Luis Alberto Lacalle Pou asumió la presidencia del Uruguay el 1 de marzo y una de las primeras medidas que tomó en política exterior fue la de retirar a su país de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en sintonía con otros gobiernos de derecha en la región que tomaron la misma decisión. En tiempos de crisis por el COVID-19 la región no cuenta con el Instituto de Salud que había creado la UNASUR para trabajar de manera conjunta y coordinar políticas de salud. Para conocer la experiencia de la UNASUR en el tema sanitario NODAL consultó a Mariano Nascone, exdirector de UNASUR (2015-2018) y del Mercosur (2011-2015), magister en Politicas Públicas y Gerenciamiento del Desarrollo de la Universidad de San Martín (UNSAM) de la Argentina.
Por Pedro Brieger, director de NODAL
¿Cómo analizá el fenómeno COVID-19 a la luz de su experiencia en un organismo regional como UNASUR?
En un mundo globalizado y multipolar en sus relaciones de poder no deberían quedar dudas de la importancia de los organismos de integración regional. Ya no sólo para coordinar posiciones conjuntas entre los países para una mejor inserción en el plano internacional que fortalezca sus estrategias de desarrollo. En el caso del Covid-19 se evidencia también su importancia para articular políticas de prevención y rápida acción en materia de salud pública, conexión de vuelos, repatriación de personas, temas de frontera, cooperación, entre otros. Queda demostrado también, que la integración no debe ser solamente económico comercial incluyendo otras agendas como salud, social, educación, política, etc. Los incendios que se sucedieron en el Amazonas, el dengue, los fenómenos migratorios masivos, los terremotos, inundaciones y otros problemas que suceden en nuestra región y el mundo demostraron que los daños pueden ser peores si no coordinamos al menos con nuestros países vecinos. Desde UNASUR contamos con una institucionalidad joven -pero eficiente- a la hora de actuar rápidamente ante cada uno de estos casos que puede ser recuperada.
¿Cómo puede actuar hoy Prosur tomando en cuenta que es un organismo de reciente creación?
Prosur por el momento es un foro de presidentes alineados ideológicamente que nació con exclusión de algunos países, no posee estructura, presupuesto ni un marco normativo que lo regule. Se identifica con una orientación neoliberal que promulga las recetas de ajuste del Fondo Monetario Internacional que tanto daño le hacen al sector público en general, y de salud, en particular evidenciando aún más su gravedad ante casos como el del COVID19. Sería conveniente recuperar una estrategia de convergencia regional. Por ejemplo, UNASUR creó el Instituto Sur Americano de Gobierno en Salud (ISAGS) con sede en Río de Janeiro, la Comunidad Andina cuenta con el Organismo Andino de Salud (ORAS-CONHU) con sede en Lima, y el MERCOSUR tiene un grupo de trabajo permanente y una reunión de Ministros/as. Desde UNASUR hicimos cinco mesas de convergencia donde reunimos a todos los espacios de integración para trazar una agenda común que fortalezca capacidades y evite la duplicidad de esfuerzos. Quizás la CELAC, con la presidencia pro témpore actual de México pudiera retomar este trabajo de coordinación teniendo en cuenta los liderazgos positivos para nuestra región de Manuel López Obrador y de Alberto Fernández en Argentina.
¿Cuáles fueron las actividades concretas que realizó la UNASUR en temas sanitarios y qué se puede aprender de su experiencia?
En UNASUR creamos el ISAGS para consensuar posiciones, realizar investigaciones y asesorar permanentemente a los Ministros/as y Autoridades de Salud de los doce países de Suramérica. Coordinábamos respuestas ante emergencias de salud pública -como nuevas enfermedades y pandemias- contando con grupos de trabajo de científicos sobre Vigilancia Epidemiológica, Fortalecimiento de los Sistemas Públicos de Salud, Tecnologías Sanitarias, entre otros. Hicimos mucho en materia de salud. Creamos un Banco de Precios de Medicamentos para comparar cuanto pagaban los países por el mismo medicamento y así realizar compras conjuntas ahorrando casi 1000 millones de dólare ssólo en la compra de 34 medicamentos; estábamos investigando las capacidades de producción de medicamentos en nuestros países; implementamos un Plan Regional de Prevención y Control del Cáncer de Cuello Uterino que afecta principalmente a las mujeres y de bajos recursos en la región; presentamo smás de 30 posiciones conjuntas ante la Asamblea Mundial de Salud que nos permitían negociar como bloque en el plano mundial; y siempre todo lo hacíamos entendiendo la salud como un derecho, con foco en los determinantes sociales y con el objetivo defortalecerla gobernanza pública en salud en Suramérica.
Creo que uno de los aprendizajesde mi experiencia en UNASUR y de la pandemia actuales que nuestros países tendrán mayores niveles de desarrollo si fortalecen su esfera pública de forma coordinada. Lo regional no reemplaza lo nacional, lo fortalece. Es el sistema público de salud actualmente el que está salvando miles de vida en todo el mundo ante esta pandemia, siendo el Estado en sus diversas expresiones quien está respondiendo cada día. Ojalá lo recordemos, cuando pasado este fenómeno, vuelvan a sonar desde los sectores concentrados de poder las voces de austeridad y disciplina fiscal.