Tatuy Televisión gana por 2da vez el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, y además de sentir una profunda emoción por el reconocimiento a nuestro trabajo, nos conmovemos porque es un reconocimiento a las luchas del pueblo venezolano. Ese pueblo que en medio de una profunda crisis se preocupa y ocupa en la búsqueda del pan de cada día, pero al mismo tiempo hace invalorables esfuerzos por seguirse organizando, sostener sus colectivos, edificar sus comunas, defender sus tierras, sembrar los alimentos, formarse en los ideales y principios bolivarianos, crear, fundar, defender y hasta poner la vida por el proyecto revolucionario. Ese pueblo que no tiene tiempo, ni recursos, ni suficiente poder para formar parte del debate y la opinión pública, que no puede detenerse a decir algo en esta tremenda batalla política y simbólica que libramos, y que sin embargo es fuente principal de nuestro trabajo comunicacional.
Día tras día, Tatuy Televisión recoge las demandas, informaciones, acciones, opiniones, reclamos, auxilios y convocatorias populares al calor de la resistencia contra las viles consecuencias de las sanciones unilaterales, la avanzada de la burguesía apátrida, y el peligroso y silencioso reformismo; retratando los rostros y registrando las voces de los cientos de miles mujeres y hombres en las que permanece el fuego revolucionario y el ideario del gran hombre y líder político que fue el Comandante Chávez.
Los tiempos cambian, pero la lucha de clases permanece intacta, desgarradora. Los y las pobres siguen siendo quienes van pagando las consecuencias de las crisis, y de tanto aguantar, muchas veces se van quebrando, poco a poco, apagándose, desmovilizándose, despolitizándose. Como medio comunitario, nuestra labor vital no es menos que la de evitarlo a toda costa, custodiando, acompañando, sistematizando, informando, analizando y divulgando. Sumándonos a todas las luchas posibles, a las luchas por la tierra, a las luchas comunales, a las de estudiantes, artistas, educadores, a las luchas feministas, o las de los obreros y obreras, a las internacionalistas. Arengándolas, nutriéndolas, acompañándolas. No hay otro camino, es nuestro deber.
Estamos convencidos y convencidas de que en esta gran batalla de sentidos, tan política como simbólica, nuestro peor enemigo es la despolitización, y nuestro peor riesgo es que esas luchas populares terminen capitalizadas por la derecha. De modo que aunque mucho de lo que decimos o expongamos moleste, incomode o duela, con Chávez nacimos y con Chávez continuamos esta ardua batalla por convencer: “uno tiene que salir de los palacios y de las oficinas y coger calle, y oír al pueblo, que el pueblo lo interpele a uno, lo regañe, lo agarre por la pechera (…) entonces uno tiene que salir darle la cara al pueblo, a los reclamos de los trabajadores, de las mujeres, de los niños, de los estudiantes, y no refugiarse ni voltear la cara para acá o voltearse para otro lado”