La Cámara de Diputados de Brasil admitió el domingo el proceso de impeachment de la presidenta Dilma Rousseff en una votación que mostró el aislamiento político de la mandataria, quien podría ser apartada del poder provisionalmente el próximo mes si el Senado decide abrir el juicio en su contra.
La votación mostró una gran cantidad de traiciones de última hora al gobierno, con legisladores abandonando al oficialismo minutos antes de expresar su decisión.
La oposición consiguió el voto 342, decisivo para llevar el juicio político al Senado, a las 23,09 hora de Brasilia, tras más de nueve horas de sesión.
En total, fueron 367 votos a favor del impeachment, 137 contra, siete abstenciones, y dos ausencias.
Ell gobierno fracasó en su estrategia de motivar ausencias de legisladores, que se presentaron macizamente a votar. En total participaron 511 diputados de un cuerpo de 513.
La oposición celebró ruidosamente en el pleno, con carteles a favor del juicio político.
También manifestantes celebraron en las calles, con fuegos de artificio y bengalas.
La presidenta Dilma Rousseff acompañó la votación desde la residencial oficial del Palacio da Alvorada junto a ministros y asesores como Jaques Wagner, Ricardo Berzoini y el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
De los 27 partidos con representación en el Congreso sólo siete se posicionaron a favor de Dilma, acusada de incurrir en maniobras contables, modificar presupuestos mediante decretos y acumular deudas y contratar créditos con la banca pública.
El Gobierno ha calificado el proceso como un “golpe de Estado” y ha asegurado que esos actos, si bien pudieran sugerir alguna “falta” administrativa, no suponen un “delito de responsabilidad”, que es lo que la Constitución contempla para la destitución de un mandatario.