Uruguay está determinado a transferirle la presidencia pro témpore del Mercosur a Venezuela el 30 de julio, cuando los ministros de Relaciones Exteriores del bloque se reúnan en el Consejo del Mercado Común que tendrá lugar en Montevideo.
Uruguay hace el llamado de acuerdo a la normativa del Mercosur, en reconocimiento del Tratado y Protocolo de Olivos y en el entendido de que es necesario salir de la inercia en la que está sumido el bloque. Los miembros fundadores llegarán al encuentro sin haber logrado los consensos que pretendía Uruguay.
Brasil y Paraguay se mantienen firmes en su negativa a permitir que el gobierno de Nicolás Maduro asuma el mando del Mercosur bajo el argumento de que el país caribeño debe dar cumplimiento a algunos compromisos para formalizar su ingreso.
A pesar de esta situación, la diplomacia uruguaya no escatimará en sus esfuerzos por lograr su cometido: despojarse de esta situación problemática de una buena vez y poner “lo jurídico por encima de lo político”.
Desde un comienzo esa fue la postura que el presidente Tabaré Vázquez marcó y que el Ejecutivo sostuvo en cada intervención del canciller, Rodolfo Nin Novoa.
Pero la decisión uruguaya fue jaqueada una y otra vez durante las últimas semanas. Durante la visita de la canciller argentina, Susana Malcorra, a Montevideo apareció el primer indicio de que algunas piezas comenzaban a moverse en la región. “Tenemos que conversar”, dijo la ministra sobre el eventual pasaje de la presidencia pro témpore a Venezuela. Ese mismo día, en conferencia de prensa, Nin Novoa y Malcorra anunciaron que no habría una cumbre presidencial.
Una semana después, el Palacio Santos recibía al canciller del gobierno interino de Brasil, José Serra, quien veía en persona a su par uruguayo por primera vez desde la asunción del nuevo gobierno brasileño. La visita de Serra fue de pocas horas y en compañía del expresidente, Fernando Henrique Cardoso.
El canciller brasileño no sólo llegó a reafirmar lazos de amistad sino que su estadía tuvo un objetivo muy concreto: presionar a Uruguay para que no pase el mando a Venezuela. Serra volvió a Brasilia habiendo comprado un poco más de tiempo. Durante su estadía en Montevideo, el canciller brasileño informó que se había acordado un espacio de conversaciones hasta agosto.
El lunes 11 las conversaciones siguieron en el Palacio Santos con la presencia de los vicecancilleres de Argentina y Brasil y los cancilleres de Uruguay y Paraguay. El hecho de que no hubieran viajado los jefes de la diplomacia de Argentina y Brasil ya indicaba que nada concreto saldría de esa reunión.
También llegó a Uruguay la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, en un operativo de presión diplomática. La jerarca venezolana no logró discutir la situación con los representantes de Brasil y Paraguay a quienes acusó de “esconderse en el baño”. La reunión terminó con cada una de las partes aferradas a su posición y sin un horizonte esperanzador para resolver la crisis del bloque.
El jueves 14 los representantes diplomáticos de cada una de las partes volvieron a tener una última comunicación por vía virtual. Y en dos semanas llegará el momento de la verdad para una comunidad que muestra sus falencias.