El presidente de la Central Única de Trabajadores de Colombia destaca que el estallido ha permitido que los problemas sociales queden al desnudo, al igual que la incapacidad de los gobiernos de derecha para resolverlos, por lo que encuentra condiciones propicias para la llegada de un gobierno alternativo y democrático a Colombia
Desde hace décadas, la población colombiana sufre distintos flagelos, entre ellos la guerra interna, el desplazamiento forzoso, la concentración obscena de la riqueza, el asesinato impune de líderes y lideresas, la corrupción, el narcotráfico o la injerencia militar y diplomática de los Estados Unidos. Por otra parte, la pauperización masiva, la precarización laboral, la desocupación, la inseguridad alimentaria, la pandemia y la continua violación de derechos humanos han profundizado de forma dramática la crisis estructural del país.
En este cuadro de situación, Colombia afrontará decisivas elecciones legislativas y presidenciales en Marzo y Mayo próximos.
¿Hay salida para la crisis social y política en Colombia?
Comunicadores de medios nucleados en el Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica (FCINA) dialogaron sobre esto con Francisco Maltés Tello, presidente de la Central Única de Trabajadores de Colombia (CUT Colombia).
De la conversación participaron Vanessa Martina Silva (Diálogos do Sul), Mariano Vázquez (Colectivo Sangrre), Lautaro Rivara, (Agencia Latinoamericana de Información-ALAI) y Javier Tolcachier (Agencia Pressenza).
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Maltés se muestra optimista sobre el futuro de Colombia, pues el estallido social abriría la oportunidad para un gobierno alternativo por primera vez en la historia del país; sin embargo, advierte que las condiciones institucionales que rigen la elección resultan problemáticas. “Hay cinco millones de cédulas de personas que están muertas y están activas en el registro electoral”, denuncia sin tapujos, mientras convoca a la comunidad internacional a una veeduría del proceso electoral y, particularmente, sobre el software: “la empresa contratada nos genera muchas dudas”.
Las trabas institucionales de los poderes que históricamente han dominado en Colombia tienen como correlato una campaña de “estigmatización, chantaje y amenazas al Comité de Paro y la CUT. Hay un número importante de amenazas, un asesinato sistemático de líderes sociales para acallar la protesta social y enturbiar las elecciones”, de ahí que, insiste, “es muy importante la observación electoral en Colombia”.
Frente al escenario de conflicto violento y sin diálogo planteado por los poderes institucionales y los poderes fácticos de Colombia, el presidente de la CUT reivindica la articulación de las luchas alcanzadas por el Comité de Paro gracias a la fuerza del estallido social. “Treinta organizaciones de carácter nacional hemos logrado poner una agenda social”, recuerda Maltés, mientras destaca que incluso han “logrado que la Coalición de la Esperanza y el Pacto Histórico trabajen en llave, que se articularan a las luchas sociales y nos apoyaran sin vacilación en todos los procesos desde Noviembre de 2019”.
El trabajo entre las dos principales coaliciones de oposición a los poderes históricos de Colombia y la CUT permitió un hecho histórico, como fue la presentación de diez proyectos de ley ante el Congreso. “Cerca de 60 parlamentarios firmaron los proyectos de ley que presentamos, algo inédito en la lucha social de Colombia”. Esta acción conjunta, que recoge “los diez puntos del pliegue de emergencia que Duque se negó a negociar”, demuestran la existencia de un horizonte común más allá de cualquier diferencia formal.
Maltés no duda en reconocer que la fortaleza política de tal articulación puede representar simultáneamente “algunas dificultades electorales”. Por esta razón reitera el posicionamiento de la CUT sobre la “necesidad de ir unidos a la lucha presidencial, para ganar en la primera vuelta”. Maltés recoge un aprendizaje que la historia se ha encargado de recordar una y otra vez a las luchas populares: “La unidad nos hace fuertes”.
La salida es por la izquierda
El presidente de la CUT no descansa en su tarea por evidenciar la distancia que existe entre la gran mayoría del pueblo y los grupos de poder que históricamente han dominado Colombia. El incumplimiento del Acuerdo de Paz quizás sea el mejor botón de muestra, pues según los datos que maneja “solamente se ha cumplido en un 16%”. La reforma agraria, tan necesaria en un país de terratenientes como Colombia, sigue lejos de ejecutarse, mientras “hoy importamos una tercera parte de los alimentos que consumimos”, admite. Pero más preocupante aún parece el irrespeto a la vida de los firmantes del Acuerdo de Paz, “van cerca de 200 asesinatos de compañeras y compañeros de las FARC”, denuncia.
Si el irrespeto al Acuerdo de Paz resulta insuficiente, la contradictoria dinámica entre el crecimiento económico y la pobreza en Colombia podría dirimir el asunto. “Hoy Colombia es el tercer país más desigual del mundo. El crecimiento del año pasado de 10,6% estuvo acompañado de un crecimiento de la pobreza. Diecisiete millones de personas se acuestan sin la tercera comida, y el 40% de la población está en pobreza. Frente a esto los candidatos de la derecha proponen lo mismo de hoy”.
La reciente decisión de la Corte colombiana que autoriza el aborto hasta la semana 24 de gestación se presenta como otra evidencia de la gestión conservadora de las clases políticas dominantes, quienes evadieron su responsabilidad legislativa. “Este Congreso es un congreso profundamente conservador. Les ha dado miedo legislar sobre el tema del aborto, se negaron durante muchos años a debatir el tema, entonces le ha tocado a la Corte definir todo lo que tiene que ver con las reglas del aborto”.
La posibilidad de superar este escenario que pone en un segundo plano el interés de la mayoría parece más cercana que nunca y, desde luego, no se trata de un asunto estrictamente colombiano, pues como bien señala Maltés esto “apuntará que el giro del continente a la izquierda se ratifique y, sin duda, cambiarán las relaciones que tiene Colombia de dependencia con los Estados Unidos y de haberse convertido en un puntal para provocaciones y agresiones contra los países hermanos que tienen gobiernos diferentes a los que pretende Estados Unidos”.