Procesos de integración y modelos únicos
Alejo Vargas Velásquez

A finales del Siglo XX estuvo en auge la idea de que los procesos regionales de integración entre naciones y países era la solución salvadora y aún más, que conllevaría al progresivo marchitamiento de los Estados nacionales. Justamente la experiencia de integración europea que inicia con la Comunidad del Carbón y del Acero, luego la denominada Comunidad Económica Europea y últimamente la Unión Europea, fueron modelos paradigmáticos y ello estímulo procesos similares en otras regiones (recordemos la creación de la organización de países andinos a finales de los 60s en Suramérica). Pero todo parece mostrar que la tentación subyacente en estos procesos integracionistas es la de unificación en torno a modelos de desarrollo específicos, políticas públicas y aún más hacia modelos de organización política. Y eso es lo que está en crisis y se refleja en situaciones políticas como la derivada del triunfo en Grecia de la abigarrada coalición política de izquierdas denominada Syriza.

 

Me parece que el triunfo electoral de Syriza en Grecia y el previsible del movimiento político Podemos en España en las próximas elecciones y de pronto en otros países del mediterráneo -Portugal, Italia- más allá de ser una crisis de los partidos políticos tradicionales de esos países -que también lo es-, es sobre todo una crisis de un modelo de desarrollo único que se ha pretendido imponer en la Unión Europea -con políticas drásticas de ajuste económico, de desmonte del Estado de Bienestar, producto de la historia y las luchas de esas sociedades- dentro de sociedades y economías diversas, y donde ha primado la influencia -presión han denominado algunos- del gobierno Alemán, la 'locomotora' del crecimiento económico en Europa, pero que no necesariamente es aplicable a diversas realidades.

 

No creo las previsiones, de sabor idealista, que señalan que el triunfo de Syriza es una ruptura con el capitalismo y el germen de construcción de nuevas utopías socialistas. Eso no está al orden del día en el mundo de hoy. Lo que si se evidencia es la búsqueda de nuevas de formas de desarrollo del capitalismo, que permitan romper los ciclos empobrecedores que ha estado viviendo la sociedad griega y en menor proporción la española y otras en Europa; en algunos casos retornando fórmulas de estirpe keynesiano de mayor intervencionismo del Estado y de control a los capitales privados vía tasas impositivas y regulaciones.

 

Pero esto también se da en el ámbito político. En Latinoamérica la gran crisis que está viviendo la OEA en buena medida se asocia a la idea de cambiar una organización de Estados, como dice su nombre, a una especie de club de 'democracias liberales' -y aclaro, a mí me gusta el modelo de la democracia liberal, pero no creo que deba imponérsele a todas las sociedades-. El surgimiento de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), no solo es la búsqueda de un escenario de diálogo político entre los Estados de América Latina y el Caribe, sino también una respuesta a ese cambio producido en la OEA y el desgaste de la misma tratando de ser un instrumento legitimador de la política norteamericana en la región.  

 

Probablemente estamos en momentos de inflexión en los cuales, sin renunciar a la idea de la integración, que sería absurda en un mundo crecientemente globalizado, se replantea la misma respetando las diversidades nacionales y políticas y priorizando los procesos de diálogo político y económico y las políticas de integración económica entre sociedades con orientaciones similares. Justamente una de las características de lo que algunos denominan la posmodernidad es la ruptura con los modelos y pensamientos únicos y reconocer como una realidad potente la diversidad.

 

- Alejo Vargas Velásquez, profesor Universidad Nacional, Colombia.