La obra denuncia los horrores del terrorismo de Estado y el vigor de mujeres que no se doblegaron
LEONARDO WEXELL SEVERO / COMUNICASUL
TRADUCCIÓN: MAURICIO AVILE ALVAREZ
Un hijo que patea, llora y grita mientras es arrancado de los brazos de su madre por guardias que cumplen las órdenes de la justicia colombiana, ciegos, sordos y mudos a las quejas de cualquier opositor. Cientos de jóvenes que, acusadas o condenadas como guerrilleras por redes de informantes -construidas a base de recompensas ofrecidas para denunciarlas- son arrojadas, encerrados en la humedad de prisiones inmundas y precarias, y abandonados por el estado opresor. Una enorme cantidad de madres cabeza de familia que no saben cuándo -y si- volverán a ver a sus queridos pequeños, ya sea por la distancia, la desnutrición o incluso por la represión que no perdona a nadie contrario al gobierno fascista.
Este es el conmovedor relato contenido en la obra teatral “Fuga de voces, memoria de la presas políticas”, descripción sencilla y directa con la que nueve mujeres en escena, el grupo Bataklán, bajo la adaptación y dirección de Jorge Balencia Villegas, se hace eco de las letras, poemas y denuncias recopilados por la socióloga Liliany Obando.
Por la contundencia y vehemencia en el abordaje, la presentación acaba de recibir uno de los premios a las prácticas artísticas y culturales del Centro Memoria, la Paz y la Reconciliación de Colombia.
“Son testimonios que escribí, incluido el mío, y otros que recopilé mientras era presa política”, dijo Liliany, quien fue condenada por el Estado colombiano a 70 meses por rebelión, “en tres ocasiones dentro de un mismo proceso”. “Esta es una obra que da vida y hace resonar los testimonios para que se conviertan en memoria viva, jamás olvidada y jamás repetida”, enfatizó.
El hecho, denunció, es que a casi seis años de la firma de los Acuerdos de Paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), en septiembre de 2016, en La Habana, el presidente Iván Duque continúa tienen privados de libertad a 300 excombatientes, además de otros 2.000 líderes sociales, defensores de derechos humanos y jóvenes de la llamada “Primera Línea”, la línea de defensa contra la brutal represión policial.
La activista de derechos humanos recordó que antes de ser encarcelada “ya había hecho un trabajo solidario con los presos y presas políticas de nuestro país, porque en Colombia hay una persecución constante del pensamiento contrario, contra los que se rebelan y quieren construir un país diferente”. “. Su militancia se remonta a las Juventudes Comunistas, cuando su primera tarea fue visitar a los perseguidos por el gobierno, relacionándose con familiares y abogados.
“Cuando entras en la militancia política contra una dictadura, contra un gobierno opresor, sabes que una de las posibilidades es terminar en la cárcel. Fui detenida en la Operación Fénix, que violó la soberanía de Ecuador e, ilegalmente, obtuvieron las computadoras de Raúl Reyes, entonces miembro del secretariado de las FARC, asesinado en esa operación, y me vincularon a él en un proceso judicial. Era mi jefe directo. El bombardeo fue el 1 de marzo de 2008 y fui detenida el 8 de agosto de ese año”, relató.
En esa época, el ataque aéreo y terrestre en territorio ecuatoriano desencadenó una grave crisis diplomática, provocando que Ecuador y Venezuela cerraran sus embajadas en Bogotá, en protesta por la agresión colombiana.
El discurso al unísono de los medios conservadores hablaba de “agresión”, “falta de respeto” y “violación de la soberanía”, la misma cotidiana usurpada por la multiplicación de bases militares estadounidenses en territorio colombiano. No es casualidad, recordó Liliany, que “absolutamente todas las fuerzas policiales y militares de este país tengan doctrina y entrenamiento estadounidense”. “La formación de grupos paramilitares y todo lo relacionado con técnicas de tortura viene de la Escuela de las Américas. El gobierno de Estados Unidos está, por tanto, siempre más que presente: ofrece desde doctrina, asesoría y apoyo hasta enseñanzas prácticas sobre cómo formar grupos paramilitares”, condenó.
Una vez tras las rejas por su pensamiento crítico y por defender un país diferente, dijo Liliany, comenzó a contactarse con presos y presas políticas “y nos organizamos colectivamente para mantener nuestros principios, nuestra coherencia política e ideológica, nuestra moral”.
“Estos son testimonios que escribí, incluido el mío, y otros que recopilé mientras era presa política”, relató Liliany.
Con un trabajo colectivo intenso, la organización comenzó a desarrollar una acción de defensa de los derechos humanos y de recuperación de la dignidad de las personas privadas de libertad, no sólo de los presas y presos políticos, “que hay muchos, involucrando a sindicalistas, estudiantes y otras organizaciones sociales”. Muchas personas, es necesario subrayar, “que fueron encarceladas por denunciar a un Estado excluyente y por exigirle que cumpla con su deber y con sus derechos”.
“Estos son testimonios que escribí, incluido el mío, y otros que recopilé mientras era presa política”, relató Liliany.
LAS MUJERES, LAS MAYORES VÍCTIMAS
Según Liliany Obando, el tema de las mujeres privadas de libertad es “muy sensible y sumamente doloroso, porque son las invisibles dentro de las invisibles en las cárceles colombianas”. “En la práctica, no hay un enfoque diferencial de género y las condiciones son las peores posibles. Hay muchas mujeres que llegan por delitos de pobreza, exclusión, la mayoría son madres cabeza de familia, lo que hace más dramática la situación, porque son arrebatadas a sus hijos. Al fin y al cabo, ellas eran las que garantizaban la vida, el sustento”, describió.
Para la investigadora, que tejió con calor humano y esperanza la trama de la obra, el reconocimiento de la pieza “forma parte de la lucha por la justicia social”. “En este caso contamos con la fortuna de estos testimonios, que fueron recopilados a lo largo del tiempo, que escribimos en la cárcel, registrando vivencias para que trasciendan mucho más allá de los muros. Para que nuestras voces no sean silenciadas”, contó. Estos reportajes y experiencias se concretaron con Bataklán, un grupo de teatro profesional que se interesó en dar vida a estos testimonios de mujeres privadas de libertad.
Como la propia obra describe, el tema de la población carcelaria es un tema desastroso: en primer lugar, por las condiciones físicas, pero también por los abusos de los carceleros -que incluyen torturas y malos tratos- y la precariedad de la alimentación, temas que ya han rendido, incluyendo denuncias de organismos internacionales. “A veces entregan alimentos en estado de descomposición, no respetan los horarios… El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario es una de las instituciones más corruptas del país, haciendo de la privación de libertad un negocio lucrativo”.
ENTUSIASMO POR EL CAMBIO
Según Liliany, lo que está pasando en Colombia, “y lo que nos emociona bastante, es que durante mucho tiempo reinó el miedo y el terror, que hizo que muchas personas, a pesar de apoyar causas justas, se volvieran tozudas, aterrorizadas”. “No hubo dictaduras militares como las del Cono Sur, sino otro tipo, una dictadura disfrazada, en manos de un bipartidismo liberal, conservador, con distintos matices y con una clase dirigente asesina en el poder”, señaló.
“Entonces este es un momento de despertar para todos los colombianos, de rescatar tantas luchas que han inspirado a hombres y mujeres que no se han doblegado, que a lo largo de Nuestra América han alimentado la resistencia. Creo que las elecciones del 29 son el momento más importante que ha vivido nuestro país, ya que tendremos la oportunidad de llevar al poder un gobierno real, que nos permita caminar hacia la construcción de una verdadera democracia, que nos permita seguir adelante y dejar atrás tantas cosas que han pasado, pero sin olvidar”, agregó Liliany.
De acuerdo con la investigadora social, con la victoria de Gustavo Petro y Francia Márquez, presidente y vicepresidenta, el pueblo espera superar el revés “a través de una decisión democrática, a través del libre ejercicio del sufragio, con elecciones limpias y seguras”. “Esto es lo que nos va a dar la posibilidad de que, por primera vez en nuestra historia republicana como país, tengamos un gobierno alternativo que piense en su propio pueblo, que está lleno de esperanza y cansado de tanta sangre derramada, muerte, terror e injusticia”.
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