La tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible –Habitat III–, que tiene lugar en Quito, Ecuador, del 17 al 20 de octubre, se realiza en un contexto muy diferente de las dos anteriores, realizadas en Vancouver 1976 y Estambul 1996. Hoy la realidad se presenta marcada, entre otros aspectos, por el acelerado crecimiento de las ciudades en las últimas décadas, a la par del éxodo rural –se estima que de aquí a mediados del siglo, el porcentaje de la población mundial que vive en zonas urbanas pasará de 51% a 67%–, la reciente burbuja financiera inmobiliaria que precipitó la crisis financiera mundial de 2007-2008, además de la crisis ambiental y el calentamiento global.
La Nueva Agenda Urbana (NAU)[1], documento central que los gobiernos adoptarán en Quito -cuyo contenido de 175 artículos ya fue convenido el mes pasado tras dos años de negociaciones-, sitúa el reto de los asentamientos humanos en la agenda del Desarrollo Sostenible Post-2015 y afirma tres principios: no dejar a nadie atrás, economías urbanas sostenibles e inclusivas y sostenibilidad ambiental. Entre los conceptos y lineamientos fundamentales que promueve la Agenda para que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes, sostenibles y participativas, la NAU incluye: la densificación urbana, en lugar de la extensión del perímetro de las ciudades; el uso mixto del suelo, en lugar de la zonificación; la preservación de los paisajes y recursos naturales y los espacios públicos para todos. Además, pone énfasis en los vínculos urbano-rurales.
Como en el caso de otras conferencias mundiales de Naciones Unidas, la Agenda que se adopta no es vinculante, pero sí establece un marco referencial para la adopción de políticas, que en muchos casos orienta la actuación de los gobiernos nacionales, sub-nacionales/intermedios y locales, a la vez que da mayor legitimidad a la acción de los actores no-estatales (tanto en el caso de organizaciones ciudadanas como de la empresa privada, siempre presente –e influyente– en estos espacios). Además, en esta oportunidad se han incluido mecanismos de monitoreo y revisión sobre los avances en la implementación de la agenda.
Nuevos temas
Los organizadores de Habitat informan que hubo un amplio proceso de consultas previas con autoridades locales, entidades de la sociedad civil y otros actores; que recibieron aportes de expertos y numerosos documentos de propuestas que fueron tomados en cuenta para elaborar la Agenda. Muchos actores de los gobiernos locales y movimientos sociales consideran, sin embargo, contradictorio que la Agenda sea aprobada por los gobiernos nacionales, y que los gobiernos intermedios y locales y sectores ciudadanos, que son los directamente concernidos, no tengan participación directa en las decisiones.
Entre las propuestas que han logrado un cierto avance en la NAU está el enfoque de integrar campo y ciudad. Esta propuesta la levantan particularmente los gobiernos regionales o sub-nacionales, cuya característica es que su gestión abarca las áreas urbanas y rurales. Este tema será debatido esta semana en Bogotá en la Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales (12-15 octubre), donde se espera la participación de 2000 autoridades, para definir recomendaciones frente a la Nueva Agenda Urbana.
Según el Presidente del Consorcio de Gobiernos Autónomos Provinciales del Ecuador –CONGOPE—, Gustavo Baroja, ésta sería la primera vez que los gobiernos intermedios participan en reuniones del proceso Habitat. La propuesta que llevan es justamente que se debe poner énfasis en el desarrollo territorial integral, más que solo en desarrollo urbano, ya que “la ciudad se nutre del campo, del agua cuyas vertientes están en el sector rural; se nutre de productos, sea primarios o de la agroindustria, que vienen del campo; de mano de obra para su infraestructura que viene del campo”; y sin embargo, “sigue habiendo una relación inequitativa, desigual e injusta entre campo y ciudad” que habría que superar con políticas desde una visión integral. De hecho, hay avances en este sentido, ya que la NAU hace frecuente referencia al “desarrollo urbano y territorial”, algo que no estaba presente en la Declaración de Estambul.
Una de las principales críticas de redes internacionales de movimientos sociales es que la Agenda de Quito no considera la importancia de proponer medidas frente al mercado financiero mundial. Vale recordar que la crisis económica del 2007-2008 fue debido, sobre todo, al descontrol del mercado inmobiliario y de hipotecas, que conllevó a la burbuja de especulación y su subsecuente estallido que dejó un saldo de millones de personas en la pobreza y miles de familias desalojadas de sus hogares en países como EEUU y España.
En una Carta Abierta[2], de inicios de este año, donde constatan el fracaso del modelo de vivienda basado en dueños privados e hipotecas, estos actores advierten sobre un próximo colapso en Asia oriental, debido al crecimiento explosivo de los préstamos hipotecarios. “Los mega-proyectos liderados por el mercado, el acaparamiento de tierras y los proyectos de renovación urbana provocan el desplazamiento de personas y la destrucción de comunidades por todo el mundo. Esto es debido a que el capital financiero privado solo invierte con el interés de una alta rentabilidad para sus agentes financieros”, señala la carta.
No obstante, actores de la sociedad civil señalan también importantes logros en la NAU, en particular en referencia al Derecho a la Ciudad. Por primera vez en un documento de la ONU, se hace referencia al Derecho a la Ciudad (art. 11)[3], concepto resultante de una lucha popular de varias décadas, que refiere al derecho de todos los y las habitantes, presentes y futuros, temporales y permanentes, de utilizar, ocupar y producir ciudades, pueblos y asentamientos que sean justos, inclusivos y sostenibles, y que sean entendidos como un bien común esencial para una vida plena y digna. Si bien no es aún un derecho consagrado internacionalmente, la NAU sí incorpora esta visión y saluda que haya gobiernos locales y nacionales que han reconocido este derecho. Además, a lo largo de la Agenda de Quito hay numerosas referencias a planteamientos relacionados con el Derecho a la Ciudad.[4]
Agendas paralelas
Para debatir temas como estos, en Quito, además de la Conferencia oficial, se están organizando múltiples eventos paralelos, en los cuales se espera la participación de más de 30 mil personas. Entre ellos se incluye una Asamblea Mundial de Gobiernos Locales y Regionales, una Asamblea General de la Organización de Regiones Unidas, un encuentro de gobiernos intermedios, un foro de gobiernos locales y diversas ferias y exposiciones.
Del lado de la sociedad civil, se realizará también un Habitat 3 Alternativo, como espacio autónomo de la academia y organizaciones sociales, reconocido en el marco del evento oficial. Por su lado, como en anteriores eventos internacionales sobre el hábitat, diversas organizaciones han convocado a un contraevento paralelo, en Quito y Guayaquil, titulado Resistencia Habitat III[5], que se plantea como “espacio de movilización y construcción de propuestas desde los sectores populares y desposeídos del mundo, para cuestionar el modelo urbano global basado en la alianza gubernamental con el capital que no busca el bienestar humano, sino el crecimiento de los grupos de poder”.
Si bien los eventos paralelos ya no podrán incidir en el contenido de la Nueva Agenda Urbana a adoptarse en Quito, el hecho es que las declaraciones de la ONU solo adquieren vida si los actores las adoptan o las critican, empujan por su implementación, desarrollan iniciativas propias; y en este sentido, Habitat III es una oportunidad para profundizar el debate y ampliar el conocimiento sobre las propuestas e iniciativas para mejorar la vida en los asentamientos humanos del planeta.
- Sally Burch es periodista de ALAI.