El profesor universitario Jesús Arboleya tuvo a su cargo el tema “El estado actual de las relaciones Estados Unidos-Cuba”. La “normalización de las relaciones” entre ambos países, anunciada el 17 de noviembre de 2014, le interesa a quienes participan del Encuentro Hemisférico Derrota del ALCA, 10 años después. Muchos agradecen la mirada a la realidad cubana y a las proyecciones de su Revolución, como parte del programa de la jornada dominical, la última de esta reunión.
¿Qué ha significado el llamado “deshielo” para los cubanos y las cubanas de la isla?, ¿cómo están viviendo ese proceso ustedes?, han preguntado algunas de las personas delegadas, que por diversos medios y fuentes de información, han seguido los acontecimientos recientes entre la isla y la nación norteña. Arboleya no escuchó esas interrogantes pero su disertación les dio algunas respuestas a quienes se mantuvieron en el teatro del Centro de Convenciones de Cojímar, al este de la capital habanera.
Aunque Barack Obama sugirió hacer “borrón y cuenta nueva” para restablecer relaciones entre ambas naciones, durante la Cumbre de la Organización de Estados Americanos en Panamá, Arboleya insiste en repasar la historia común. Pesan mucho los años de distanciamiento y sobre todo, los impactos que la política hostil hacia la Revolución cubana desde sus primeros años, han tenido sobre su gente. Ese era el plan para rendir a las cubanas y cubanos. En función de lograrlo, el pequeño país caribeño fue aislado internacionalmente, se prepararon excusas para invadir el territorio nacional –la derrota de Girón lo hizo evidente-; se alentó a la oposición interna y las acciones de terrorismo.
Sin embargo, la triunfante Revolución cubana buscó caminos alternativos para sobrevivir a las presiones de la potencia vecina, entre ellas sumarse al bloque de países socialistas, donde encontró un espacio de complementariedad y apoyo para su defensa y desarrollo. Una imagen muy conveniente a los intereses hegemónicos comenzó a establecerse desde el discurso de los medios de comunicación masiva, que sirven a la dominación imperial: “de Cuba su población no emigra, huye”. Esta perspectiva sigue vigente y tiene su epicentro en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, donde miles de migrantes de la isla, son atrapados por las cámaras, mientras esperan una decisión que les permita proseguir hacia su anhelado destino: Estados Unidos, el país de la promesa.
La caída del muro parecía ponerle fecha final a la Revolución cubana. El soporte que representaba el campo socialista debilitaba el proceso, y por eso se arrecia el bloqueo económico estadounidense sobre la isla. El Período especial en la década de los 90, es una de las épocas más duras para el pueblo revolucionario. Arboleya hace un recuento de hitos de la historia de la Revolución cubana, inevitablemente asociada a su tensa convivencia con el vecino del norte. Es difícil creer que el llamado “deshielo” pueda hacerse cerrando capítulos esenciales del pasado.
Pareciera que “todas las deformaciones de la sociedad cubana vienen del Período especial, pero ningún pueblo resiste una crisis tan prolongada”, comenta el profesor universitario. ¿Cómo fue posible? Por los valores socialistas, que calaron hondo la idea de lo colectivo (“la vamos a pasar todos mal, pero nadie quedará desamparado”), asegura Arboleya. En esos difíciles años, aumentó la religiosidad de la población, la espiritualidad también fue un soporte para la resistencia popular, como mismo la fuerza moral y el liderazgo de Fidel Castro para conducir los destinos de un país, en circunstancias sui géneris, “casi de hambruna”.
Desde Estados Unidos algunas posiciones radicales pedían “después de Iraq, Cuba”. Esa podía ser la oportunidad de retornar el capitalismo a la isla, con su nuevo rostro: el neoliberalismo. La geopolítica se reconfiguraba luego de la guerra fría y Estados Unidos se volcaba sobre la región latinoamericana, donde Cuba era una rara excepción.
¿Qué factores han hecho cambiar la política de Washington hacia Cuba?
La llegada de Obama a la presidencia en el 2008 podría significar un cambio. Casi al término de su segundo período al frente de la Casa Blanca, se hizo pública la decisión de su gobierno de abrir un nuevo capítulo entre Cuba y Estados Unidos. Arboleya cataloga ese paso como “la decisión más osada” del primero Presidente afroamericano de la nación norteamericana. “Nadie se esperaba algo así.”
Entre los factores que gravitan sobre esta nueva situación están “la solidaridad internacional, la posición de gobiernos progresistas de América Latina, que exigieron la participación cubana en las Cumbres de las Américas, el rechazo de la comunidad internacional ante el bloqueo económico, expresando su voto favorable a la resolución contra la política de Estados Unidos en las Naciones Unidas. Tampoco es un dato menor la pérdida del consenso sobre la proyección hacia Cuba, en el territorio estadounidense, lo que puede repercutir en oportunidades electorales para los demócratas y en nuevos escenarios comerciales para ciertos sectores vinculados con la industria agroalimentaria, que han sido de los más interesados en impulsar un cambio.”
Arboleya observa además, un deterioro de la hegemonía de Estados Unidos en América Latina, aunque no quiera decir que se han modificado las asimetrías. Pero en primer lugar, considera que lo que ha ocurrido “tenemos que asumirlo como una victoria de la Revolución y la solidaridad internacional. Esta batalla la ganamos: “Cuba negocia en condiciones de igualdad con los Estados Unidos”.
“Ellos han tenido que cambiar la política, porque como el propio Obama ha reconocido, no funcionó.” El giro ha implicado moderar la retórica agresiva, enfocada en Cuba, las provocaciones de la Oficina de Intereses de esa nación (SINA), flexibilizar el intercambio entre sectores de ambos pueblos y vislumbrar escenarios comerciales.
Mas, existen diferencias sistémicas antagónicas entre ambos países a que, a su modo de ver, impiden hablar de una normalización real. “Nadie tiene relaciones normales con los Estados Unidos”. La existencia del bloqueo económico -con su marcado carácter extraterritorial-, que impide a Cuba usar en sus transacciones internacionales el dólar estadounidense, entre muchas otras restricciones, es una de las barreras más importantes que tiene que rebasar este proceso. Obama dice que está en contra del bloqueo, pero eso no basta.
¿Cuál será el plan a largo plazo?
Restablecer el capitalismo en Cuba sigue siendo la meta, aunque ya no se trata de restringir el bienestar o mejoramiento económico, porque eso no dio resultado; pero sí exacerbar las contradicciones dentro de la sociedad cubana. Adecuan la política hacia Cuba, tal como hacen con otros países. Apuestan por el cambio generacional que inevitablemente de será. En síntesis, cambia la naturaleza de los programas subversivos, ahora con programas internacionales de becas, fomentando organizaciones no gubernamentales y la introducción de los valores capitalistas, que puedan entrar en confrontación con el ideal humanista y colectivo que ha cultivado el proyecto socialista de la Revolución.
A la izquierda latinoamericana, que ha mantenido en alto la bandera de la solidaridad con Cuba, la nueva etapa, también le demandará más acompañamiento al pueblo de la isla para seguir construyendo Patria Grande y soberana, con la vitalidad y los aires renovados de una Revolución, que tiene mucho que mejorar, sin perder su horizonte emancipador y popular, principios que no encajan con el dominio del capital.