“En Paraguay no hay Estado de derecho.” Entrevista a Ricardo Canese, candidato a Senador por el Frente Guasú
FCINA
Tuesday, April 25, 2023

A tan solo unos días de las elecciones generales del 30 de Abril en el Paraguay, el Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica (FCINA) dialogó con Ricardo Canese, parlamentario del Mercosur y candidato a Senador por el Frente Guasú.

Ricardo Canese es parlamentario del Mercosur  y candidato a Senador por el Frente Guasú en las elecciones de Paraguay. Prolifero escritor, ha realizado diversas investigaciones sobre energía y sociedad.

Con motivo de las elecciones generales de Paraguay que se celebrarán el 30 de abril, en esta entrevista colectiva, Canese repasa varios de los puntos nodales y estratégicos que enfrenta tanto la fuerza de la que forma parte, así como el país y la región. 

La entrevista colaborativa que sigue fue organizada por el Foro de Comunicación para la Integración de Nuestra América (FCINA), una articulación de medios, redes informativas y movimientos sociales de la región comprometidos con la democratización de la comunicación y el avance de la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe. 

 

Ruben Ayala Vera: En sus diversos trabajos, se encuentra de manera muy presente, la noción de soberanía hidroeléctrica o energética. Fundamentalmente en referencia a las relaciones que Paraguay tiene con Brasil en Itaipú.

Podrías explicarnos brevemente: ¿A qué llamas soberanía energética? ¿Cuál es la situación actual y por qué es tan importante para Paraguay las negociaciones que se pueden dar en 2023? ¿Y de que manera se vinculan estas cuestiones con los resultados de las elecciones del 30 de abril?

Ricardo Canese: Bueno, hemos hablado de soberanía energética desde que se firmó el Acuerdo de Itaipú en 1973. Pero particularmente, durante la campaña que llevó a Fernando Lugo a la presidencia de la república insistimos en la imperiosa necesidad de que el Paraguay recupere su soberanía hidroeléctrica. Justamente, el acuerdo Lugo-Lula es un reconocimiento del Brasil, en ese momento presidido por Lula, de que efectivamente Paraguay es un país soberano.

Claro, nosotros sabemos que somos un país soberano pero sobre estos tratados, el de Itaipú y en menor medida el de Yacyretá, las prácticas que han tenido los gobiernos conservadores del Partido Colorado han negado esa soberanía de nuestro país. En un tema tan importante como la energía eléctrica que es nuestro principal rubro de exportación junto con la soja.

Entonces el acuerdo Lugo-Lula, como documento oficial de los dos países, reconoce que nuestro país puede exportar al mercado brasilero en forma libre la energía que no consumimos en forma inmediata y desde 2023 a terceros países. Se indicó este año porque era momento de la revisión del Anexo 6 y porque las deudas de Itaipú iban a estar completamente pagadas -lo cual era una de las condiciones que los gobiernos conservadores de Brasil pusieron al libre ejercicio de nuestra soberanía-.

Soberanía es poder disponer de lo que es propio. La energía de Itaipú y de Yacyretá pertenece al Paraguay, porque así lo dicen ambos tratados. Sin embargo, los gobiernos conservadores han interpretado que el Paraguay sí o sí tiene que enviarle energía al Brasil bajo las condiciones del tratado sin discusión y fuera de los criterios de mercado. O sea, todo lo que nosotros compramos, lo compramos a precios de mercado, pero no estamos remitiendo con esos costos nuestra energía hidroeléctrica excedente. Ese es un punto que indudablemente resulta crucial este 2023, estando Lula en Brasil y si tuviéramos un presidente mínimamente democrático y que quiera tanto la soberanía como la integración. El documento Lugo-Lula del 2009, hay que leerlo atentamente, no solamente trata sobre la defensa de la soberanía sino también de la integración. Con la integración ganamos todos.

Ahora con la privatización de los sistemas eléctricos de Brasil y Argentina ganan las grandes empresas. Entonces muchas veces se queman hidrocarburos al mismo tiempo que se tira energía hidroeléctrica. Por Itaipú se ha vertido energía por un valor de u$s500 millones por año, en los últimos 20 años, porque eso beneficiaba los intereses privados de Brasil y Argentina, que son los que manejan el sistema eléctrico de nuestra región.

Entonces creemos que con el presidente Lula en Brasil va a ser muy sencillo. Y con un gobernante democrático y que responda a los intereses de la ciudadanía en Paraguay tendría que pedir la aplicación del Acuerdo Lugo-Lula. No tiene que ser ningún experto, ningún técnico. Solamente con aplicar lo que ya está pactado en 2009 para que el Paraguay pueda sumarse a este proceso de integración al mismo tiempo que ejerce la soberanía sobre su principal recurso. Nosotros pedimos que nos paguen exactamente lo que están pagando en Brasil y Argentina.

Jimena Montoya: Sobre un panorama más general, dado el escenario político electoral ¿Qué viene trabajando el Frente Guasú y que cuestiones urgentes piensan que debería atender un gobierno popular?

Ricardo Canese: El tema de la soberanía es uno de los temas que está en nuestra agenda porque es una palanca de desarrollo importante. En términos políticos planteamos: la necesidad de llegar a una verdadera democracia, un estado de derecho. Digámoslo claramente: hoy Paraguay no tiene democracia. Hay libertades públicas, eso es cierto, pero no tenemos propiamente un estado de derecho. Existe una autocracia, que gobierna en cierta forma más benigna que una dictadura, pero que en realidad es una plutocracia. Una mafiocracia podemos decir. Fíjate que el Partido Colorado ha estado gobernando durante más de 75 años, más de tres cuartos de siglo. Con todos los defectos que tenía el PRI de México y ninguna de sus virtudes. Porque el PRI tenía algunas virtudes que no tiene nuestro ultraconservador, anticomunista Partido Colorado, el cual auspició una de las dictaduras más sangrientas y retrógradas de Latinoamérica como fue la de Alfredo Stroessner. Partido que hoy está en manos de una banda de narcotraficantes y lavadores de dinero del crimen organizado. Hay dirigentes del propio Partido Colorado que denuncian esto: quien gobierna Paraguay es el crimen organizado. Esa es nuestra triste situación.

En este sentido, el objetivo del Frente Guasú es que se instaure un estado de derecho. No como ahora que la fiscalía, el Poder Judicial, el Legislativo y, por supuesto, gran parte de los medios de comunicación están en manos de las mafias. Además, queremos que ese estado de derecho conforme una democracia representativa y participativa, como dice nuestra Constitución. Donde la ciudadanía tenga un rol trascendente en la decisión de los temas de nuestro país. Donde alcancemos el respeto por los derechos humanos, que siguen siendo vulnerados gravemente con mayor énfasis entre campesinos, indígenas, sin techo. Hay violaciones extremadamente graves que ya hemos constatado desde el observatorio de derechos humanos del Parlasur. Incluso los parlamentarios de las naciones vecinas han podido constatar esto.

En cuanto a  lo social, es fundamental que las comunidades indígenas tengan su tierra asegurada. Que se recuperen las tierras mal habidas, las tierras robadas al estado, implementando una reforma agraria para que la tierra sea de quienes la trabajan y no que sea de los ladrones de la tierra, de los latifundistas con sus políticas extractivas. Una reforma agraria que nos permita producir alimentos para el ser humano.

Tenemos que avanzar en derechos sociales, empleos dignos, respeto a los sindicatos, a los contratos colectivos de trabajo. Cartes, por ejemplo, no permite la acción sindical, de hecho al momento de erigir un sindicato, los trabajadores son despedidos inmediatamente antes incluso de que se puedan constituir legalmente, porque el Ministerio de Trabajo es el brazo largo de la patronal, no de los trabajadores. Es decir, debemos avanzar en el derecho a cubrir necesidades básicas: la vivienda, la seguridad social que está tremendamente precaria, etc.

En el campo económico tenemos que avanzar en un proceso de industrialización y generación de empleo digno. Paraguay tiene las condiciones de avanzar porque estamos en el Mercosur y eso es un proceso de integración muy interesante.

Gerardo Gamarra: Haciendo énfasis en la matriz social del proyecto que el Frente Guasú está planteando ¿Cuáles evalúan que son los sectores más dinámicos de la sociedad hoy en día? y, por otra parte, en el mundo del trabajo ¿Cuáles son las propuestas urgentes en términos programáticos?

Ricardo Canese: El movimiento social más fuerte es el sector campesino-indígena. Tenemos un escaso desarrollo del sector de trabajadores en relación de dependencia debido a la escasa industrialización y además existe una alta tasa de informalidad en todos los sectores. Además de todas las trabas a la organizaciones de los trabajadores. Eso hace que los movimientos sociales más dinámicos estén en la órbita de los sectores campesinos. También porque la población campesina representa un tercio del total del país. Los trabajadores formales todavía son un porcentaje relativamente pequeño, y la mayoría de los sectores urbanos están en la informalidad.

Esto no quiere decir que no haya que actuar. Por el contrario, la agenda inmediata reclama garantías y libertades para que los trabajadores puedan organizarse, en contraposición a como viene ocurriendo hasta ahora. De alguna manera el Paraguay en general ha tenido un subdesarrollo de las fuerzas productivas y por una parte eso explica en parte la debilidad del movimiento obrero.

En ese sentido, desde el Frente Guasú propugnamos por un lado la industrialización y el desarrollo de empleo formal, al mismo tiempo que tendemos medidas de respeto a los derechos laborales. Debemos tomar medidas en todos los ámbitos, desde la reforma agraria, los derechos para las comunidades indígenas que representan el 3% de la población. Ese conjunto de sectores sociales es muy significativo si le sumamos el sector informal. Es enorme la cantidad de gente que busca el sustento en la venta callejera, como cuentapropistas con pequeños puestos en la calle o almacenes. Y es un sector muy castigado con el avance de las grandes cadenas de mercados que restringen los espacios de desarrollo de pequeños emprendimientos.

Tenemos que dar soluciones integrales a todas estas problemáticas. Para poder agregar valor en la generación de empleos dignos, al mismo tiempo que el movimiento de trabajadores se pueda articular para actuar como un mecanismo que exija mejores condiciones de vida para toda la sociedad.

Vanesa Rodriguez Silvestre: Sabemos que en su papel como parlamentario del Mercosur organizó una audiencia pública sobre los desalojos forzosos a comunidades campesinas e indígenas en Paraguay ¿De qué manera considera que los espacios institucionales y de creación de políticas pueden contribuir en la implementación de los derechos campesinos e indígenas?

La problemática de los desalojos es particularmente grave y afecta a las comunidades campesinas, indígenas y sin techo. Es decir, afecta tanto a las poblaciones rurales como urbanas. Lo que ha agravado esta situación es la ley Zavala-Riera que criminaliza a las personas sin tierra o sin techo. Imaginen el grado de negación de derechos que ha adoptado el congreso paraguayo dominado en gran medida por latifundistas. Personas que se han apropiado de tierras públicas como el propio Zavala que está denunciado por apropiarse de tierras del Estado. Y así como él muchos otros. El informe de Verdad y Justicia establece que desde la dictadura hubo apropiaciones por 8 millones de hectáreas en manos de los grandes latifundistas. A ellos no se los persigue, de hecho se los protege. Pero a las comunidades indígenas se las desaloja, incluso aunque estén bajo el amparo constitucional que versa sobre la inembargabilidad de las tierras ancestrales. Entonces en la Constitución y los estatutos, las comunidades están protegidas, pero en la realidad son perseguidas y criminalizadas. Específicamente la ley ordena un allanamiento, pero siempre termina en desalojos que dejan a las comunidades en la intemperie, incluso hay registros de muertes infantiles en estos procesos violentos.

Las fiscalías no son más que estudios jurídicos para proteger a los latifundistas sin respetar los derechos ancestrales e imprescriptibles que las comunidades tienen sobre sus tierras. Actuando como instrumento de represión y obviando el derecho a la tierra de forma totalmente impune.

Paula Giménez: Dada la hegemonía histórica que tiene el Partido Colorado, a fuerza de sangre y fuego, el grado de enquistamiento en los poderes instituciones y los poderes fácticos ¿Que proyecciones hacen desde el Frente Guasú respecto de la gobernabilidad en el caso que Efraín Alegre triunfe en las elecciones?

Ricardo Canese: Indudablemente no va a ser fácil, inclusive para un eventual gobierno de Efraín Alegre que sería de centro y no propiamente progresista. Pero que como Frente apoyamos porque creemos que hay que ir un poco a la izquierda porque ahora estamos en la extrema derecha, y eso no va a ser fácil.

Pero también creo que en la sociedad hay un hartazgo de estas políticas excluyentes de una oligarquía mafiosa que se ha apropiado de un partido tradicional que claro, el Partido Colorado es conservador en sus orígenes, pero que tiene sectores progresistas y exponentes democráticos que son los que están apoyando a la Concertación liderada por Efraín Alegre.

En su momento el gobierno de Fernando Lugo tuvo 24 intentos de golpe, antes del golpe parlamentario que efectivamente lo derrocó. Hemos pasado el período evitando golpes de Estado. Ninguno de esos intentos vinieron por parte de las fuerzas militares, todos esos intentos fueron maniobras de la oligarquía local y los medios de comunicación y por supuesto, el golpe final vino de mano de los EE. UU., y su ejecutor principal, Horacio Cartes que hasta hoy es el poder fáctico real.

Lo paradójico es que ahora fueron los propios EE. UU. los que acusan a Cartes por corrupción, algo que sabemos hace 40 años aquí en Paraguay, no nos cuenta nada nuevo la Embajada americana. Fue el corrupto utilizado para dar el golpe, pero ahora ya se volvió un corrupto impresentable, que es un poco lo que ocurrió con Bolsonaro en Brasil.

Efraín Alegre no es un peligro para el capitalismo y el empresariado, viene de una tradición liberal con la premisa de consolidar el Estado de derecho. Un gobierno de Alegre puede contar con el apoyo de EE. UU., de sectores del capital y con el apoyo de sectores populares que buscan una profundización de las garantías democráticas. Entonces en principio podría tener más estabilidad que Lugo, porque si bien tuvimos el apoyo del Partido Liberal Radical Autentico, sí era un gobierno de centro-izquierda progresista que sufrió conspiraciones desde el primer día. Era un gobierno más progresista que lo que el desarrollo de las fuerzas productivas podría permitir en ese momento. Tuvimos un gran líder como Fernando Lugo, pero no tenemos la fuerza que tiene la izquierda de Brasil. Incluso ahora Lula no puede gobernar solo y buscó el apoyo de otros sectores. Nuestro caso es más agudo en ese sentido.

El país necesita un gobierno estable, y si triunfamos el 30 de abril podremos tener un gobierno que inicie un proceso de democratización para luego avanzar en reformas sociales fundamentales.

Ruben Ayala Vera: Actualmente en Paraguay se decidió que ya no serán electos los parlamentarios del Parlasur sino que van a ser seleccionados en forma automática desde el mismo parlamento. Y con respecto al Mercosur, ¿cuál es la situación? ¿Cuáles son sus debilidades y qué futuro tiene tanto a nivel interno como internacional? Por otro lado ¿Qué futuro le ves a la participación de sectores sociales en el Mercosur?

Ricardo Canese: Hay que decir que el Mercosur no fue eliminado, pero fue puesto en un lugar no prioritario. Mientras con los gobiernos progresistas, la integración estaba en la agenda como un punto prioritario, con los gobiernos conservadores que vinieron después -Bolsonaro, Macri, Lacalle Pou, Cartes, Abdo Benitez- se redujo el rol de participación en el Mercosur, así como en todos los organismos de integración. Esa fue la línea de los gobiernos conservadores. Ahora tenemos condiciones para que se de un proceso inverso. Si bien, el triunfo de Lula es importante, también si triunfamos el 30 de abril vamos a sumarnos a gobiernos democráticos que creen en la integración. Creo que con el gobierno de la Concertación vamos a apostar a eso. Nosotros como Frente Guasu vamos a estar insistiendo en ese punto y por lo que yo conozco a Efraín Alegre, considero que él también hará la misma apuesta.

La integración no tiene que ser exclusiva de la izquierda y los movimientos sociales. Y lo digo en forma de autocrítica, para los objetivos que tenemos que trazarnos. Tenemos que pensar una integración que incluya a todos: convencer al empresariado de la región que la integración nos conviene a todos. Desde un empresario hasta un indígena, un trabajador y un campesino. Creo que tenemos que ganar a la derecha democrática en ese proceso de integración porque el mundo se está desarrollando en un sentido muy claro. Las regiones que están integradas tienen un rol más protagónico.

Suelo poner el caso de EE. UU. No son 51 estados, cada uno con su cabeza, porque están integrados. De igual manera China reúne muchas naciones. Su fuerza radica en ser una nación integrada. Por eso es tan importante la cuestión sobre Taiwán, que es una provincia rebelde. Para China la unidad es una cuestión de Estado. Y para nosotros en América Latina debería ser así, deberíamos avanzar en la integración y tendría que ser algo que no se discuta: ni en la derecha, ni en la izquierda.

Muchas veces se confunde como ‘agenda de la izquierda’ y debería ser la agenda de América Latina. El empresariado, los sectores democráticos tienen que comprender que separados vamos a ser el patio trasero del patio trasero. Para tener trascendencia tenemos que estar integrados y ahí vamos a poder hablar con EE. UU., con Europa, con China, con los grandes bloques. Creo que esa discusión tenemos que llevarla a los movimientos sociales -a los cuales hay que volver a darles protagonismo-. La tarea pendiente de los movimientos es la de generar un enfoque de una integración integral.

El capital nacional se va a desarrollar mucho mejor en una América Latina integrada de 600 millones en lugar de 6 millones. Un ejemplo muy contundente es que en 1950 América Latina tenía más patentes que China y solo eran el 3% del total. Hoy China supera a EE.UU.

Y esto se debe a que es una nación integrada, las principales universidades del mundo están en China. Eso es el Siglo XXI. Nosotros tenemos que ingresar al S. XXI. Muchas veces en la Parlasur propuse que las universidades públicas del Mercosur se unieran – la UNAM en México, la UBA en Buenos Aires, la USP en Brasil -. ¿Por qué no se hacen investigaciones conjuntas? Una integración real, entrando en la ciencia y la técnica. Pero estamos balcanizados en el peor sentido de la palabra. Incluso teniendo chances para ser una potencia mundial hemos retrocedido. China superó todas las expectativas y nosotros nos hemos atrasado. Tenemos que integrar a todas las fuerzas, no solamente sociales, también productivas de América Latina y tener una perspectiva de integración de todo el continente y no ideologizar algo que tiene que ser de todos.

Jimena Montoya: Cuando revisamos el panorama político de Paraguay vemos los flagelos que resultan comunes en la región al respecto de cómo son atacados los proyectos populares o progresistas cuando logran llegar al gobierno. ¿Qué se puede hacer desde los mecanismos de integración existentes o por inventar para abordar estas dimensiones?

Ricardo Canese: Nosotros tenemos instrumentos que hemos constituido en la primera ola progresista como lo son UNASUR y CELAC. Claro que está el Mercosur y recuerdo que esto lo hablamos con compañeros de Brasil y Argentina. Y es que el Mercosur es el proceso de integración más avanzado. Está la posibilidad que ingrese Bolivia, que vuelva Venezuela. A su vez, el Mercosur tiene que evolucionar hacia UNASUR. Tenemos que llegar a una integración de América del Sur, y después tenemos que avanzar hacia otra integración que tiene que ser la CELAC que integra 33 países de América Latina y el Caribe. Todos tenemos que estar ahí.

La integración es múltiple, no solamente económica y social, también es política. Tenemos el Parlasur, el Parlandino, y podemos tener un Parlamento de América del Sur. Los parlamentos dan la dimensión política y tiene que ser un proyecto de toda la sociedad y del continente. Claro que hay sectores que quieren nuestra destrucción. Tenemos que aislar esos sectores que abiertamente juegan a favor de EE. UU.

Hace unos días vino Pepe Mujica. Él decía que la izquierda tiene que ser lo más amplia posible. Nosotros tenemos que tener la capacidad de integrar a todos los sectores. Creo que tenemos una gran oportunidad en esta nueva ola progresista. Que indudablemente es más moderada, pero tenemos posibilidad de aprender de nuestros errores del pasado. Quizás se ha perdido radicalidad, pero se puede ganar en amplitud. Y esa ganancia puede ser hasta más revolucionaria. Si sabemos integrar a todas nuestras sociedades, el proceso de América Latina va a ser imparable. A pesar de las diferencias históricas con el sector empresarial tenemos que sentarnos en la misma mesa.

Lula en ese sentido es un ejemplo. Él proviene del sector trabajador, sindical, y su vicepresidente viene del sector empresarial. En la medida en que tengamos ese frente a favor de la integración con todas las fuerzas políticas, sociales y económicas de nuestro país, la integración va a ser más sólida. Creo que están dadas las condiciones y es el gran desafío que tenemos hoy que, por primera vez, en casi en todo el continente hay gobiernos progresistas.

Gerardo Gamarra: Con ese énfasis y en la perspectiva en los mecanismos de integración, ¿Qué potencialidades y problemáticas ves en proyectos como el corredor bioceánico?

Ricardo Canese: Hay varios proyectos de corredores bioceánicos en América del Sur. Hemos analizado esto en el Parlasur y mientras estuvo UNASUR se llevó un seguimiento muy importante de todos esos proyectos. Y estos corredores bioceánicos son transversales. Por ejemplo, en la hidrovía Paraná-Paraguay -que es de norte a sur- hay proyectos para conectarla con el Amazonas, y eso sería una integración fluvial factible. Limitándonos a los proyectos entre el Océano Atlántico y Pacifico, hay proyectos carreteros y ferroviarios. En principio yo soy más partidario de los corredores ferroviarios. Son mucho más eficientes, mucho más baratos aunque requieren una inversión un poco mayor. Pero su efecto multiplicador es mucho mayor.

Hay corredores ferroviarios que funcionan mal. Hay un corredor que viene desde Paraguay hasta Brasil y sigue por Resistencia en Argentina hasta Antofagasta en Chile. Hay otro un poco más al norte que sale de Santos (BR), va por Bolivia y sale en Perú.

Pero más allá de discutir cuál es más interesante, creo que es importante desarrollar todos. Porque la capacidad de transporte de estas conexiones también es geográfica. Un corredor muy al norte no beneficia a quienes están al sur y viceversa. Entonces hay que pensar en varios corredores ferroviarios que estén conectados con el transporte fluvial y ese sí va a ser un sistema de transporte muy eficiente. Tanto en bajo consumo de energía como a bajos costos.

Ahora en Paraguay se ha hecho la vía interoceánica que, sobre todo, beneficia al Estado de Mato Grosso do Sul en Brasil. Está pensado para que la extracción de soja que se produce en ese estado llegue en forma más eficiente a Chile. En el fondo es eso. Y tiene críticas socioambientales bastante severas porque atraviesa áreas indígenas. Los gobiernos conservadores no cuidan estos aspectos entonces ha generado muchas críticas. Además un proyecto carretero tiene un impacto mucho más limitado. Resuelve un problema inmediato: baja los costos. Pero no hay un cambio de sistema. Nosotros lo que tenemos que pensar en América del Sur, si hablamos en materia de infraestructura, es en un sistema mucho más eficiente de interconexión interna donde el transporte fluvial y ferroviarios sean fundamentales. No solo hablando de cargas, sino también de pasajeros.

Fíjense que en China y Europa, el transporte ferroviario tiene un gran auge. Aquí en América Latina casi no tenemos aún cuando tenemos las condiciones. Hay ferrovías entre Asunción y Buenos Aires, perfectamente puede haber entre Asunción y Sao Paulo. En Brasil entre Río de Janeiro y Sao Paulo hace tiempo hay un proyecto de interconexión ferroviaria, pero hay intereses creados y se mantiene el transporte carretero o aéreo que son mucho más eficientes. Consumen más energía y tampoco son más convenientes para la población.

Todo este tema hay que pensarlo muy bien. Para nuestro desarrollo y el de las fuerzas productivas, salir al Océano Pacifico y Atlántico en forma económica es fundamental. En esta nueva Ruta de la Seda, América Latina se podría integrar pero tenemos que pensar en sistemas de transporte de gran envergadura.

Paula Giménez: Quería recuperar la cuestión de la participación social y preguntarte ¿Cómo pensás que se construyen estos mecanismos desde las fuerzas populares? ¿Qué lugar, qué rol ejercen, qué importancia tienen y cómo se puede construir una agenda para que desde las fuerzas populares se aporte a una integración regional posible?

Ricardo Canese: Tenemos que poder abarcar a toda la sociedad y tener un parlamento que represente a la ciudadanía. El Parlasur intenta ser eso. Nosotros somos representantes de la ciudadanía ante el Mercosur. Pero ¿Qué capacidad de decisión tenemos hasta ahora? Cero. Podemos dar recomendaciones, hacer declaraciones, pero el problema son las competencias. El Parlasur tiene cero competencias, entonces la ciudadanía va solo como una caja de resonancia.

Quiero insistir en que un elemento fundamental de participación de las organizaciones ciudadanas, sociales, populares es un Parlamento representativo, que tenga capacidad para decidir algo y que interpele. Porque ahí es donde la ciudadanía se expresa.

Nuestra Constitución dice que tenemos una democracia representativa y participativa. Pero para que la participación pueda fluir es importante que haya una buena representación y que ese representante pueda decidir.

Algo preocupante es que el Protocolo del Parlasur, que viene del 2007,  contempla que el Parlasur pueda tomar decisiones. Pero nunca nos remitieron ningún proyecto. Entonces, también tenemos que decirle a los gobiernos progresistas que han minimizado el rol del Parlasur. Por eso la participación popular no puede tomar decisiones. Para que esto tenga real inserción y pueda echar raíces tenemos que darle poder al congreso para que las organizaciones sociales puedan tomar decisiones. Tenemos que poder llamar a plebiscito, sino solo va a ser un ‘muro de los lamentos’ más que una caja de resonancia.

Tenemos que buscar la participación protagónica de la ciudadanía, que contenga: a los empresarios, a los sectores medios, y a los trabajadores del campo y la ciudad. Hoy la ciudadanía no decide nada y eso tiene que cambiar. Hay incluso cancillerías que se oponen a que el Parlasur tome decisiones, Itamaraty por ejemplo. No quieren dejar que un parlamento decida sobre cuestiones que van a afectar de alguna manera a los países. De esos temores tenemos que levantarnos porque todo en manos del presidente de la República no es participativo.


De la entrevista participaron Gerardo Gammara (ALAI), Jimena Montoya (CLAE), Rubén Ayala Vera (Voces Paraguay), Vanessa Rodríguez Silvestre (CONAMUCA-CLOC-La Vía Campesina), Paula Giménez (NODAL) y Javier Tolcachier (Pressenza).