La grave crisis de la OEA
Isaac Bigio Versión para impresión
Miércoles, Mayo 15, 2019
Foto: FCINA

La Organización de Estados Americanos (OEA) y el Estado de Israel cumplen su 71 aniversario casi al mismo tiempo. Ambas entidades que fueron impulsadas por Washington en 1948 han tenido distintos destinos.

Mientras el 14 de mayo en que Israel celebra su independencia Tel Aviv recibiendo el mayor concurso internacional en su suelo (Eurovisión), la OEA lo hace atravesando su peor crisis, cuando las 2 naciones que mayor litoral tienen en el Caribe (el mar que une a las Américas) se le han separado y mientras que la Casa Blanca abiertamente promueve el derrocamiento militar de esos dos gobiernos más el de Nicaragua.

El mismísimo 30 de abril, en que la OEA cumplió su 71 cumpleaños es que en Caracas se dio una asonada militar fallida (apoyada por la mayoría de tal organismo) para derribar al presidente de una de sus repúblicas que desde su primer día hasta tres días antes había sido parte de ésta.

Donald Trump llegó al poder con la consigna “Hace Grande nuevamente a América”, pero su gobierno ha debilitado y desunido tanto a su país como a las Américas. Examinaremos como su administración viene alterando radicalmente sus relaciones con el resto del hemisferio queriendo separar a la parte rica y anglo-hablante de la pobre e hispano-hablante con una mega-muralla y también dividir a su “patio trasero” entre los “buenos” a quienes ayuda y los “malos” a quienes socava o busca derribar sus presidentes.

OEA

El 30 de abril de 1948 se fundó la OEA en el mismo país donde siempre ha funcionado ésta, al igual que la Organización de las Naciones Unidas que también nació casi al mismo tiempo. Mientras en la ONU hay un Consejo de Seguridad compuesto por 5 potencias nucleares con derecho a veto y la asamblea general muchas veces vota en contra de su anfitrión norteamericano, la OEA siempre ha sido hegemonizada por Washington.

De 1962 a 2009 Cuba fue excluida por tener un nuevo régimen que se auto-proclamaba como socialista el cual implantaría una “dictadura proletaria” con una economía estatizada y planificada bajo la égida de un partido comunista único aliado al soviético.

Al intentar aislar a La Habana, el castrismo impulsó una serie de guerrillas en todo el continente (y también en África). De estas solo una llegó al poder por la vía militar (Nicaragua) y otra por la electoral (El Salvador), mientras que antiguos guerrilleros fueron electos a la presidencia de Uruguay y de Brasil y a la vicepresidencia de Bolivia.

Pese al desplome del bloque soviético en 1991 el castrismo se mantuvo en el poder emulando el modelo de apertura de China, buscando vencer el bloqueo norteamericano acercándose a Iberia y a la Unión Europea y creando nuevos acuerdos con otros países del hemisferio. Finalmente, la elección de Hugo Chávez, a quien había apoyado siendo opositor, permitió crear un nuevo eje La Habana – Caracas que más tarde se ampliará hasta integrar a un tercio de los 35 Estados americanos.

La primera década de este milenio, fue una en la cual fueron siendo electos una serie de gobiernos que giraban en torno al nacionalismo o a la izquierda en la mayor parte de Sudamérica y esto obligó a Barack Obama a buscar reestablecer relaciones con Cuba y a convertirse en el primer y único presidente norteamericano que haya visitado a esta isla bajo el dominio comunista.

Trump, al llegar a la Casa Blanca, decidió revertir esa mano tendida a los “rojos”. Su asesor de seguridad John Bolton constantemente plantea la intervención militar en Cuba, Venezuela y Nicaragua a fin de derribar a sus respectivos gobiernos.

El resultado de ello ha sido que la OEA, en vez de profundizar las relaciones con La Habana, ha terminado obligando a que Caracas decidiese salir, el 30 de abril de 2017, algo que se consumó al cabo del plazo de dos años.

Cuando todos los países americanos reconocían a Nicolás Maduro como el presidente constitucional de Venezuela, se dio la VIII cumbre de las Américas en Lima (abril, 2018) donde a él se le negó el derecho como mandatario venezolano a participar en esta, como siempre lo ha tenido cualquier jefe de Estado o de gobierno del hemisferio.

Ocho meses antes en esta misma capital peruana se había creado el Grupo de Lima cuya única misión consiste en propiciar un cambio de régimen en la región, esto es desplazar al chavismo del poder en Caracas, algo que no acontece desde los intentos de intervenir en Cuba.

Luis Almagro, desde que en el 2015 llegó a ser el secretario general de la OEA, busca sancionar a Maduro a quien ha descrito como una dictadura. Cuando el gobierno de Maduro seguía siendo el representante oficial de Venezuela en la OEA, el secretario general de esta, en vez de mantener el equilibrio e imparcialidad que debería ofrecer ante todos sus miembros, hacía campaña abierta para derribarlo.

Almagro incluso llegó a estar en la frontera colombo-venezolana el 22 y 23 de febrero junto a Juan Guaidó, cuando este último quiso forzar el ingreso de “ayuda humanitaria” traída con aviones militares norteamericanos hacia Venezuela a fin de crear en esta república una “zona liberada” o un tumulto que produjese el derrocamiento del gobierno.

A poco que se cumpliese el periodo de dos años para salir de la OEA, EEUU quiso reemplazar al portavoz de la cancillería venezolana por el representante personal de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, el cual ha sido reconocido por Trump y por una cincuentena de países del mundo como el legítimo presidente de Venezuela, pese a que este no ha sido electo directamente por el pueblo ni jamás ha gobernado dicho país (o parte de éste).

De esta manera, Gustavo Tarre, representante personal de Guaidó ocupa la representación por Venezuela, posición que no contó con el apoyo de 15 miembros de la OEA. Así, por primera vez en la historia, el sitio de uno de los miembros de la OEA lo tiene alguien que no es designado por la cancillería de un determinado país, sino directamente por el jefe del parlamento quien, a pesar que se proclama presidente desde hace más de 100 días, carece de gabinete, ministros o de un canciller.

México cuestionó esta decisión aduciendo que se sienta el precedente para que de ahora en adelante se le permita a cualquier parlamento nacional o gobierno regional el poder designar a su representante ante la OEA. Cabe recordar que EEUU y todos los países que apoyan esta designación también, contradictoriamente, secundan a la Unión Europea que se niega a reconocer a los delegados de Cataluña como representantes de esta en su interior (pese a que los catalanes si tienen su propio gobierno electo con su respectivo sistema de delegaciones en el exterior).

El 27 de abril decenas de miles de venezolanos marcharon por Caracas festejando la salida oficial de su país de la OEA. En su discurso, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Constituyente, afirmó que la OEA era, además de ser un “ministerio de colonias” de EEUU según la expresión de Fidel Castro, ahora es un ente represor a los pueblos latinoamericanos y caribeños.

Guerra civil e intervención en Venezuela

Mientras tanto, la oposición venezolana saluda lo que reclama como su gran obra de haber logrado expulsar al chavismo de la OEA. La estrategia de esta se centra en primero buscar un apoyo externo como compensación a su limitado apoyo interno tanto en término de gobernaciones, alcaldías, comisarías y cuarteles, así como a nivel de apoyo popular (el cual, si bien existe, ha demostrado no ser muy superior al del chavismo).

Tras el fracaso de su intento militar durante el 71 cumpleaños de la OEA, la Asamblea Nacional de Venezuela (considerada en desacato por el poder ejecutivo y legislativo) ha pedido que su república retorne al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un bloque de ayuda militar mutua ligado a la OEA en el cual México se retiró en el 2002 y Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador en 2012.

Por primera vez existe la posibilidad que la OEA y TIAR declaren una intervención militar en un país americano o que promuevan dentro de éste una guerra civil, tal y cuál es el objetivo de Juan Guaidó y de su representante personal en la OEA.

Una incursión de esta naturaleza conlleva a la explosión y hasta destrucción de la OEA. Por el momento esta no es una alternativa viable a corto plazo debido a que Guaidó ha demostrado, en particular tras el fracaso de su intentona golpista del 30 de abril en adelante, que su capacidad para movilizar a la población y a los cuarteles viene disminuyendo, y sin ninguna clase de fuerte apoyo popular o militar interno, difícilmente EEUU o la OEA se atreverían a lanzarse a una guerra prolongada y sangrienta que pudiese desestabilizar a todo el hemisferio por un largo tiempo.

Tras el arresto del primer vicepresidente de la Asamblea Nacional Edgar Zambrano el 8 de mayo y que, el sábado 11 de mayo pocos cientos de concurrentes fueron a manifestarse en protesta a ello bajo la dirección de Guaidó, la tendencia parece ser a que diversos diputados de dicho parlamento sigan entrando en embajadas y a que Maduro poco a poco vaya cumpliendo en su declarado objetivo de disolver este organismo, adelantar las elecciones legislativas y quitarle de toda base real importante al llamado “presidente encargado” al cual apuntan a ir arrinconando, desgastarlo y posteriormente tal vez apresarlo.

UNASUR, PROSUR y MERCOSUR

Este 23 de mayo, cuando la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) debería celebrar su onceavo aniversario de haber sido constituida en Brasilia como el primer y único bloque de todas las 12 repúblicas de dicho continente, la mayoría de sus miembros se le ha apartado para conformar el Foro para el Progreso de América del Sur (PROSUR).

Esta última fue fundada en marzo en Chile, en torno a los presidentes que estuvieron en la frontera colombo-venezolana un mes atrás animando a que Guaidó pueda derrocar a Maduro. Los 8 países que conforman PROSUR (Chile, Argentina, Paraguay, Perú, Ecuador, Colombia, Brasil y Guyana) no reconocen a Maduro, sino solo a Guaidó. Mientras tanto, Bolivia, Uruguay, Surinam y Venezuela se oponen a PROSUR (aunque los 3 primeros mandaron observadores a su conferencia gestacional). Guyana se mantiene aún en los dos bloques.

El veto a la Caracas chavista ha hecho explosionar también al Mercado Común del Sur (Mercosur), en dónde ha sido excluida Venezuela y se ha reducida ésta a solo 4 de sus 5 componentes. Estos son Brasil, Argentina y Paraguay (con gobiernos de derecha dura y pro-Trump) y Uruguay el más pequeño de todos y con un gobierno socialdemócrata).

Ni EEUU quiere que el actual gobierno de Venezuela siga en la OEA ni éste quiere seguir integrándola. Los 8 países que conforman PROSUR (Chile, Argentina, Paraguay, Perú, Ecuador, Colombia, Brasil y Guyana) no reconocen al presidente venezolano y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) ha excluido a Venezuela, con lo cual queda reducido a 4 repúblicas (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay). Debido al veto uruguayo es imposible pensar que MERCOSUR invite a un delegado de Guaidó para ocupar la representación venezolana.

Trump trata de destruir con todos los medios posibles a la Alternativa Bolivariana de Nuestra América (ALBA), una alianza de países con gobiernos izquierdistas en la cual han estado Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Honduras y 6 Antillas anglo-parlantes (Antigua y Barbados, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nevis, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas).

Los gobiernos de izquierda moderada de Honduras, Paraguay y Brasil fueron depuestos mediante procesos parlamentarios (a los que los socialistas califican como golpes congresales) que han hecho que hoy dichas repúblicas tengan presidentes muy de derecha y leales a Trump. Un intento de hacer otro golpe del poder legislativo se ha dado en Venezuela, pero este viene fracasando en la medida que las fuerzas armadas, a diferencia de todos esos casos anteriores, se ha alineado con el ejecutivo.

Algunos miembros del ALBA han recibido mejores ofertas por parte de Trump para irse apartando de Caracas (como pasa con Ecuador o Santa Lucía). El presidente ecuatoriano Lenín Moreno ha roto con su mentor Rafael Correa (de quien fue su vicepresidente) para perseguirlo y acabar recibiendo en Quito a Juan Guaidó, a quien reconoce como presidente de Venezuela, y no a Nicolás Maduro, a quien antes él tanto apoyó. Si bien Ecuador no es parte del Grupo de Lima que se formó en agosto 2017 para aislar a Maduro, Santa Lucía si es uno de sus 14 integrantes.

El intento de aislar a Venezuela no prospera en la Comunidad de Estados de Latino América y el Caribe (CELAC), en donde, a diferencia de la OEA, sí está Cuba pero no Canadá y EEUU. Esto hace que allí entre sus 33 integrantes no haya una mayoría en favor de desconocer la presidencia de Maduro, pero este organismo difícilmente puede sobrevivir bien los intentos de la Casa Blanca de socavar, pues a Trump no le interesa que haya otra entidad panamericana en la que no se encuentre su potencia, ni ésta la dirija.

NAFTA, CAN, SICA y CARICOM

Además de los mencionados bloques solo quedan estos cuatro, aunque el NAFTA ha sido descartado por la Casa Blanca.

Antes de Trump, EEUU había impulsado el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA) con sus dos grandes vecinos: Canadá y México. Para estos dos últimos el mercado estadounidense es el principal comprador de sus exportaciones (80% de lo que México vende al extranjero es a EEUU). Sin embargo, Trump está contra este acuerdo y también ante ambos viene imponiendo aranceles (que afectan profundamente a la industria metalúrgica canadiense y a las maquiladoras mexicanas). A esto se agrega que, encima, él quiere construir un muro que separe a los territorios que EEUU arrebató a México con los que siguen siendo parte de dicho país.

De hecho esta mega-muralla va a separar a las Américas en dos: el norte rico y anglo-parlante frente al sur pobre e hispano-hablante. Y mientras esta obra consume miles de millones de dólares del presupuesto norteamericano que no son invertidas en salud y educación, y mientras Trump busca deportar a millones de inmigrantes latinos, en el resto del hemisferio no se habla tanto de ello, pues algo que distrae la opinión pública es el tema de Venezuela.

A este último país se le pinta como el mismísimo infierno y como el generador de masas de inmigrantes, mientras que EEUU se niega a refugiar a numerosos centroamericanos que huyen de las políticas que su potencia les ha impuesto y que han causado tantos estragos.

Apenas llegó Trump a la Casa Blanca él ha querido desarticular NAFTA proponiendo una serie de tarifas y medidas para proteger su mercado interno y su mano de obra. Para dar paso a estas nuevas políticas proteccionistas de Washington es que él viene buscado reemplazar al NAFTA por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC en castellano y USMCA en inglés), el cual debe ser ratificado por los parlamentos de esos 3 países. Si bien este nuevo organismo mantiene muchas cosas de NAFTA lo más importante es que recorta el libre comercio para proteger industrias como la del acero o salarios relativamente altos en EEUU.

Además del NAFTA quedan 3 bloques, los cuales son relativamente pequeños en relación a su población y economía. Estos son: la Comunidad Andina de Naciones (CAN conformada por Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia); el Secretariado de Integración Centro Americano (SICA, constituido por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice y República Dominicana); y la Comunidad del Caribe (CARICOM, integrado por Guyana, Surinam, Bahamas, Belice, Haití y por 10 Estados islas anglo-parlantes de las Antillas).

Por el momento ninguno de estos 3 bloques se ha dividido, pero en todos ellos hay socios del ALBA y todos ellos viven bajo la amenaza de ser golpeados ya que la política que promueve John Bolton, el hombre que maneja la seguridad de Trump, es el derrocamiento de lo que él llama el “triunvirato de la tiranía” (Venezuela, Cuba y Nicaragua).

En la CAN Colombia, Ecuador y Perú reconocen a Guaidó como presidente de Venezuela y tienen gobiernos cercanos a Trump. Si en octubre Evo Morales (quien es firme partidario de Maduro) es reelecto presidente de Bolivia eso va a producir que EEUU, Brasil y otros países del hemisferio, así como el resto de la CAN puedan moverse a considerar dicha reelección como anticonstitucional y quieran seguir ante Bolivia el mismo camino que hoy desarrollan ante la República Bolivariana.

En la SICA la mayoría de sus integrantes reconoce a Guaidó y en El Salvador asume en junio la presidencia el disidente farabundista y ex alcalde capitalino Nayib Bukele quien considera que Honduras y Nicaragua tienen una dictadura, lo cual puede presagiar un mayor aislamiento para Managua.

La CARICOM es la asociación más débil tanto en términos de economía, ingreso y población. Muchas de esas pequeñas naciones dependen tanto de la ayuda norteamericana como del petróleo venezolano, por lo cual se encuentran en una encrucijada y divididas en torno a quién acercarse más si a Washington o a Caracas, la cual es respaldada por la mayor Antilla (Cuba).

Perspectivas

La Venezuela chavista fue el factor que logró revertir el proceso del llamado “consenso de Washington” que buscaba unir a todo el hemisferio bajo un mismo tipo de gobiernos neo-liberales y un tratado de libre comercio desde Alaska a Tierra del Fuego. La alianza Caracas-La Habana y luego la elección de presidentes izquierdistas en la región dio paso a la formación de la UNASUR y la CELAC, como los primeros bloques regionales sin EEUU y sin potencias europeas.

Hoy, la permanencia del chavismo en Venezuela es el factor que viene haciendo que Trump quiere destruir a todos los resabios de esos entes autónomos. Empero, él no busca un nuevo Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), sino dividir al hemisferio, volver a la doctrina Monroe e impedir que Rusia y China crezcan allí.

En Venezuela la cuestión no está en si apoyar o no a su presidente, sino en si permitir que una potencia quiera imponer a los venezolanos un gobierno que no han electo. El hecho que tras más de 4 meses de haber ido fallando todos los intentos de Trump de lograr ello es algo que ha debilitado su influencia en la región.

El traspiés de Trump puede afectar al principal aliado suyo en los Andes, el argentino Mauricio Macri, el cual, según las encuestas, puede perder la presidencia en las elecciones de Octubre (muy probablemente ante Cristina Kirchner, una de las arquitectas de la UNASUR, de la CELAC y de la inclusión de Venezuela en la UNASUR).

En ese mismo mes se decide si los únicos gobiernos izquierdistas del Cono Sur continúan pues hay comicios en Bolivia y Uruguay.

Uno de los resultados de los nuevos giros en la región es la pérdida de la influencia que Brasil había venido ganando como el promotor de los bloques regionales de Sudamérica y de Latinoamérica y el Caribe. La diplomacia de Bolsonaro le ha alejado del multi-polarismo y del integracionismo continental en aras de convertirse en un aliado incondicional de Trump, algo que le puede perjudicar tanto interna como internacionalmente. Todo ello en un contexto en el cual Lula busca reivindicarse y pasar a la contraofensiva.

Dentro de este plano hay que prestar mucha atención a México que cuenta con un nuevo presidente que debuta con popularidad y que plantea una política exterior autónoma y contrapuesta a la de la Casa Blanca.

Estamos presenciando una mayor división en las Américas tanto debido al muro que separa al norte del sur como otros de corte ideológico. Y Trump quien prometió “Hacer nuevamente grande a América” es alguien quien está haciendo muchas provocaciones en las Américas, las cuales viene utilizando allí para crecer Rusia y China. Esta última ya ha desplazado a EEUU como el principal socio comercial de Brasil, Chile y otras naciones.

- Isaac Bigio es politólogo economista e historiador de la London School of Economics & Political Sciences donde enseñó política latinoamericana.