Los países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) manifestaron este domingo la necesidad de consolidar la unión entre los pueblos de América Latina y el Caribe para hacer frente a las arremetidas de los sectores de la derecha internacional en contra de la estabilidad económica de la región.
Los miembros del Alba expresaron su mensaje de unidad en un comunicado este 5 de marzo en una reunión que se celebró en el Palacios de Miraflores en Caracas la XIV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP)
En el referido comunicado resaltan la importancia de combatir con energía los ataques imperiales para proteger el derecho de cada uno de los pueblos al crecimiento social y económico.
A continuación, el texto integro:
DEFENDAMOS LA UNIÓN, LA DIGNIDAD Y
LA SOBERANÍA DE NUESTRA AMÉRICA
Declaración de la XIV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del ALBA-TCP
Los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) nos reunimos en Caracas, a cuatro años de la siembra del Comandante Hugo Chávez Frías y a cuatro meses de la partida del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, nuestros fundadores, y cuyos ejemplos e ideas interpretan y resumen el legado de los libertadores.
Ellos nos educaron en entender nuestras luchas y anhelos nacionales como procesos interdependientes y como contribuciones solidarias a los sueños comunes de libertad, dignidad, justicia y paz para la Patria Grande; a anteponer los intereses colectivos a los nacionales.
El ALBA-TCP, alianza política, económica, y social, defiende la independencia, la autodeterminación y la identidad de nuestros pueblos. Nos une la solidaridad, la complementariedad, la justicia y la cooperación, con el propósito histórico de aunar las capacidades y fortalezas de nuestros países, a fin de alcanzar el desarrollo integral y existir como naciones soberanas.
América Latina y El Caribe atraviesa una etapa crucial de su historia: los procesos democráticos populares, liderados por gobiernos, fuerzas políticas y movimientos de izquierda, enfrentan una nueva embestida del imperialismo, el capital transnacional y las oligarquías nacionales. El declive del hegemonismo imperial, los impactos de la crisis sistémica internacional y la caída de los precios de nuestros recursos de exportación, en particular de los hidrocarburos, abren nuevos desafíos. Son generados por las mismas fuerzas que crearon la pobreza, la exclusión y la dependencia de nuestras naciones y que nos impusieron invasiones y dictaduras para consolidar su poder.
En todos estos años y contra nuestra resistencia, el neoliberalismo no ha cejado en su empeño de extender su lógica financiera: no se trata de una teoría de desarrollo, es la doctrina del saqueo total a nuestros pueblos. Con el neoliberalismo, la economía mundial no ha crecido en términos reales y en cambio se ha multiplicado la inestabilidad, la especulación, la deuda externa, el intercambio desigual, las crisis financieras cada vez más frecuentes, la pobreza, la desigualdad, el desempleo y el abismo entre el Norte opulento y el Sur desposeído
Su retorno ha resucitado al peor conservadurismo, reactivó el fundamentalismo, la xenofobia, el racismo y el militarismo. La política es financiada por empresas y gobiernos extranjeros. Los adelantos científico-tecnológicos han propiciado un alto nivel de concertación político-comunicacional entre imperialistas y oligarcas para manipular a las masas y agredir nuestras culturas. Nuevos rostros, instrumentos y métodos confunden a los votantes y trastocan los resultados electorales.
Los partidos de derecha utilizan los poderes legislativo, judicial y mediático como plataformas de conspiración y quiebran, sin escrúpulos, el orden democrático que solían defender, imponen paquetazos de ajuste con privatizaciones y despidos masivos y fomentan la articulación de la subversión política y la lucha de ideas.
La corrupción contra la que lucharon las organizaciones y movimientos de izquierda y progresistas de la región antes de llegar al poder, y contra la que han debido combatir fuertemente una vez convertidos en gobiernos, es manipulada con fines políticos, para criminalizar y desmoralizar a organizaciones y líderes. Unos se escudan en ella para atacar la eficacia, justicia y eficiencia de las administraciones públicas, limitando la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y su ejercicio participativo. Otros se evaden, ocultando inmoralmente sus capitales en paraísos fiscales.
Debemos denunciarlos a todos y combatirlos con energía, a la vez que incrementamos los esfuerzos para fortalecer una buena gestión en la administración de los bienes públicos y colectivos. El control social de los mismos debe asumirse como una prioridad en los países miembros del ALBA-TCP. Este enfrentamiento resulta esencial y deberá formar parte de nuestra integridad y ética, mientras trabajamos por la prosperidad de nuestros países.
El ataque principal es contra la Revolución Bolivariana. Las arbitrarias sanciones estadounidenses contra Venezuela, en especial contra su Vicepresidente Ejecutivo compañero Tareck El Aissami, deben ser anuladas. La inexplicable orden ejecutiva del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica que declara a Venezuela una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional de ese país, debe ser derogada. Venezuela, es la cuna de la libertad de Nuestra América, impulsora de la integración regional y bastión del antimperialismo. La defensa de Venezuela y de su revolución no es problema exclusivo de los venezolanos. Es causa que convoca a todos los que luchamos por la verdadera independencia en América Latina y El Caribe. En Venezuela se libra hoy la batalla de Ayacucho del siglo XXI.
La unidad y la integración regional de la América Latina y El Caribe es una necesidad impostergable, en este complejo entorno. El ALBA-TCP, junto con bloques como el MERCOSUR, la UNASUR, CARICOM, y otros que recobraron su protagonismo en la última década, deben continuar contribuyendo a la integración regional.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), es nuestra obra más preciada. Es el mecanismo para fraguar la unidad en la diversidad a través de la concertación política. La Comunidad ha debido enfrentar la resistencia de los defensores del fracasado panamericanismo. Debemos preservarla.
Nuestro compromiso con la Proclama de América Latina y El Caribe como Zona de Paz guía nuestra actuación internacional. Ella refrenda nuestro estricto apego a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional, reafirma nuestro respeto a la libre determinación, la soberanía nacional y la igualdad soberana de los Estados. Expresa la voluntad de solucionar diferencias de forma pacífica, por el diálogo y la negociación; y reconoce el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural.
Las pequeñas economías del Caribe, que sufrieron el genocidio contra la población nativa y la esclavitud, y el saqueo colonial y neocolonial, enfrentan hoy los desafíos resultantes del cambio climático, los desastres naturales y otras crisis globales, lo que las hace las más vulnerables de nuestra familia. El Caribe, apoyado decididamente por la generosa iniciativa de Petrocaribe, merece la mayor solidaridad y toda nuestra atención.
Resaltamos que el agua y el saneamiento básico son un derecho humano que no puede estar en manos de privados y que es deber de los Estados garantizar su suministro para el bienestar de los pueblos.
Frente al ALBA-TCP y a todos los esfuerzos integracionistas genuinos, está la Organización de Estados Americanos, en la que las preocupaciones de nuestros pueblos no hallan expresión y mucho menos respaldo o defensa sino tentativas y proyectos hegemónicos. La conducta de su Secretario General es indigna y carece de mandato alguno de los Estados Miembros.
Nuestra América enfrenta una nueva agenda de dominación imperial, signada por el anuncio de un proteccionismo egoísta y extremo que impactará a nuestras aún dependientes economías. La implementación del Acuerdo de París sobre cambio climático está hoy bajo amenaza. Nuestra gente, forzada a la migración por las condiciones de vida resultado del subdesarrollo y de un orden económico internacional injusto y excluyente, es perseguida, criminalizada, deportada y sus derechos humanos frecuentemente violados. En nombre de la seguridad se incrementan los gastos militares y policiales, se persigue a las personas por motivos religiosos o raciales, y se construyen muros, como el de la frontera norte de México, a cuyo pueblo le expresamos toda nuestra solidaridad.
En el ALBA-TCP expresamos nuestra preocupación por el tratamiento a nuestros hermanos latinoamericanos y caribeños que se encuentran en condición de migrantes, en este sentido proponemos reactivar el Fondo para el Apoyo Legal y Asesoría a los Migrantes dentro del Banco del ALBA.
Los gobiernos y pueblos del ALBA-TCP vemos en estos fenómenos una nueva oportunidad para la reagrupación, la movilización y la lucha. Debemos apoyar las acciones emancipadoras, fijar con claridad y realismo los horizontes, identificar bien los valores y principios que nos unen y asumir un programa de acción integracionista, solidaria e internacionalista, que establezca las premisas económicas, sociales y políticas del cambio liberador.
Necesitamos fortalecer las organizaciones y movimientos sociales para enfrentar a nuestros adversarios. Tenemos que explicar mejor a los pueblos el alto grado de dependencia externa de nuestras economías y cómo ello compromete la independencia y la soberanía nacional. Podemos y debemos abrir más oportunidades al comercio y a la cooperación intrarregional para asegurar la independencia económica, garantía de nuestra independencia política.
En ese sentido, ratificamos nuestro compromiso para profundizar una agenda de trabajo social, económica y productiva que fortalezca la Alianza y facilite a nuestros pueblos las condiciones adecuadas para su desarrollo integral y complementario.
Respaldan y apoyan la Convocatoria del Estado Plurinacional de Bolivia a la “Conferencia Mundial de los Pueblos por un Mundo sin Muros hacia la ciudadanía universal”, a realizarse los días 20 y 21 de junio de 2017 en la ciudad de Cochabamba – Tiquipaya de ese país.
Saludamos la designación del compañero David Choquehuanca, ex Ministro de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia, como nuevo Secretario Ejecutivo del ALBA-TCP y le deseamos éxitos en sus funciones.
Somos responsables no solo de construir conciencia de la necesidad del cambio, sino de persuadir y demostrar la certeza de su posibilidad.
Integrémonos y unámonos todos. En ello está la victoria.
Caracas, 5 de marzo de 2017