Si partimos del presupuesto que la calidad de una sociedad se dimensiona por los temas de su agenda pública y cómo los procesa, resulta fácil constatar que en la región se registran cambios de importancia en el curso de los últimos años. Entre otros, dos temas que han irrumpido en las agendas de los diversos países, con diversos grados de intensidad, son la integración y la democratización de la comunicación.
En efecto, el Continente vive el resurgir de la alternativa histórica de la integración regional que se expresa en la conformación del Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños); proyectos que marcan un inédito momento histórico ante la tradicional subordinación de los gobiernos respecto a EE.UU.
Sin embargo, estos procesos hoy se enfrentan a la complejidad de aunar posiciones ante la diversidad de enfoques en cuanto al camino a seguir, más aún cuando la potencia del Norte, ocho años después de la derrota del ALCA, pugna por un nuevo realineamiento en la región vía la Alianza del Pacífico, que se sustenta en el paradigma del libre comercio.
Asumiendo que se trata de “procesos no consolidados”, el expresidente brasileño Inacio Lula da Silva ha tomado la batuta para convocar a la elaboración de un pensamiento estratégico de la integración que permita consolidar lo alcanzado y trazar pistas para superarlo, subrayando que las propias ideas de integración están en disputa.
En los actuales momentos, destaca que, entre otros nudos a desatar, los procesos de integración precisan lograr relaciones más igualitarias y solidarias, superar la persistencia de tensiones y prejuicios entre países, encarar las limitaciones existentes en el funcionamiento institucional y contrarrestar el impacto causado por el neoliberalismo en el terreno de la cultura, la educación y la comunicación social. Pero sobre todo, hacer efectiva la participación de la sociedad y sus expresiones organizadas en los procesos integracionistas, como condición ineludible para el reimpulso de éstos.
En el campo de los movimientos sociales prevalece la apuesta por una integración contrahegemónica basada en la soberanía popular para enfrentar los proyectos del capital global. A esta proposición se suma el criterio de que es fundamental una participación autónoma en la elaboración colectiva de las definiciones estratégicas y políticas. En tal sentido, se aboga por la convergencia y articulación para construir acciones en común y un espacio permanente de diálogo para elaborar propuestas encaminadas a la elaboración de acuerdos con los gobiernos.
La premisa de que es la construcción de una voluntad popular de integración la que permitirá superar las limitaciones de las iniciativas circunscritas a los gobiernos, remite a encarar, entre otros, el desafío de la democratización de la cultura, la educación, la información y la comunicación social como requisito imprescindible para la construcción de democracias participativas y para la afirmación de la cohesión e identidades sociales. Y este es un ámbito que registra aperturas y avances en varios países de la región.
En este contexto, la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI) y la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica – ALER convocaron al Encuentro Latinoamericano: Democratizar la palabra en la integración de los pueblos, que tuvo lugar en Quito, del 4 al 6 de noviembre de 2013, con el propósito de establecer puntos de coincidencia para un accionar común (Ver Declaración Final en la p. 44). A la cita acudieron redes y medios de comunicación alternativos, comunitarios, populares, así como organizaciones y movimientos sociales.
Una agenda común
Con el compromiso de “priorizar en nuestras agendas de trabajo el apoyo, el fomento y la difusión de los procesos de integración de la región latinoamericana, en el camino de la unidad de nuestros pueblos”, las y los participantes del Encuentro resolvieron constituir el Foro de Comunicación para la Integración de Nuestra América como espacio de confluencia en construcción, abierto a otros actores que comparten los mismos principios y objetivos.
En este sentido, acordaron desplegar iniciativas para fortalecer la integración de las organizaciones populares, pueblos originarios, medios alternativos y los sectores académicos para poder incidir en las políticas de integración regional. Cabe señalar que el desgarramiento del tejido social y la lógica del sálvese quien pueda que establecieron las políticas neoliberales han dejado huellas profundas que afectan las dinámicas organizativas y la posibilidad de intervención y de participación política de las organizaciones sociales en las instancias decisorias.
En América Latina, se remarcó, estamos pasando de más de 500 años de resistencia a una etapa de construcción, donde se deben dar pasos en la práctica y, a la vez, ir construyendo –junto a la academia– nuevas teorías que tengan que ver con nuestras realidades, nuestras idiosincrasias, nuestro futuro. Por lo mismo, la comunicación y la información constituyen ejes estratégicos para los procesos de integración regional y para las disputas políticas, culturales e ideológicas que gravitan en su curso.
En los tres días de intercambio, debates y propuestas, se elaboró una agenda de trabajo común que apunta a romper el aislamiento y la dispersión. Ella contempla la creación de una plataforma en donde confluyan los contenidos de los diversos medios alternativos, populares y públicos, y un banco de contenidos, para distribuir información y contenidos, de libre acceso, gratuito, en lenguajes comunes, y con propuestas alternativas al mensaje hegemónico y temáticas referentes a la memoria y al pensamiento crítico latinoamericano.
Además establece fomentar la organización de factorías de contenidos, consciente de que de nada sirve tener nuevos medios sin formatos, contenidos, construcción de narrativas y formas de comunicar nuevos, de manera que los medios de comunicación sean efectivamente una vía para empoderar a las comunidades, para lo que se requiere un trabajo formativo y comunicativo desde abajo. Y en esta línea también respalda el establecimiento de sistemas de medios públicos que garanticen una sociedad plural y diversa.
Los participantes acordaron, igualmente, incentivar la creación de observatorios de medios, fomentar la libre reproducción de los contenidos e impulsar la soberanía tecnológica, además de posicionar el tema de la comunicación en todas las instancias de integración. Y al propiciar la reflexión conjunta sobre nuevos modelos de la sostenibilidad del trabajo comunicativo, se decidió impulsar una economía popular y solidaria de la comunicación; lo que supone desarrollar pensamiento, mecanismos y cultura en este sentido.
* Este texto es parte de la revista América Latina en Movimiento, 490-491, correspondiente a noviembre - diciembre de 2013, que recoge intervenciones y artículos de los participantes en el Encuentro Latinoamericano "Democratizar la palabra en la integración de los pueblos". http://alainet.org/publica/490.phtml