Por Pedro Brieger, director de NODAL
El viernes 22 de marzo se reunieron en Santiago de Chile los presidentes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú para lanzar PROSUR (“Foro para el Progreso de América del Sur). El embajador de Guyana también suscribió la Declaración que en su primer punto señala la “voluntad de construir y consolidar un espacio regional de coordinación y cooperación, sin exclusiones, para avanzar hacia una integración más efectiva” aunque Venezuela no fue invitado mientras que Bolivia, Surinam y Uruguay no adhirieron a la creación de este nuevo organismo. Para comprender la disputa que existe entre los diferentes proyectos de integración NODAL entrevistó a Daniel Caggiani, diputado uruguayo del Frente Amplio y actualmente presidente del PARLASUR, el parlamento del MERCOSUR.
¿Cómo está analizando los procesos de integración en América Latina y más específicamente en América del Sur?
A nivel regional hay una situación bastante compleja desde el punto de vista de las tensiones por la situación del enfrentamiento entre Venezuela y Estados Unidos. Esto lleva a que, sobre todo en América del Sur, se tome un posicionamiento más pegado a la doctrina de intervención de Estados Unidos. Por el otro lado, ha habido un retraímiento de los países que tenían un liderazgo bastante importante en materia de integración regional como Venezuela, Cuba o Brasil, que sin duda configuraban procesos de notorio avance en materia de integración y de construcción de agendas que no sólo miraron las realidades nacionales que son muy importantes, sino que trataban de superar esas visiones que a veces se limitaban a la cuestión nacional. También había una visión más conjunta con la soberanía compartida, la defensa de los recursos naturales o la implementación de políticas públicas y sociales que buscaban una mejor calidad de vida de nuestra población. Además trataban de construir una mirada común que permitía a las sociedades nuestras no sólo crecer sino también desarrollarnos. Lamentablemente esto parece que no abunda y existe crispación política y enfrentamiento. Además, está la decidida orientación de política exterior de Estados Unidos que ha decidido reordenar lo que algunos consideran su patio trasero e intenta atacar a proyectos políticos como el de Venezuela o Nicaragua y el propio proceso político cubano. Además intenta atacar a todos los procesos que supongan quizá la construcción de una política un poco más soberana y con una visión independiente.
Una de las características de UNASUR fue la construcción de la comunidad de naciones del sur con los 12 países que desde el punto de vista geográfico están en América del Sur donde por lógica no había lugar para Estados Unidos. ¿Cuán importante es la intervención política y la influencia de Estados Unidos en PROSUR, este nuevo reagrupamiento regional con gobiernos claramente alineados con una ideología de derecha.
Para dejarlo bien claro, vendría a ser sexo explícito, pornográfico. Basta mirar las giras del vicepresidente de Estados Unidos, de su canciller o las actividades muy importantes en las embajadas de cada uno de los países que estamos señalando o las declaraciones del propio presidente de Estados Unidos respecto de las definiciones que tiene que tomar o los viajes de presidentes sudamericanos para encontrarse con Trump en la Casa Blanca. También hay que ver el papel que ha cumplido la importante presencia del círculo más recalcitrante de la derecha republicana. Son elementos que son vistos a la luz pública, diariamente, y que configuran un panorama. Diferente al de un par de años atrás cuando se estaban discutiendo otros contextos de integración. Creo que -lamentablemente- PROSUR es un organismo que en estos días se ha reunido para sincronizar con el “Grupo de Lima” (NDR Grupo nacido en 2017 para aislar al gobierno de Nicolás Maduro). Esto es, tratar de generar un organismo multilateral que legalice las posiciones del Grupo de Lima, por lo menos las que están en América del Sur, y -sobre todo- tratar de sepultar la UNASUR, uno de los procesos de integración más importantes, que desde el punto de vista estratégico tenía temas claves como los migratorios o la convergencia de las agendas en materia de infraestructura. Además, tenía un elemento central que quizá era el que más le molestaba a Estados Unidos: el Consejo Suramericano de Defensa. Por primera vez los ministros de defensa, y carteras vinculadas, tenían una agenda concertada que trataba de mirar no tanto la confrontación entre países, doctrina que tenían en algunos ejércitos latinoamericanos, sino de tener una mirada común. Este PROSUR lo trata de sepultar con Estados Unidos. Sin duda son elementos que tenemos que analizar porque son de largo aliento y tienen la mirada geopolítica de Estados Unidos en la región.
¿Cuál es la propuesta de estos gobiernos de derecha para la región?
Aparentemente la agenda ha migrado a los temas de seguridad y migración con una mirada mucho más reactiva que positiva. Creo que los temas de seguridad son importantes pero creo que cuando se realizan con una mirada tan dependiente, con tanta falta de autonomía política generan mucha preocupación. Es importante resaltar que uno de los tantos déficit que tuvo el proceso de integración latinoamericano, fue el de tratar de avanzar en materia de agenda gubernamental solo entre los estados. Quizá nos faltó mucho más calor de pueblo y sobre todo sectores sociales que no sólo converjan en las políticas públicas de los estados sino también en las realidades cotidianas de nuestra ciudadanía. Y quizá hoy los parlamentos nacionales también pueden cumplir un rol en ese sentido para dar la batalla por aquellas instituciones que algunos quieren sepultar, como en el caso de la UNASUR. Quizá cuando cambien algunos vientos regionales también se puedan reavivar.
¿Cómo cree que se resuelve la difícil situación de Venezuela?
Creo que es una perla más de un collar muy largo de un proceso de desestabilización que ha venido sufriendo Venezuela desde 1998 cuando Hugo Chávez ganó las elecciones. Sin dudas Venezuela es una potencia desde el punto de vista petrolero, pero también energético y de recursos naturales, de aquellos recursos que son muy importantes para las potencias extranjeras como Estados Unidos, Rusia, China, la propia Europa. Lo que está sucediendo en Venezuela tiene una trascendencia internacional. Asistimos a una nueva época de golpes de Estado, se imponen presidentes vía Twitter y 140 caracteres, y luego se los respalda tratando de intervenir por vía de una supuesta ayuda humanitaria que no cumple ningún estándar internacional. Y sobre todo mecanismos de sabotaje a una economía que tiene muchos problemas, no sólo por el bloqueo económico sino también por deficiencia del proceso venezolano. Algunos países como México, Bolivia y Uruguay han tratado de construir una carretera del diálogo y la paz frente a la crispación política, para evitar las posibilidades de intervención armada de algún país, o sea de Estados Unidos. Sin embargo, se puede abrir una vía de escape para tratar de establecer el diálogo político aunque no sea fácil. Lo importante aquí es que el contexto internacional pueda ayudar a tratar de evitar que haya un mayor derramamiento de sangre.