M.H.: ¿Qué ha significado la pasada jornada nacional de movilización en Colombia, el martes 21, que ha contado con tu Universidad Pedagógica Nacional como uno de los espacios de encuentro?
R.V.C.: Colombia es un país que no tiene una tradición de realizar movilizaciones y luchas significativas en los meses de diciembre y enero, es una tradición histórica de décadas, que se ha roto el año pasado y este, puesto que al final del año anterior hubo importantes movilizaciones hasta el 20 de diciembre y ahora ésta un mes después aunque no ha sido tan contundente y masiva como la del año anterior, sobre todo que la del 21 de noviembre y las posteriores. Pero sí es importante, teniendo en cuenta esta tradición, que no suelen haber movilizaciones en este momento del año, pero además hay que agregar el factor de miedo y represión sistemática que se viene dando en el país.
Hay un hecho que seguramente no se conoce fuera de las fronteras colombianas, y es el sistemático asesinato de lo que aquí se llaman líderes sociales, aquellas personas con algún compromiso en sus comunidades, barrios, juntas comunales o algún tipo de asociación. Es un genocidio el que estamos viviendo. En lo que ha corrido del año hay más asesinados que el número de días que han transcurrido. Se están realizando asesinatos diarios de una persona por lo menos en promedio. Es una política de miedo que por supuesto incide en los niveles de movilización.
Y el segundo elemento es la propaganda mediática generando terror y miedo, azuzando a que no se realice ningún tipo de movilización. Se difunden noticias diciendo que las protestas están financiadas por Rusia. Mike Pompeo ha reafirmado aquí en Bogotá denuncias que había hecho la Vicepresidenta del país. Lo cual afirma que seguimos viviendo en el ámbito de la Guerra Fría, como si el mundo no hubiera cambiado, para decir que no hay razones fundamentales para la movilización.
M.H.: En el transcurso de este año han muerto 23 líderes y lideresas entre los cuales se registran tres firmantes del Acta del acuerdo de paz entre las FARC y el Estado colombiano en estos primeros días de 2020, según el reporte de Indepaz. Pero en tu país paralelamente se ha desarrollado la denominada “Cumbre mundial contra el terrorismo” con la presencia de Juan Guaidó y del secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo.
R.V.C.: Eso lo que indica, y es algo que produce vergüenza, es que hoy Colombia, y en particular Bogotá es una de las capitales mundiales del terrorismo internacional. Porque cuando estos países hablan de terrorismo lo que están haciendo es impulsar el terrorismo de Estado. Y si algún país es responsable del terrorismo de Estado a nivel mundial es EE UU. Lo confirmamos el 3 de enero de este año cuando se produjo el asesinato preventivo de un alto militar iraní.
Colombia está inscripta en esa misma lógica, que es la misma de Israel y Medio Oriente. Y aquí la clase dominante se enorgullece en decir que somos el Israel de Sudamérica. Colombia y Bogotá y el Estado colombiano es una punta de lanza del terrorismo de EE UU contra los pueblos latinoamericanos. Y que se reúnan en Bogotá es simplemente reafirmar ese carácter terrorista. Porque en Colombia también hay una serie de cuestiones internas que se han desenmascarado en las últimas semanas, que tienen que ver con la reactivación oficial de persecuciones, escuchas telefónicas, seguimiento a muchas personas, incluso liberales, antiguos funcionarios y eso ha sido planeado y realizado directamente por el Ejército, por oficinas de Inteligencia y Contrainteligencia.
También el Ejército está implicado en asesinatos y desapariciones. Me imagino que en Argentina ha sido noticia el caso del padre del futbolista Quintero que juega en River Plate, que fue desaparecido hace 25 años y el responsable de la desaparición acaba de ser nombrado por el presidente Duque como jefe del Ejército. Y ese hecho tuvo alguna noticia hace unas semanas porque el futbolista tiene alguna fama, y eso hizo que Duque se refiriera al caso de manera demagógica. Pero eso es algo reiterado, estamos hablando de miles de desaparecidos que no tienen la suerte de Quintero de posar en los medios de comunicación porque tienen algún reconocimiento público. Estamos asistiendo a este tipo de cosas.
Acaban de dar noticias mundiales que dicen que Colombia es el país más corrupto del mundo y la corrupción se da en los altos niveles del Estado, en el sector privado, en el Ejército, en el manejo de los dineros del Plan Colombia, en las relaciones con el gobierno espurio de Juan Guaidó, donde se utilizan a los paramilitares, a Los Rastrojos, a criminales para que pase las fronteras y todo eso se tapa con esta cumbre anti terrorista donde EE UU reafirma su política de derrocar al gobierno legítimo de Venezuela y para eso cuenta con su principal socio que es el gobierno colombiano.
Eso es lo que se ha reafirmado aquí en Bogotá hace pocos días, donde Pompeo ha dicho en forma descarada que Guaidó es el elegido, como si hubiera ganado alguna elección, con los EE UU incluso violando todos los procesos de la democracia liberal, como se ha dado en la Asamblea Nacional de Venezuela, donde ni siquiera tuvo la fuerza para ser reelecto. Pero aquí se reafirma ese carácter golpista que se apoya directamente desde Colombia y que cuenta con el respaldo de los EE UU. Y ahora cuenta con nuevos socios, porque muy pocos gobiernos de Sudamérica respaldan al gobierno de Nicolás Maduro. Se agregan al bloque opositor Uruguay y Bolivia que acaba de vivir un golpe de Estado.
M.H.: El Comité Nacional del Paro ha propuesto una mesa de diálogo social con una agenda de 13 puntos presentada al gobierno colombiano ¿cuáles han sido los resultados?
R.V.C.: Los resultados en términos de logros no han sido muchos. Los principales han sido en términos de la movilización, del despliegue de colombianos por primera vez. Que muchos sectores han perdido el miedo a la movilización. Pero el gobierno incluso ha dado muestras de no atender para nada las reivindicaciones porque, por ejemplo, el año anterior se aprobó la reforma tributaria que era uno de los puntos originales de la movilización y este año se anuncia, y se reafirma con la venida de Pompeo, que se va a reanudar la política de lucha contra los cultivos mal llamados ilícitos usando glifosato. Esa es una de las cosas que se habían acordado en La Habana que no se iban a volver a realizar.
El gobierno da por sentado que la protesta no existe, que las reivindicaciones no tienen importancia, incluso se burla, a pesar que esas reivindicaciones han ido incorporando el sentir de muchos sectores de la población, más allá incluso del pliego original, ahora se llegan a puntos donde se incluyen cuestiones estratégicas como cambiar la doctrina militar, renunciar al fracking, desmontar los aparatos represivos del Estado. Estamos hablando de cosas de fondo que requieren de movilización social y política y es lo que estamos viendo si se logra consolidar en el curso de los próximos meses.