En Uruguay, ese país chiquito que en el mapa casi no se ve, cuatro veces campeón del mundo en fútbol, la sorpresa es que no hubo sorpresa. Pese a los pronósticos de los medios hegemónicos de que podía darse un resultado ajustadísimo, el pueblo frenteamplista nuevamente salió a festejar: volvió la esperanza.