La Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA en su tercera Reunión de Coordinación Continental “La Paz de Colombia es la Paz del Continente”, realizada los días 27, 28 y 29 de mayo en la ciudad de Bogotá, con la participación de delegados y delegadas de organizaciones sociales y populares de 21 países de Nuestra América, declara su apoyo total e irrestricto al Proceso de Paz que se viene adelantando entre el gobierno colombiano y las insurgencias de las FARC-EP y el ELN, proceso que ha sido resultado del esfuerzo heroico e incansable del pueblo colombiano por la solución política al conflicto social, político y armado de los últimos 60 años. Igualmente acompañamos los escenarios de negociación impulsados por diferentes expresiones del movimiento popular colombiano como la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular; La Mesa Social para la Paz y el Frente Amplio por la Paz en el desafío de construir la Colombia en Paz con Justicia Social y Ambiental que reclama nuestro continente.
Esta apuesta por la paz se realiza en el contexto de la ofensiva imperialista encabezada por Estados Unidos en contra de los pueblos y gobiernos revolucionarios y progresistas. Ofensiva desatada a partir de la perdida de hegemonía estadounidense derivada del triunfo electoral de fuerzas políticas y populares que en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Haití, cuestionaron al modelo neoliberal y se plantearon propuestas de desarrollo y resistencia nacional que desembocaron en la derrota del ALCA en 2005, evidenciando fracturas muy profundas de la dominación estadounidense, sus transnacionales y los regímenes oligárquicos criollos que operan como protectorados del imperio.
A raíz del ataque al campamento de las FARC-EP en Sucumbíos (Ecuador) el 1 de marzo de 2008, por fuerzas militares estadounidenses y colombianas, se desplegó una ofensiva militar que aún no cesa, con el objetivo de cercar a Venezuela y desestabilizar los procesos progresistas de la región. La militarización de nuestro continente tiene en la reactivación de la IV Flota y la instalación de múltiples bases militares, la expresión más evidente de sus intenciones de imponer a sangre y fuego la recolonización del hemisferio. Los golpes de Estado “blandos” ejecutados en Honduras, Paraguay y recientemente Brasil, son el resultado de la combinación de grandes acciones militares, sabotajes económicos y complots mediáticos, que violando toda legalidad pretenden echar por tierra el proceso de integración latinoamericano y la democratización de nuestros países.
La magnitud de esta ofensiva global imperialista, guarda total relación con el desafío que ha representado la revolución bolivariana encabezada por el Comandante Hugo Chávez, que puso y pone en entredicho el dominio de los EEUU, de las transnacionales y oligarquías criollas. Ante la victoria de los pueblos en Mar del Plata contra su proyecto anexionista del ALCA, los Estados Unidos en su afán por recuperar el control de la región y cercar a los países de los BRICS, pretende coronar su ofensiva económica y militar con la imposición de sus nuevos proyectos de supuesto libre comercio, como son el TPP-TTIP-TISA, que de aprobarse serían más devastadores que el propio ALCA.
Una muestra de las consecuencias de la ofensiva neoconservadora, se materializa en el gobierno de Mauricio Macri en Argentina que viene implementando la vieja receta neoliberal del ajuste y las privatizaciones, que pretenden cargar las consecuencias de la crisis en la clase trabajadora y los sectores populares, generando en menos de seis meses más de 200.000 desempleados, una inflación mayor al 40%, la caída de los salarios y la criminalización de la protesta; fórmulas que se repiten en todos los países de la Alianza del Pacifico. Otro ejemplo de la destrucción de las conquistas sociales y los avances en la autodeterminación de los pueblos, es el proceso de golpe de estado parlamentario que quiere imponer la derecha brasileña en cabeza de Michel Temer, uno de los personajes más corruptos de la política continental que intenta secuestrar la presidencia en contra corriente de la voluntad de más de 54 millones de brasileros y brasileras que siguen reconociendo a Dilma Rousseff como su legítima presidenta.
La respuesta popular no se ha hecho esperar, los casos de Argentina y Brasil evidencian la fuerza de los movimientos sociales y populares que no permitirán el retorno de la noche neoliberal. Por lo pronto en Argentina en las últimas semanas se han movilizado más de 300.000 trabajadores y trabajadoras y cerca de 100.000 estudiantes; mientras el Frente Brasil Popular se toma las calles convocando a una Huelga General el 10 de junio en defensa de la Democracia y contra el intento de golpe.
Tenemos claro que aunque la derecha ha retomado la iniciativa continental, de ninguna forma significa el triunfo del imperialismo sobre nuestros territorios. Tampoco borra los logros alcanzados por los pueblos latinoamericanos y los gobiernos progresistas que transformaron la realidad regional en lo corrido del siglo XXI. No podemos desconocer el surgimiento de un nuevo sujeto político continental, que reconociendo el legado histórico de Bolívar, Martí y quienes gestaron nuestra primera independencia, levanta la bandera de la integración latinoamericana de la mano del Comandante Hugo Chávez quien ubicó el socialismo como horizonte estratégico para la liberación de nuestros pueblos.
Sabemos que se han cometido errores, debemos reconocer los límites de los proyectos neodesarrollistas que no lograron romper con la dependencia del mercado global y el rentismo exportador y que, en muchos casos, permitieron el avance del modelo extractivista y agroexportador que solo genera la pérdida de nuestros territorios y la degradación de la madre tierra, así como el desplazamiento de las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes. Estos años han hecho evidente que la táctica de la conciliación de clases como garantía para llegar al gobierno por la vía electoral exclusivamente no garantiza la transformación real de la sociedad.
Reconocemos en los pueblos y sus organizaciones comunitarias, la fuerza transformadora de los procesos que dieron pie a los gobiernos progresistas y revolucionarios. Es en el poder popular y las nuevas ciudadanías, junto a los comunitarismos derivados de las luchas de género, diversidades sexuales, feministas, indígenas, campesinas, afrodescendientes, de trabajadores y trabajadoras y de la juventud, que construyen alternativas más allá del modelo neoliberal y el sistema capitalista, donde reside la fortaleza del proceso de liberación de nuestros pueblos.
Como Movimientos Sociales y Populares nuestroamericanos declaramos:
POR LA PAZ Y LA SOBERANIA POPULAR EN NUESTRA AMERICA
UNIDAD, LUCHA, BATALLA Y VICTORIA
NO PASARAN!!!
VENCEREMOS!!!
1 junio, 2016