Ecuador en el centro de la integración suramericana
Néstor Marín

Quito (PL) Con la inauguración de la nueva sede de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) a pocos pasos de la línea equinoccial que divide al mundo en dos mitades, Ecuador devino centro del proceso integrador emprendido en 2008.

 

Reunidos primero en Guayaquil y luego en Quito los días 4 y 5 de diciembre, respectivamente, los líderes del bloque coincidieron en destacar la necesidad de impulsar la construcción progresiva de la unidad de Suramérica.

 

Los mandatarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, o sus representantes, también reafirmaron que la paz, la democracia y la promoción de los derechos humanos siguen siendo los principios rectores de esa integración.

 

Entre los resultados concretos de la cumbre extraordinaria de dos días destacó la aprobación de un plan de movilidad regional.

 

Según adelantó el secretario general de la Unasur, el expresidente colombiano Ernesto Samper, se comenzará a trabajar en la adopción de un pasaporte suramericano para sus casi 500 millones de habitantes.

 

También se escucharon fuertes llamados a combatir la pobreza y la inequidad, en el entendido de que la erradicación de ambos flagelos constituye el desafío más importante en estos momentos para la región.

 

En ese sentido, la voz cantante la llevó el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien en su calidad de anfitrión de la cita presidencial pronunció sendos discursos en Guayaquil y Quito, y en ambos resaltó la necesidad de poner al ser humano por encima del capital, como condición sine qua non para lograr un desarrollo justo y equitativo.

 

Según explicó Correa a sus pares del subcontinente, la Unasur podría convertirse en la cuarta economía más grande del mundo, pues como bloque, dijo, representa el seis por ciento del Producto Interno Bruto mundial.

 

Además, tenemos un tercio de las fuentes de agua potable del planeta, el primer lugar en la producción de alimentos, y reservas de hidrocarburos para los próximos 100 años, recordó.

 

En opinión del mandatario ecuatoriano, esas condiciones privilegiadas sólo pueden preservarse con la unidad real y efectiva del bloque, al que instó a crear lo antes posible una arquitectura financiera que incluya un banco y fondos propios.

 

De acuerdo con Correa, economista de profesión, resulta paradójico que mientras los países de la Unasur tienen depositados más de 760 mil millones de dólares en el llamado Primer Mundo, todavía la región sigue dependiendo de préstamos externos e inversiones extranjeras.

 

También consideró necesario que la Unasur tenga sus propios mecanismos de compensación, una moneda regional, y un centro de arbitraje en materia de inversiones.

 

En el primer tramo de la cumbre celebrado en Guayaquil, Surinam entregó a Uruguay la presidencia pro tempore del bloque, y la ocasión también fue propicia para despedir a José Mujica, quien en marzo próximo dejará la primera magistratura del país suramericano.

 

Famoso por su sinceridad y desenfado, el exguerrillero uruguayo cautivó a sus colegas suramericanos y al público que abarrotó el Centro Cívico Eloy Alfaro, con un discurso lleno de verdades como puños.

 

La integración solo es posible si existe voluntad política, aseguró Mujica; dijo no tener vocación de héroe, pero sí una especie de fuego adentro contra la injusticia social y las diferencias de clase.

 

También recalcó la necesidad de ese compromiso porque, según alertó, "los obstáculos en el mundo son enormes, porque el pasado sigue apretándonos, por una realidad económica marcada por trasnacionales de carácter colosal, y porque la desigualdad muerde las entrañas de nuestro continente.

 

Flamante sede en la Mitad del Mundo

 

El corolario de la cita presidencial de dos días fue la apertura de la sede de la Unasur, una construcción de líneas futuristas ubicada en Ciudad Mitad del Mundo, al borde de la línea ecuatorial imaginaria que divide al planeta en los hemisferios norte y sur.

 

Al decir de su diseñador, el arquitecto Diego Guayasamín, más que un edificio, trató de construir una pieza escultórica que de alguna manera "refleje una metáfora de libertad", y para ello recurrió a grandes espacios abiertos, espejos de agua, y tres volados que sobresalen del núcleo de la edificación de cinco pisos.

 

Acorde con las preocupaciones por la conservación del medio ambiente, la sede de la Unasur fue construida con materiales coherentes con el entorno, y sus elementos metálicos exteriores están recubiertos con un compuesto químico capaz de repeler el polvo y absorber las partículas de dióxido de carbono.

 

El flamante complejo lleva el nombre del fallecido expresidente argentino Néstor Kirchner, a quien los líderes del bloque rindieron homenaje, al igual que hicieron con el también desaparecido mandatario venezolano Hugo Chávez, exaltado como el renovador de la unidad proclamada por el Libertador Simón Bolívar, y arquitecto e impulsor de la integración latinoamericana.

 

 

* Néstor Marín, Corresponsal de Prensa Latina en Ecuador.

 

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