Desde el próximo 30 de junio quedarán en suspenso las actividades del Instituto Suramericano de Gobierno en Salud (ISAGS). Se trata del instituto de salud de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) que coordinaba y articulaba experiencias y procesos de integración entre los doce países que conforman la organización. La denuncia del tratado por parte de Colombia, Argentina, Brasil, Chile, Perú y Ecuador, hecha ya por tierra la manutención de su funcionamiento. En esta entrevista, la directora de la institución, Carina Vance Mafla, analiza las diferentes iniciativas que se llevaron a cabo y las expectativas que quedan.
Desde el Isags impulsaron la integración en salud en la región de América del Sur, ¿qué implica la suspensión de las actividades del Instituto en ese sentido?¿Por qué es importante la vigencia de esta iniciativa?
En ocho años desde su creación, el ISAGS ha sido un espacio para reunir a los representantes de los países para identificar procesos o prioridades comunes que han llevado a implementar procesos de cooperación bilateral y multilateral, como ha sido el Banco de Precios de Medicamentos, un sistema que recoge información sobre los precios de los cuales han adquirido medicamentos los países de la región. Asimismo, desde el instituto se ha apoyado a los doce países de Suramérica en foros internacionales, como la Asamblea Mundial de la Salud. Allí, los doce países de la región presentaron una postura consensuada y única de la región en unos treinta y cinco procesos que se llevaron adelante. Ese es un buen ejemplo de cómo los doce países coincidieron en una forma de ver un tema y potencian su voz al poder plantearlo de forma conjunta. Es el caso, por ejemplo, del acceso a medicamentos o el relacionamiento con actores externos como la Organización Mundial de la Salud. Esto es importante sobre todo porque muchos de los temas que tratamos en salud están cruzados por intereses que no velan por el interés público. Por ejemplo, recientemente tuvimos una resolución sobre la transparencia en los precios y costos de medicamentos. A la industria farmacéutica no le interesa que sea así. El poder plantearlo de forma conjunta hace que esa postura se tome más en cuenta porque es una región que reúne a un número importante de países y que representa a una población grande. Estas actividades que se llevaron a cabo hasta ahora quedarán en suspenso desde el 30 de junio, dada la situación política que se conoce a nivel de la región, por el hecho de que algunos de los países han comenzado el proceso de denuncia del tratado de UNASUR. En efecto, hay algunos países que tienen deudas con UNASUR desde algunos años y esto hace insostenible las actividades del ISAGS como del Centro de Estudios Estratégicos de Defensa y la propia Secretaría General. Se pierde, esperemos que temporalmente, un espacio que generaba oportunidades de articulación y de posicionamiento conjunto para beneficiar a la región. Un espacio de formación, de fortalecimiento de las capacidades de los gobiernos en América del Sur. Un espacio que llevaba mucho de la memoria institucional ya que en muchos de los gobiernos hay cambios frecuentes en el personal y el ISAGS en estos ocho años se convirtió en un referente y en una instancia donde se daba seguimiento a las iniciativas de los países y se apoyaban para que pudiera generarse el objetivo que se había planteado.
Usted plantea una mirada decolonial y la construcción del derecho sanitario, ¿qué significa eso y cómo se ha llevado a cabo en estos años?
El tema de la mirada decolonial es algo que el ISAGS surgió en parte en el medio de realizar un estudio sobre las políticas de salud intercultural a nivel regional con el objetivo de entender qué están haciendo los países para poder lograr que sus sistemas sean sistemas que puedan reconocer los saberes ancestrales de nuestra región, que se han generado desde nuestras poblaciones y nacionalidades indígenas. Se enmarca en esta mirada decolonial en el sentido de cuestionar algo que ha sido un pensamiento hegemónico a lo largo de los años, que es que las respuestas ylas verdades las vamos a encontrar en el norte global. En cambio, lo que estamos planteando es que muchas de las respuestas las podemos encontrar en nuestra propia historia. Creo que esta mirada atraviesa lo que se hace desde la UNSAUR en general, entendernos como una región, pero en el marco de nuestra historia y poder, unidos, hacer peso en un mundo bastante asimétrico, donde los intereses del norte global tienen un contrapeso en regiones como la nuestra. Recordemos que nuestra región además está muy marcada por la desigualdad y la inequidad. El proceso de la mirada decolonial también tiene que ver con mirarnos hacia adentro, recuperar y valorar los saberes que tenemos en nuestras propias poblaciones en las poblaciones indígenas, afro, y preguntarnos cómo podemos generar sistemas que estén también basados en esos saberes. Esto implica entender cómo también se distribuye, por ejemplo, la enfermedad, por qué las enfermedades se distribuyen de manera desigual dentro de nuestras poblaciones. El ISAGS, como su nombre lo indica, es una instancia que está enfocada en fortalecer las capacidades de los gobiernos y eso está basado en entender que los Estados tienen un rol fundamental para lograr que el derecho a la salud esté vigente para todos y todas y no sólo atender las necesidades en salud sino generar ambientes propicios para la salud y trabajar articuladamente con otros sectores.
¿Los problemas de salud en la región se parecen entre sí? ¿Cuál es la situación actual en salud? ¿Existe una situación particular de las mujeres? ¿Hay algún panorama sobre la salud del colectivo LBGTI+?
La situación realmente varía de país en país. En general en la región hemos tenido una importante reducción de la pobreza y de la indigencia y eso es uno de los determinantes sociales más importantes para la salud. Sin embargo, según datos de la CEPAL está en subida la pobreza nuevamente. Además, somos una región que atraviesa una transición epidemiológica, con menos mortalidad infantil, menos enfermedades transmitidas por vector, pero una creciente cantidad de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes y la hipertensión. Basta ver los datos de malnutrición: tenemos altos índices de desnutrición y uno de los índices de sobrepeso en niños y niñas que más ha crecido a nivel mundial. Estas estadísticas se diferencian de acuerdo con la población que miramos. Entonces, en muchos casos vamos a tener mortalidad infantil más alta en población indígena, afro y rural, que tiene falta de acceso a vivienda adecuada. En el caso de lactancia materna, que es indicador importante para combatir la desnutrición, la recomendación a nivel mundial es que en los primeros seis meses de vida los seres humanos tengamos lactancia materna en forma exclusiva. Las diferencias en ese sentido son muy grandes. Se alcanza en un 70 por ciento de niños y niñas en Perú, pero sólo en un tres por ciento en Surinam. Algo similar pasa con el VHI, la tuberculosis y la muerte materna. También tenemos grandes iniquidades en el número de profesionales de la salud que están presentes en el país o los recursos financieros que están destinados al sector. En cuanto a la población LGBTI algo que nos caracteriza es la falta de información. Cuando sí tenemos información, suele ser bastante alarmante. A raíz del tratamiento de la Ley Integral de Atención para Personas Trans en Uruguay sabemos que la expectativa de vida para una mujer trans es de 35 años. Hay países como Guyana que aún criminalizan la homosexualidad. Y otros con altos índices de violencia hacia personas LGBTI+. En cuanto a la situación de mujeres, es una región marcada por el machismo, por la violencia hacia las mujeres. Hemos tenido un enfoque fuerte respecto a la necesidad de que los Estados protejan a las mujeres de este tipo de violencia que desafortunadamente es generalizada. Así como se viene debatiendo de forma muy amplia la posibilidad de acceder a abortos seguros, en distintos países hay distintas normas con relación a esto.
¿Cómo se sigue de ahora en adelante?
Creo que vale destacar que el trabajo en la integración regional depende enteramente de la voluntad política de los gobiernos. Esto es algo que responde a una situación política actual pero que se retomará o se fortalecerá de aquí al futuro, porque las ventajas de la integración son reconocidas por los países y sin embargo también responden a cómo se relacionan entre ellos y a la situación política regional actual. Mencioné la iniciativa del Banco de Precios de Medicamentos anteriormente. Allí se hizo un análisis que dio cuenta que si los doce países de la región compraran los medicamentos al precio más bajo que alguno de los países de la región lo haya conseguido, entonces podría generar alrededor de mil millones de dólares por año en base a la demanda que tiene cada uno. Entonces, imaginemos lo que sería un banco de precios de medicamentos con la voluntad política de incluir más medicamentos, de tener el instrumento para negociar de mejor manera los precios de las medicinas. Es un ejemplo de la importancia de hacer las cosas de forma articulada, de compartir información, la forma de hacer solucionar los problemas. Estoy segura de que en el futuro se retomarán muchos de estos procesos que en este momento se están pausando porque es innegable el gran aporte de la integración regional de la salud a los objetivos que tenemos para que todos y todas.