El proceso de desintegración de la UNASUR comenzó en 2018, con la suspensión de la participación de seis de los doce países que la conforman: Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y Perú. El paso siguiente fue la denuncia del tratado por parte de cada uno de esos Estados para salir definitivamente del organismo creado hace diez años con sede en Quito, en el país de la mitad del mundo. Ecuador dio la estocada final y declaró el fin de su membresía cuando la Asamblea Nacional dio su aval con 79 votos a favor (de 70 necesarios), 36 en contra y 4 abstenciones de entre 119 asambleístas presentes. Allí, la legisladora nacional Gabriela Rivanedeira, de la bancada Revolución Ciudadana, y ex presidenta de la Asamblea Nacional hizo su defensa de la organización regional. En entrevista con NODAL, explica las razones por las que considera necesarias la integración.
En las antípodas de su pensamiento se ubica el presidente Lenín Moreno impulsor de la iniciativa para hacerse a un lado de la alianza. “UNASUR se transformó en una plataforma política que destruyó el sueño de integración que nos vendieron”, dijo en marzo vía cadena nacional en radio y televisión.
En su intervención ante la Asamblea Nacional usted destacó de manera positiva algunos propósitos expuestos en el tratado de la UNASUR como preservar la región como una zona de paz y las políticas conjuntas en temas sociales, como el banco de precios de medicamentos, ¿por qué sostiene que medidas de ese tipo son importantes para la región suramericana?
El debate de la UNASUR nos trae la revisión de lo que significó este organismo especialmente para la integración de nuestros pueblos en el último decenio. Creo que, en ese sentido, hay que reivindicar algunos logros. En primera instancia, el tema de la soberanía regional. Es decir, cómo a través de la unidad de los pueblos evitar que políticas injerencistas puedan alterar el rumbo de su propio desarrollo. Me parece que de ahí parte justamente la primera premisa que es la integración o la defensa de una zona de paz. Y esto nos duele porque Ecuador había propuesto la mesa de diálogo en el conflicto armado de Colombia, pero una de las primeras decisiones del presidente Moreno fue eliminarla y dar la espalda a ese proceso de paz del país que lastimosamente sigue en conflicto. Por lo tanto, allá vamos viendo los primeros retrocesos. Yendo específicamente hacia el área de salud, nosotros podemos ver que sin duda alguna en el tema de la política social de la UNASUR se propuso un objetivo que tuvo muchos avances que consistían en reducir las asimetrías en el área. Recordemos que este comité fue dirigido por Carina Vance, que fue ministra de Salud del gobierno de Correa en la Revolución Ciudadana. Es su gestión se impulsó la creación del banco de precios de medicamentos. Con ello los países se hubieran ahorrado más de 950 millones en 30 medicamentos por la compra conjunta. Ahí ya va una acción directa. Es decir, vemos por qué estas medidas son importantes para la región suramericana. Van desde lo simbólico, pasan por las decisiones políticas hasta los temas económicos como cerrar brechas de desigualdad, que se evidencia justamente con este tipo de políticas de compra en conjunto. Pero, además, eso ayuda a controlar el mercado, porque estamos diciendo que en nuestros países no podemos privilegiar a las farmacéuticas que son monopolizadoras de la distribución de los medicamentos. Por lo tanto, también, a través del tema de la independencia de los Estados se logró la no injerencia de laboratorios y transnacionales para la adquisición de medicamentos. Además, se avanzó en líneas marco para la definición de los cuadros básicos de medicamentos, así que me parece que esto fue fundamental. Son temas que quedaron truncos. La salida de algunos países y el boicot contra la UNASUR ha hecho que dependencias o comités como el de la salud de la UNASUR hayan dejado trunco un trabajo que venía siendo en favor de los Estados y de nuestros pueblos.
¿Qué significa la salida definitiva de Ecuador de este organismo y cuál es su impacto?
Podemos hablar de una salida del Ecuador producto de un viraje de la direccionalidad de la política externa e interna del gobierno del presidente Moreno. Es obvio para el mundo que la política económica da un giro fundamental cuando la línea internacional dio la espalda a organismos como la UNASUR, como el ALBA-TCP, entre otros, para regresar a la Alianza del Pacífico o para formar parte de la sesión inaugural del Prosur (N de R: Foro para el Progreso de América del Sur impulsado este año por los presidentes de Chile y Colombia, Sebastián Piñera e Iván Duque, respectivamente; a quienes se sumaron Argentina, Bolivia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú y Uruguay, configurado como una organización antagónica ideológicamente a la UNASUR). Ahí nosotros lo que estamos viendo es un alineamiento ideológico absolutamente claro de los organismos que a nivel de la región están operando en contra de los verdaderos organismos de integración regional como la UNASUR. Durante el debate de la asamblea señalé un criterio que utiliza mucho la derecha de nuestros países, que la UNASUR tiene que desaparecer porque es un foro ideológico. Para el caso puse un ejemplo que quiero recalcar, justamente, para romper esa idea: entre los firmantes del acta constitutiva de la UNASUR se encuentra uno de los políticos de mayor exposición neoliberal y de la derecha recalcitrante que tiene la región, que es Álvaro Uribe en su calidad de presidente de Colombia. Pero no solamente eso, sino que además el él mismo ayudó a consolidar una política emitida desde la UNASUR para el tema de la inspección de las bases militares instauradas en región de América Latina, además tener una experiencia de cooperación en temas de seguridad y militar dentro de nuestros propios gobiernos. Entonces, me parece que eso rompe de manera inmediata el criterio de “foro ideológico”. Ahora bien, lo que sí vemos es que, ante esta salida, todos perdemos. La región pierde porque se empieza a ver una desarticulación que al único que le conviene es al gobierno de los Estados Unidos. Esto, nuevamente, bajo su lógica de la hegemonía en nuestra región, que causa esta división entre nuestros propios países e impulsa a buscar relaciones bilaterales de Estados Unidos con cada uno de nuestros gobiernos para poder romper la lógica de integración y de defensa de la región. Ecuador pierde la oportunidad de ser centro de toda esta discusión regional. Lo dije en la sesión: perdimos la oportunidad de generar ese polo de una visión de un mundo multipolar, que es lo que hemos venido hablando no solamente en América Latina en el último decenio, sino en Euro-Asia, a través de la representación de Rusia; de Asia, a través de la representación de China; de la misma Unión Europea o de la misma Unión de África en la cooperación sur-sur entre América del Sur y África. De tal manera que sí, perdemos una gran oportunidad. Creemos que esto va a ser transitorio, pero por el momento, por supuesto, ha lacerado el intento de integración más importante que hemos tenido en los últimos tiempos.
¿Cuál es su lectura en general sobre la integración regional actual en el contexto internacional?
Creo que ante la amenaza que significó la unión de nuestros pueblos para una relación o una nueva correlación de la geopolítica lo que estamos recibiendo ahora es una avalancha de una política injerencista que busca nuevamente una hegemonía. No olvidemos que también parte de organismos de la UNASUR o de organismos que tuvieron apoyo político de los presidentes en el último decenio también hablaron mucho sobre la soberanía de nuestros recursos naturales. Siempre recalco esto porque si creemos que la injerencia de Estados Unidos en nuestros países es gratuita, pues, estamos cayendo en la ingenuidad. Nuestra región tiene las mayores reservas de agua dulce, petróleo, minerales como el litio, entre otros, que por supuesto marcan una agenda estratégica en el tema geopolítico. Por lo tanto, cuando nosotros vemos que instituciones u organismos que hacen prevalecer el tema de la soberanía son atacados y se generan otros que, en cambio, marcan una visión más hegemónica y mucho más neoliberal en nuestra región, entonces, lo que estamos viendo es un nuevo contexto de la región que se refleja a nivel ya de la geopolítica.
¿Cuáles son las perspectivas de aquí en adelante? ¿Cree que es posible una reconstrucción de la UNASUR?
Por supuesto que no nos damos por vencidos. Creemos además que tenemos un gran reto de seguir construyendo desde los pueblos y un llamado también a los que somos organización política. Es desde los pueblos, desde la organización política y desde las organizaciones civiles que también tenemos que generar mecanismos de integración regional. Si bien es cierto, dejamos en el último decenio esta responsabilidad principalmente a la voluntad política de nuestros presidentes que avanzaron y avanzamos bastante, no lo suficiente, pero avanzamos bastante. Creo que ahora, si no tenemos gobiernos con esa voluntad política, ya tenemos que sustituir esa voluntad con la voluntad de estas organizaciones sociales y organizaciones políticas que creemos profundamente en la integración como un mecanismo real para luchar contra las desigualdades de la región. ¿Cuál es la posible reconstrucción de la UNASUR? Ya lo ha dicho Alberto Fernández, el virtual presidente de nuestra Argentina, el cual nos llena de alegría: “Vamos a instaurar una nueva visión de lo que para nosotros tiene que ser una reedición de la UNASUR”. Por supuesto, eso nos llena de emoción, recordemos que este año tenemos elecciones en Argentina, en Bolivia, en Uruguay y sin duda alguna las proyecciones que se presentan en estos tres países nos dan una visión esperanzadora sobre un cambio de política en la región. Creemos y somos partícipes de aquella teoría que ahora estamos debatiendo, que señala que el ciclo neoliberal cada vez será más corto. En esta temporada será más corto. Porque los representantes neoliberales de la región han sido bastante torpes en la aplicación de su política y eso ha llevado a que bajen drásticamente los indicadores y las aceptaciones de sus pueblos, por lo tanto, los procesos electorales este año en la región nos pueden dar un alivio, un respiro y, sobre todo, la esperanza de esa reconstitución de organismos internacionales y regionales al servicio de nuestros pueblos. Así que, por supuesto, creemos en una nueva edición y en la reconstrucción de la UNASUR. Desde Ecuador seguiremos apostando por eso y esperamos que los próximos procesos electorales, especialmente el de Argentina, con quien además tenemos un acto simbólico al haber sido considerada nuestra sede con el nombre de Néstor Kirchner el primer secretario de la UNASUR. Tenemos el reto de conservar esos simbolismos para poderlos recuperar.
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