La Organización de Estados Americanos (OEA) está a las puertas de elegir a la persona que asumirá el cargo de secretario general el próximo 20 de marzo.
Tres candidatos aspiran al puesto: el peruano Hugo de Zela; el actual secretario general, el uruguayo Luis Almagro, y la excanciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa. EL HERALDO conversó con esta última sobre su candidatura.
La diplomática fue nominada por las representaciones de las islas de Antigua y Barbuda y por San Vicente y las Granadinas y, de resultar electa, sería la primera mujer en ocupar dicha posición. Aquí la entrevista:
¿Cuál es la diferencia esencial de su propuesta para el cargo de la Secretaría General de la OEA con relación al actual secretario?
La diferencia esencial es que yo soy una persona de diálogo. No polarizo. Eso lo demostré el último año presidiendo la Asamblea General de las Naciones Unidas en temas políticos internacionales altamente sensibles. Mi candidatura ofrece romper con la división y la confrontación que se vive en el hemisferio. Para nadie es un secreto que ningún conflicto regional se ha solucionado, más bien se ha profundizado la polarización y las diferencias. Eso no puede continuar así.
Otra diferencia sustantiva es que estoy familiarizada, plenamente convencida y comprometida, con los cuatro pilares de la Organización: el desarrollo integral, la seguridad hemisférica, el fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos. Mi formación, experiencia profesional y diplomática, mi rol de ministra en diversas carteras me permiten conocer de primera mano estos cuatro ejes.
La agenda de desarrollo integral, para darle un ejemplo, ha estado invisibilizada y olvidada. La OEA ha estado ausente de los grandes debates internacionales donde el hemisferio podría tener una voz potente sobre múltiples temas que nos unen a las Américas y el Caribe como el cambio climático, las migraciones, la financiación para el desarrollo, el fortalecimiento de las democracias y la seguridad.
La solidaridad hemisférica para avanzar hacia el desarrollo sostenible no forma hoy día parte de la agenda de la Organización, siendo uno de los propósitos de la Carta y prioridad para la gran mayoría de los Estados miembros. Yo pretendo impulsar una mayor solidaridad hemisférica con más cooperación y más integración con base en una agenda positiva.
Nuestra candidatura tiene objetivos muy claros: revitalizar la OEA, modernizar su agenda transformándola en un organismo multilateral sólido y confiable.
¿Qué lectura hace de lo que está pasando en América Latina con la salida de Evo Morales, lo que ha pasado en Chile, los conflictos internos en Nicaragua con Ortega, lo que está viviendo Venezuela?
Cada país tiene su propia realidad social, económica, cultural y política. El secretario general debe ser consciente de estas realidades, especialmente antes de emitir alguna opinión, de impulsar alguna iniciativa o de asesorar a los Estados en sus deliberaciones y decisiones, especialmente cuando se trata de crisis políticas nacionales.
Lo que sucede en la región es una desconexión entre las expectativas y demandas de importantes grupos de la población y la respuesta que encuentran en las políticas públicas, en sus gobiernos.
Millones de personas, entre ellas los pueblos indígenas, los jóvenes, las mujeres, han quedado al margen de las promesas del desarrollo y de la globalización. Se sienten inseguras sobre su presente y su futuro. Temen al desempleo, a la inseguridad, a la falta de acceso a la salud. Le temen a los conflictos, a la guerra, al terrorismo y a la crisis climática. Le temen a las amenazas contra sus territorios y sus medios de vida. Le temen a la pérdida de sus culturas y de su propia memoria histórica.
En esta desconexión entre las expectativas de la gente y las respuestas institucionales y políticas, la OEA puede jugar un rol de puente. Puede desempeñar un rol central como plataforma de diálogo y entendimiento, de acción colectiva. Contamos con el mandato, con los instrumentos jurídicos interamericanos. Imagínese usted que la organización alcanzara la credibilidad y confianza necesaria para ser ese puente, ese espacio facilitador, ese ente asesor.
Se convertiría en un gran instrumento para acabar con las desconfianzas y para canalizar las expectativas y demandas de estos grupos a sus Estados, como un espacio, un mecanismo verdaderamente imparcial, donde se identifiquen las coincidencias y lo que más beneficio trae al conjunto de la sociedad. Este tipo de Organización en este momento no existe.
¿Qué le pasa a la democracia de la región?
La democracia no es algo estático. Está siempre en transformación, perfeccionándose y adaptándose a las realidades de cada uno de nuestros países. No podemos esperar que un sistema político sea igual a otro, o que los problemas y las diferencias se resuelvan de la misma manera en uno y otro país.
A la democracia le pasa lo natural. Evoluciona. Se transforma. En este proceso lo importante es tener claro el rol que debe desempeñar la OEA para acompañar a nuestros países en el fortalecimiento de sus sistemas políticos, en sus instituciones, y en el fortalecimiento permanente del Estado de derecho.
La lucha contra la corrupción pública en la región no parece avanzar y los escándalos en los países a veces con diferentes matices siguen golpeando a los más pobres porque son recursos que no se invierten en ellos. ¿Hay algo que se pueda hacer desde la OEA?
Sí, y mucho. Existe un fenómeno global de desconfianza hacia las autoridades y las instituciones. Eso lo podemos ver en distintos estudios de opinión y la corrupción es precisamente uno de los problemas que más rápido erosiona la confianza ciudadana.
La corrupción es un fenómeno muy complejo y existen muchas aproximaciones para combatirlo: educación, reglas claras en la rendición de cuentas, procesos institucionales sólidos, transparencia en las compras públicas, entre otras medidas.
Siempre existe un importante valor agregado de un programa de cooperación y asistencia técnica de un organismo multilateral que ofrezca expertos independientes, con experiencias y buenas prácticas de diversos Estados, muy útil para atacar las raíces estructurales de la corrupción. El combate a la corrupción y el fortalecimiento de la democracia deben ir de la mano.
La OEA tiene el mandato para acompañar a los Estados en sus esfuerzos nacionales en contra de la corrupción. Precisamente ese tipo de asistencia se ha intentado en Honduras. La Convención Interamericana contra la Corrupción, que es incluso pionera, de varios años antes de la Convención de las Naciones Unidas del año 1997, nos ofrece la guía para cumplir con este rol asesor.
A propósito de corrupción e impunidad y lo que usted menciona sobre Honduras, el gobierno suscribió con la OEA el acuerdo de creación de la Misión de Apoyo a la Lucha contra la corrupción e Impunidad (Maccih).¿Hasta dónde estas misiones pueden atacar las raíces estructurales e históricas de la corrupción? ¿Cuál debe ser el camino?
Creo que los ejes de esta Misión de prevención, de reforma política, de justicia penal y seguridad pública son muy pertinentes para atacar las causas estructurales de la corrupción. Y como le decía antes, la OEA tiene el mandato y el deber de acompañar a los Estados que lo soliciten en este tipo de iniciativas.
Sin embargo, se debe tener absoluto cuidado en los límites de este apoyo y en los pasos que se deben emprender para avanzar en estas transformaciones, brindando una asesoría técnica del más alto nivel, asegurando la apropiación de las instituciones nacionales y la legitimidad social y política necesaria para que estas propuestas, estas transformaciones, sean eficaces.
Solamente los actores nacionales pueden decir si esto está lográndose o si la cooperación no está funcionando. Creo que siempre se debe tener mucho cuidado en asegurar que el rol de las misiones de la OEA o cualquier organismo multilateral en cualquier tema esté apegado a la legalidad y la institucionalidad nacional, y al mandato y acuerdo con los gobiernos.
Luego de mi elección priorizaré la revisión de los resultados de esta Misión, conversaré con las autoridades hondureñas para conocer su evaluación y conocer si existen condiciones para continuar con el apoyo de la OEA.
¿Cuál es la salida a la crisis de Venezuela? ¿Y cómo ha visto el rol del actual secretario general de la OEA?
Lamentablemente, el tema de Venezuela ha polarizado y dividido al continente. Y es claro que el rol del secretario general no ha sido el que le corresponde cumplir a la persona que encabeza un organismo multilateral.
Imagínese usted al secretario general de las Naciones Unidas tomando partido y encabezando campañas en contra de cada país en el mundo donde existen conflictos internos. Si esto sucediera, la ONU perdería legitimidad como interlocutora válida para contribuir a superar múltiples crisis en diferentes regiones del mundo, donde no existe una Organización como la OEA. Y precisamente porque nuestro continente cuenta con esta organización para hacer frente a crisis políticas, es que su secretario general debe actuar con imparcialidad y responsabilidad.
El hecho de que se hayan creado numerosos grupos ad hoc para tratar este tema revela la falta de efectividad de la ruta que hasta hoy se ha seguido para apoyar a los venezolanos en la solución de esta crisis.
La OEA necesita contar con una Secretaría renovada, con legitimidad, y que brinde la posibilidad de encauzar un diálogo genuino para lograr acuerdos concretos que ayuden a superar esta crisis.
Grandes conflictos políticos y armados a través de la historia se han resuelto con diálogo. En nuestro continente, precisamente en América Central, conflictos armados, que acabaron con la vida de decenas de miles de personas, se resolvieron en una mesa de diálogo y reconciliación. Cuando sea elegida secretaria general estableceré una hoja de ruta, en consulta y acuerdo con todos los Estados, para cada caso contencioso que enfrenta el hemisferio. Dialogaré con todas las partes involucradas en el conflicto venezolano. Y si ellas están de acuerdo, pondré mis mejores esfuerzos para contribuir a una salida eficaz y duradera.
Uno de los problemas que está viviendo la región, en particular Centroamérica, es el migratorio y el surgimiento de caravanas, lo que ha llevado a EE UU a firmar acuerdos bilaterales para restringir y controlar la migración.¿Funcionan este tipo de muros? ¿Esa es la solución?
Creo importante decir que la OEA debe ser un actor multilateral central en el tratamiento del tema migratorio. Nuestro continente es único, ya que tenemos países de origen, de tránsito y de destino de migrantes. Es por ello que la migración debe convertirse en uno de los temas prioritarios de la Organización. Nuevamente, la OEA ha estado ausente del debate internacional y de las propuestas para enfrentar el fenómeno migratorio.
La solución está en coordinación hemisférica, en solidaridad continental, en respeto a los derechos humanos y en acciones colectivas para atacar las causas estructurales que la provocan como las desigualdades, la pobreza y la inseguridad.
Si una persona se encuentra satisfecha con sus ingresos, su seguridad y con posibilidades de cumplir su proyecto de vida, no arriesgará su vida como un inmigrante ilegal. Mi intención es priorizar la agenda de desarrollo integral, poner toda la capacidad y la institucionalidad de la Organización para colaborar en las estrategias de desarrollo de los países del hemisferio, especialmente en el Caribe y Centroamérica.
Creo fundamental que la OEA se active en una cruzada para combatir uno de los crímenes más graves en el hemisferio que es la trata y el tráfico de personas. El 70% de las víctimas son mujeres y niñas. Esto debe ser parte de nuestra acción colectiva.
Tras ser la primera mujer latinoamericana en dirigir la Asamblea General de la ONU, ¿usted siente que tiene los votos para ser la primera mujer en dirigir la Secretaría General de la OEA?
Yo me siento muy honrada de haber sido propuesta por Antigua y Barbuda y por San Vicente y las Granadinas como candidata. Como lo he dicho en otras ocasiones, esto lo interpreto como una muestra de ese espíritu de ciudadanía americana y caribeña que está presente en nuestra historia común. Mi candidatura ha ganado reconocimiento y fuerza, y puedo decirle que cuento con una gran simpatía entre los gobiernos de la región.
Será también un gran honor convertirme en la primera mujer en la historia en dirigir la Secretaría General. Yo espero con mi elección y con mi desempeño contribuir al logro de la igualdad plena entre hombres y mujeres, a acabar con la violencia contra nosotras y, además, contribuir con un mayor empoderamiento de otras mujeres profesionales que luchan por ocupar espacios de toma de decisión. Sin duda seré una embajadora de las causas de todas las mujeres de las Américas y el Caribe. Lo he hecho ya en mis 30 años de vida profesional, durante mi presidencia de la Asamblea General de la ONU y lo haré también como Secretaría General de la OEA.
De llegar a la Secretaría General de la OEA, ¿cuáles serían sus primeras acciones y qué tipo de apoyo brindaría a Honduras?
En los próximos días presentaré una propuesta completa sobre mi visión y prioridades para la Organización y sobre mi función como secretaria general. Una vez elegida, desarrollaré esta propuesta en un plan de trabajo para presentar y validar con los Estados y contar con una hoja de ruta clara para los próximos cinco años.
En los próximos días solicitaré una cita con el presidente Hernández para conversar con él antes de la elección y conocer directamente de él sus expectativas sobre el nuevo ciclo que pretendo iniciar en la historia de la Organización. Mis prioridades y planes sobre Honduras debo conversarlas con el jefe de Estado.
Así lo he hecho ya con muchos países del hemisferio y lo seguiré haciendo. Escuchar las demandas, las expectativas, las ideas de los Estados y de las organizaciones de la sociedad civil es central en la construcción de un plan de trabajo serio. Como ya le mencioné antes, quisiera conocer de primera mano la apreciación que existe sobre el rol que ha desempeñado la Misión especial de la OEA en Honduras y evaluar si podemos continuar con el apoyo bajo un nuevo liderazgo en la Organización.
En términos generales, en el ejercicio de mis funciones continuaré priorizando el trabajo en favor de la democracia, pero con una nueva legitimidad y un refrescamiento en los estilos de trabajo de la Organización. Daré un impulso renovado a la agenda de desarrollo integral, a los temas de seguridad multidimensional y en este plan Honduras será, sin lugar a duda, una de mis prioridades.