La integración sanitaria en Latinoamérica: una década de intentos
Mabel Severich Larrea
Lunes, Agosto 26, 2024
(Foto: Gentileza Embajada de Bolivia en México)

Del 21 al 23 de agosto de 2024, la Ciudad de México fue sede de la XI Conferencia Panamericana para la Armonización de la Reglamentación Farmacéutica (CPARF), evento organizado por el Gobierno de México a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), junto con la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) con el fin de incidir sobre la convergencia y el fortalecimiento de los sistemas regulatorios en la región, promoviendo la innovación y la producción local de tecnologías sanitarias, según indicaron los organizadores.

En el evento inaugural la Secretaria de Relaciones Exteriores de México, Alicia Bárcena, subrayó la importancia de estos esfuerzos colectivos, destacando que la pandemia de COVID-19 reveló las carencias y desigualdades estructurales en los sistemas de salud de la región, y cómo estas podrían ser mitigadas mediante una mayor coordinación e integración regional.

Vale recordar que este evento sigue la línea de iniciativas regionales anteriores, como las impulsadas por el Consejo de Salud de UNASUR, a través del Instituto Suramericano de Gobierno en Salud(ISAGS) que hace casi una década trató de avanzar hacia una mayor integración sanitaria en suramérica.

En esa línea, el Plan de Autosuficiencia Sanitaria, desarrollado bajo la Presidencia Pro Tempore de México en la CELAC (2020-2021) con el respaldo de la CEPAL, se posiciona también como un avance alentador en la estrategia regional para asegurar un mercado estable y mejorar la capacidad de producción local. Este plan, alineado con los esfuerzos previos de UNASUR, refuerza la visión de una América Latina y el Caribe más autónoma y preparada para enfrentar desafíos sanitarios de manera colectiva y coordinada.

A pesar de haber transcurrido casi una década, la región aún no ha logrado superar los grandes desafíos que impiden alcanzar una armonización regulatoria que posibilite la autosuficiencia sanitaria. Los avances han sido limitados y los logros obtenidos no han sido suficientes para revertir la dependencia estructural de las importaciones farmacéuticas, que persisten a nivel nacional, sin consolidar el anhelado bloque regional.

No obstante, es imperativo que los países de la región impulsen con mayor vigor la armonización y la convergencia regulatoria, reconociendo su carácter esencial como política regional. Según la exposición de la canciller Bárcena, los principales beneficios derivados de esta iniciativa serían:

  1. Mejorar el acceso equitativo a la salud: Un sistema de salud más integrado y autosuficiente garantizaría un acceso más amplio y justo a medicamentos y vacunas, especialmente durante crisis sanitarias.
  2. Fortalecimiento de la producción local: Desarrollar la capacidad de producir localmente medicamentos y dispositivos médicos reduciría la dependencia de importaciones y fortalecería las economías regionales.
  3. Aceleración de la innovación: La armonización regulatoria facilitaría la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos y tecnologías, apoyando la creación de soluciones adaptadas a las necesidades específicas de la región.
  4. Creación de un mercado estable y eficiente: Un mercado regulado de manera uniforme a nivel regional aumentaría la eficiencia, reduciría costos y fomentaría la competitividad en la industria farmacéutica.

El sueño de una Agencia Latinoamericana de Regulación Sanitaria,sigue siendo una meta ambiciosa, pero necesaria para consolidar la soberanía sanitaria en la región. La necesidad de una América Latina más unida y autosuficiente en salud es cada vez más apremiante. A pesar de los desencuentros iniciales, esta visión sigue siendo esencial para garantizar un futuro más saludable para nuestra región.