El domingo se realizarán las manifestaciones convocadas por la oposición para pedir su retiro del poder. El comandante del ejército Edoardo Vilas Boas hizo conocer su preocupación por la situación de enfrentamiento.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, afirmó que el país precisa diálogo, comprensión y unidad para hacer frente a la aguda crisis política y económica que atraviesa en los últimos meses. “Brasil pasa por una fase en que no es posible no ver que uno de los componentes que atrasan el repunte del crecimiento (económico) es la sistemática crisis política a la que, esporádicamente, el país es sometido”, señaló la mandataria en un acto celebrado en el Palacio presidencial de Planalto. Según la jefa de Estado, la tolerancia y la pacificación en una sociedad son algo muy importante y los Gobiernos precisan de paz para poder tener las condiciones para enfrentar una crisis y retomar el crecimiento. Las máximas autoridades del ejército señalaron que ante un aumento de la conflictividad, esa fuerza optará por una posición que tienda a pacificar y que busque preservar el orden público.
Rousseff también sostuvo que, aunque se contrajo un 3,8 por ciento el año pasado y todos los pronósticos dicen que caerá en una tasa similar en 2016, la economía brasileña muestra señales de recuperación, lo cual aseguró se refleja en una ligera reducción de la inflación. “Tenemos una perspectiva de inflación cada vez menor”, sostuvo la presidenta, en contra de las previsiones de los analistas, que apuntan a que los precios aumentarán cerca del 8 por ciento este año tras haber crecido casi un 10 por ciento en 2016.
En el Día Internacional de la Mujer, la presidenta brasileña hizo un repaso de las iniciativas adoptadas por su Gobierno en favor de una mayor igualdad de género, que consideró una prioridad en el país. En los últimos trece años, el gobierno tuvo como prioridad la cuestión de género y la garantía de los derechos de la mujer, dijo Rousseff en un mensaje difundido por las redes sociales, aludiendo a los cinco años que lleva en el poder y a los ocho en que gobernó su antecesor y referente político, Lula da Silva.
En este sentido, Rousseff citó leyes propuestas por el Gobierno que han endurecido las penas contra las agresiones machistas y el proyecto conocido como “Casa de la Mujer”, institución estatal que asiste a víctimas de violencia machista. “Son espacios de acogida, orientación, derechos, donde todos los servicios están disponibles para las víctimas de la violencia”, indicó la mandataria sobre esos centros sociales. Rousseff también aprovechó la ocasión para enviar “un abrazo cariñoso” a todas las brasileñas que luchan diariamente para criar a sus hijos y “por tener una profesión, afirmarse como personas y construir un país más igual y más justo”.
La presidenta brasileña atraviesa uno de los momentos más difíciles desde que llegó al poder, en 2011, aunque su popularidad se ha recuperado en los últimos tiempos ubicándose en el 37 por ciento, según una encuesta de la consultora CNT/MDA, difundida a fines de febrero, que señala que un 63 por ciento de las personas consultadas consideraron “malo” o “muy malo” al Gobierno. Pese a todo, esta cifra que se encuentra por debajo del 70 por ciento registrado en octubre. Además, enfrenta una aguda crisis política generada por los graves escándalos de corrupción vinculados con la petrolera estatal Petrobras y un creciente malestar social producto de la severa crisis económica. En ese escenario, la oposición solicitó la apertura de un juicio político con miras a su destitución, pero aunque el proceso comenzó a fines del año pasado, está temporalmente suspendido por de procedimientos defectuosos detectados por la Corte Suprema. Mientras el juicio político no se reinicia, grupos opositores convocaron a una gran jornada nacional de manifestaciones para el próximo domingo, cuando exigirán la renuncia o la destitución de la presidenta Rousseff.
En este marco de ataques a la investidura presidencial, el comandante del Ejército, general Eduardo Villas Boas, admitió estar preocupado por la tensión reinante entre oficialistas y opositores, que recrudeció tras la declaración de Lula, y en vísperas de la movilización convocada para el domingo próximo para exigir el juicio político a la presidenta Rousseff. En una comunicación reservada dirigida a militares retirados, Villas Boas dijo que observa con mucha atención la evolución de la crisis políticojudicial, informó ayer el portal brasileño Valor Económico. El militar señaló además que ante un cuadro de inestabilidad creciente, esa fuerza tomará una posición a la que definió como “pacificadora”, en busca de “la conservación del orden público”.
Sin embargo, el Club Militar, organismo que agrupa a los altos oficiales retirados de Brasil, expresó duras críticas al ex presidente, al que acusó de “instar a la violencia y la inestabilidad política”, luego de haber sido indagado en el marco de la causa Petrobras. En un artículo conocido en las últimas horas, el general Gilberto Pimentel, presidente del derechista Club Militar, condenó a Lula y expresó su temor de que se instale “el caos generalizado”. “Frente a un cuadro cada vez más incierto la responsabilidad de los militares es garantizar la paz y el orden las cuales se defienden con las armas en la mano”, señaló Pimentel.