Evo Morales estuvo en la despedida de Cristina Fernández el miércoles por la tarde: junto a la presidenta saliente descubrieron un busto de Néstor Kirchner en la Casa Rosada, idéntico al ex mandatario, según dice con una sonrisa el líder de Bolivia. Morales resalta la confianza única que tuvo con ambos políticos.
Más tarde, el popular presidente boliviano hizo lo que tanto le gusta: junto a su equipo de gobierno jugó al fútbol con residentes bolivianos en Argentina. Mauricio Macri también se dio cita en las instalaciones de Boca y participó del partido. En política, los gestos hablan por sí solos.
Ayer por la mañana, antes de acudir a la ceremonia de investidura de Macri, Morales concedió una entrevista a Página/12 en una sala de un hotel porteño. Con un trato afable y tranquilo, rasgos en su ADN, el mandatario dice que es su deseo crear confianza con el nuevo inquilino de la Casa Rosada porque los pueblos argentino y boliviano se necesitan mutuamente.
Mirando en perspectiva al Mercosur, Morales desliza una pena. “Nos sentimos solos con Maduro como líderes antiimperialistas… duele ver el panorama político regional.”
–¿Qué evaluación hace de la llegada al poder en Argentina de Mauricio Macri, tras 12 años de gobiernos progresistas?
–En Unasur tenemos una cláusula en temas democráticos, por eso respetamos al presidente que gana y nos ponemos a trabajar en conjunto. Puede haber diferencias ideológicas o programáticas, pero cada país tiene su particularidad. Con Néstor y Cristina hemos creado una confianza única para trabajar entre ambos países, en cualquier momento nos comunicábamos por teléfono. Me acuerdo que antes de Néstor no había estabilidad económica ni política, sólo escuchaba cambios de presidentes y el pueblo movilizado. Sin embargo, esa gestión ha dado estabilidad económica, política y social. Tengo muchos recuerdos de Néstor, de momentos difíciles que vivimos en Bolivia, por ejemplo, con el proceso constituyente. Con Cristina ha habido mucha confianza, colaboración, inversión, coincidencias en eventos internacionales, en las cumbres y por eso ayer (por anteayer) vine a acompañarla en su despedida de la Presidencia… duele, ¿no? Fue un acto muy importante. Con el nuevo presidente tengo el deseo de crear confianza; la misma se gesta con sinceridad y diálogo, pensando siempre en nuestros pueblos. Nunca tuve amistad con él, y queremos construir una amistad, porque nuestros pueblos se necesitan mutuamente. Algo podemos aportar para Argentina. Bolivia después de mucho tiempo se ha levantado. Estamos mucho mejor que antes, y no solamente podemos colaborar como países, sino también compartir experiencias de trabajo.
–¿Tiene prevista una reunión con Macri para tratar los acuerdos bilaterales?
–No, todavía no está prevista. Sólo vengo al traspaso de mando, y a conocernos. Decirle gracias porque vino al partido que jugábamos con los bolivianos. Después de que organice el gabinete, veremos los temas pendientes por el bien de nuestros países.
–¿Conversó con Cristina Fernández?
–Fui al acto de descubrimiento del busto de Néstor, que es idéntico a él. La invité a Bolivia, le dije que ahora va a estar con tiempo, puede venir a dar conferencias, soy muy admirador de su línea política de liberación y de sus intervenciones. Me lo imagino así. Acá en Argentina hace diez años sepultamos el ALCA con Fidel, Hugo, Néstor, eso es defender las políticas de nuestros pueblos de América latina.
–¿Le preocupa que se vean señales de cambio en la región, por ejemplo, la derrota electoral de Maduro en las parlamentarias del domingo pasado y el pedido de impeachment contra Dilma?
–Me preocupa y debemos ocuparnos para liberarnos de la guerra económica. La crisis del sistema capitalista tiene efectos en todo el mundo y debemos enfrentarla en conjunto. Bolivia ha enfrentado distintas guerras económicas. Cuando llegué al gobierno, permanentemente algunos medios de comunicación, que los llamo medios de conspiración, decían en base a mentiras: corralito o corrida bancaria. También decían que Evo iba a presentar su plan nacional de desarrollo con ahorros del pueblo, y que la gente iba a retirar su dinero. Yo sostenía reuniones con los banqueros y les explicaba que ellos podían causar convulsión social con mentiras, y que los empresarios van a perder y Bolivia va a perder finalmente. En 2008, algunos empresarios intermediarios compraban arroz barato a los pequeños productores y hacían su stock con fines políticos. Estos señores hicieron faltar el arroz; luego lo intentaron con la carne, el azúcar, la harina. Antes EE.UU. le regalaba la harina a Bolivia, y después le quiso vender. Esa es una agresión económica. Los fondos buitre son una agresión económica del imperio. Una vez le dije a Maduro que mantiene a dos países, Venezuela y Colombia. El combustible tan barato sale de contrabando; está bien la subvención, pero con cierto límite.
–El gobierno venezolano cerró pasos fronterizos. Pero el problema parece ser el hartazgo que tiene la población al hacer colas en los supermercados para conseguir productos básicos y la economía que no repunta…
–Hubo un 40 por ciento de voto duro antiimperialista en Venezuela, pese a las colas, la falta de alimentos, la inflación. (N.de la R: el chavismo obtuvo 40,8 por ciento y la MUD 56,2 por ciento de los sufragios).
Ahora los empresarios le han planteado a la Asamblea cambiar la ley de Trabajo, quitar las leyes sociales; y aquí empieza la lucha de los trabajadores. Pero felizmente nuestros pueblos son antiimperialistas.
–El 21 de diciembre se realiza una cumbre del Mercosur en Paraguay. ¿Cómo ve al bloque sudamericano con estos cambios en marcha?
–Nos sentimos solos con Maduro, me duele mucho ver este panorama político regional. Pero sé que los trabajadores no solamente de Bolivia y de América latina van a acompañar. Tampoco estamos asustados. Mire el ejemplo de Cuba, que estuvo décadas sola en América latina. Si al imperio no le dan resultado estas guerras económicas, usa la política de amenazas, pero por suerte ya no hay más golpes de Estado. Hay una confrontación ideológica.
–Mencionó a Maduro, pero también está Correa. Ecuador forma parte de la Unasur.
–Al margen de las diferencias ideológicas que tenemos los presidentes de Unasur, primero debemos debatir la economía regional. Compartir lo que tenemos como países, porque no podemos depender totalmente de la economía norteamericana o del mercado europeo o del asiático. Recuerde el 2008, cuando Estados Unidos tenía serios problemas financieros. Entonces debemos ampliar nuestro mercado regional.
–En el caso de Brasil, a la crisis económica se le suma la crisis política o es a la inversa…
–Es un golpe parlamentario en ciernes. Ya hubo un golpe en el Congreso de Paraguay, y ahora está pasando en Brasil. Respetamos, son constituciones distintas, a veces importadas; pero son los grupos oligárquicos los que detentan el poder político.
–Algunos aliados de Dilma Rousseff parecen poco confiables.
–Tal vez en algunos países por ganar las elecciones se incorpora a la mal llamada centroderecha o la centroizquierda. Para mí se es antiimperialista o imperialista. Cuando para ganar incorporamos algunos centros, éstos no tienen definición ideológica ni disciplina orgánica.
–¿Cuánto aportan los medios de comunicación a la mencionada confrontación?
–En Bolivia no tengo oposición, sólo medios de comunicación; la derecha boliviana no tiene nada que festejar en mi país y viene a festejar a Argentina, o va a Venezuela.
–Pero han surgido nuevos liderazgos, como por ejemplo Soledad Chapetón, que le arrebató al Movimiento al Socialismo la alcaldía de El Alto.
–Entiendo, también nosotros cometemos errores. Nuestro candidato era malo.
–Según un sondeo conocido esta semana, un 53 por ciento está en contra de modificar la constitución para permitir una nueva reelección presidencial. ¿Cuál será la respuesta de su gobierno si en el referéndum de febrero les va mal?
–Nunca creí en los sondeos. En 2005, cuando gané las elecciones presidenciales, todos las encuestas decían que iba a ganar con el 32 por ciento, y gané con el 54 por ciento. En 2009, dijeron que iba a ganar con el 48 por ciento, y fue del 62 por ciento. Hay una contradicción en el sondeo de ahora: un 68 por ciento apoya a mi gestión, pero un 53 por ciento rechaza la reforma constitucional. Estamos seguros de que vamos a ganar, porque queremos un período más para continuar con la agenda patriótica, garantizando las inversiones. Lo mejor es consultar al pueblo: si el pueblo me quiere, sigo, si no, lo respetamos. Es lo más democrático.