producción sobre las aguas. “Sobre el agua voy a dar el ejemplo del Cerrado brasileño, que es un grande tanque de agua. Aproximadamente todos los grandes ríos de Brasil nacen en el bioma del Cerrado, así que conforme la soya domina el Cerrado, eso perjudica todo el tanque de agua del territorio brasileño. No sabemos la consecuencia que eso puede tener a largo plazo”, analizó el fraile Sérgio.
Para el representante del MPA, los campesinos y movimientos sociales de lucha por la tierra poseen grandes desafíos y la tarea de ofrecer a la sociedad un modelo sostenible para el futuro. “Nosotros, campesinos y campesinas, pueblos originarios, representamos la única esperanza que tiene la humanidad para que pueda existir en el futuro servicios ecosistémicos saludables y comida en la mesa. Tenemos que tener una propuesta de calidad de vida, de autonomía genética y energética, de control saludable del territorio, entre otros, que sea diferente de un discurso de años pasados. Solo nosotros podemos alimentar la población mundial, con capacidad y calidad”.
Silvia Ribeiro, de la ETC de México, destacó el momento de opresión y violencia que los movimientos sociales están pasando. “Estamos viviendo un momento de violencia. La muerte de Berta Cáceres, el asesinato de dos sin tierras en Paraná, este sitio donde estamos en Eldorado dos Carajás. Otra violencia fueron también los golpes de estado, como en Paraguay y en Honduras, que fueron apoyados por el agronegocio. El nivel de violencia sigue creciendo, pues estamos en un planeta finito. Las empresas también están en crisis y nos quieren trasmitirla. La reforma agraria además de justa es necesaria, es imprescindible e inteligente. La reforma agraria es necesaria pues se refiere a todos, es una cuestión de supervivencia. No se refiere solamente a los campesinos”, concluyó ella.
Autor: Cristiane Passos – Asesora de Comunicación de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) – Colectivo de Comunicación de la Conferencia Internacional de la Reforma Agraria. Investigadora de Derecho Agroambiental y Derechos Humanos de la Universidad Estadual Paulista – UNESP.